Hemos leído un artículo, del señor Pedro Domínguez, director del programa Aire, mar y tierra, titulado “La Industria aérea dominicana con empresarios de visión reducida” y nos ha llamado la atención en razón de nuestra relación en el pasado con la industria aérea comercial de la Republica Dominicana.
Queremos hacer un poco de historia para robustecer los planteamientos hechos por el Señor Domínguez.
Lo primero que hay que destacar es que la industria aérea comercial, ha sido tradicionalmente catalogada por las naciones mas desarrolladas del mundo, como una de las industrias mas complejas de la actividad, comercial. Si hay una clasificación, esta industria está dentro de las primeras cinco, siendo conservador.
Sabemos que los principios básicos de la administración de cualquier empresa son: planeación, organización, dirección y control, de donde podría tener en parte la explicación de la complejidad de la industria comercial aérea.
Se supone que de llevarse a cabo de manera adecuada estos principios, la probabilidad de garantizar el éxito de la gestión administrativa sería muy alta y los riesgos mínimos. Sin embargo, la industria aérea, presenta características que determinan que, aunque se apliquen los principios, los resultados obtenidos, podrían estar muy alejados de los esperados.
Por ejemplo, aunque los cuatro principios básicos indicados, son importantes, solo imagínese lo difícil que es controlar el personal que tiene la empresa aérea, en cada uno de los países y ciudades a los que le da servicios. De igual manera, la planeación que se realiza, se ve diariamente afectada por aspectos meteorológicos, de congestionamientos de los aeropuertos, totalmente imposibles de controlar por la empresa, añadiendo a estos factores la gran competencia existente en este mercado, sobre todo de grandes empresas aéreas con grandes recursos económicos y mucha tradición.
Ahora bien, la historia del verdadero desarrollo de la actividad industrial en República Dominicana, tiene su origen en los años 60, cuando el entonces presidente Joaquín Balaguer, se embarcó en el modelo de sustitución de importaciones, en el que se otorgaban beneficios consistentes en exenciones del impuesto sobre la renta, exoneraciones de los impuestos sobre las materias primas a importar para la sustitución de un bien que en el momento el país tuviera importando y además protección al productor local con gravámenes aduanales sobre las importaciones de los productos a sustituir.
La mayoría de las personas o compañías que tuvieran importando cualquier producto, ante la posibilidad de que se fabricara localmente, con las condiciones indicadas, no tuvieron otra alternativa que embarcarse en pasar de importador a fabricante local ya que eventualmente sino lo hacía, podía desaparecer o tener una competencia que gozaba de exenciones y además con la protección que se le dio al productor local le resultaría muy difícil mantenerse en el mercado.
Así nace la industria local, es decir amparada bajo un modelo proteccionista, que se podría decir permaneció mas del tiempo necesario que quizás no le permitió desarrollarse en base a una mayor productividad, eficiencia, tecnología y una adecuada gestión administrativa.
Uniendo lo planteado por el Señor Domínguez y lo señalado precedentemente, se podría señalar que para el sector empresarial del país embarcarse en un proyecto con estas características, se requiere como indica el Señor Domínguez “sangre nueva” y con mucha visión, con capacidad para enfrentar los retos que significa la operación de una línea aérea comercial con capacidad para competir con éxito con las demás aerolíneas que cubren el mercado dominicano.
Entendemos que, por experiencia del pasado, la operación de una línea aérea comercial es un proyecto con grandes posibilidades de operarse rentablemente, siempre y cuando cuente con el apoyo del estado dominicano, tal como lo hacen otros países que al igual que el nuestro, tienen en el turismo un soporte importante de su desarrollo económico.
Los empresarios que eventualmente se involucren en un proyecto como este, tienen a su favor, un mercado cautivo, que lo constituye la diáspora dominicana, en ciudades importantes en Estados Unidos, como son New York y Miami y varios países de Latinoamérica. El terreno está abonado si se toma en cuenta el pésimo servicio que ofrecen las líneas aéreas actuales que sirven el mercado dominicano y la experiencia de los dominicanos en el pasado con el servicio abordo que otrora se ofrecía en las aeronaves de la línea aérea dominicana a la que le dieron el apoyo en ese momento.
Cuando indicamos, el apoyo del estado, no planteamos un proteccionismo, como tal, mas bien nos referimos a un tratamiento como mínimo igual al que se les da a las otras aerolíneas extranjeras y sobre todo el reconocimiento de una línea aérea nacional que estará presente en todos los momentos y en cualquier circunstancia.