El dilema
Hace dos semanas atrás, comentaba en esta columna sobre las medidas “contracíclicas” que adoptaron la mayoría de los países del mundo para enfrentar los efectos de la crisis financiera y económica de 2008 y 2009. También, explicaba cómo éstas políticas generaron importantes déficits fiscales que fueron financiados con incrementos en la deuda pública y cómo, aunque se logró un efecto positivo inmediato, todavía persisten importantes retos pues el sector privado ha perdido confianza en la capacidad de los gobiernos de mantener al día el pago de su deuda.
Una respuesta
Posteriormente, tuve la oportunidad de revisar unos comentarios emitidos por Christine Lagarde, Directora General del Fondo Monetario Internacional (FMI), y los quiero compartir con ustedes pues entiendo pueden ayudarnos a reflexionar sobre la situación actual de nuestra economía.
La Sra. Lagarde afirma que la situación de la economía mundial es compleja y, por tanto, no hay soluciones fáciles. Ella reconoce que los países avanzados deben restaurar la sostenibilidad fiscal mediante planes creíbles de consolidación fiscal, es decir, aumentar ingresos, reducir gastos o una combinación de ambos.
Ahora bien, la Directora del FMI también admite que un proceso muy agresivo de consolidación fiscal en el corto plazo pudiera poner en riesgo la recuperación económica y afectaría la creación de empleos.
Ante esta disyuntiva, la Sra. Lagarde plantea que se logren acuerdos creíbles de consolidación fiscal gradual en el mediano plazo pero que, al mismo tiempo, se mantengan, en el corto plazo, políticas para favorecer el crecimiento económico y, por tanto, la creación de empleos.
La Sra. Lagarde entiende que este tipo de doble estrategia sería aceptable y creíble para los agentes económicos siempre y cuando las estrategias de reducción de deuda estén basadas en firmes compromisos de las autoridades.
En fin, la estrategia esbozada por la Directora del FMI permitiría recuperar la confianza de los agentes económicos sobre la sostenibilidad de la deuda a largo plazo y, en el corto plazo, mantendría cierto nivel de estímulo económico.
Mis dudas
En una coyuntura tan compleja como la que enfrenta la economía mundial en estos momentos, me parece que la estrategia de la Sra. Lagarde suena racional pero, al mismo tiempo, casi imposible de implementar.
Sólo tenemos que pensar en el caso de los Estados Unidos y cómo las grandes diferencias políticas han colocado a dicho país al borde de un “default” o cesación de pagos en dos ocasiones en el último año.
Llevando todo esto al caso dominicano, me preocupa sobremanera que, sin lugar a dudas, para enfrentar con éxito la crisis actual necesitamos la adopción de políticas sostenibles en el mediano plazo y que, por ende, deben ser creíbles. Es la única forma de generar confianza.
Pero… ¿Cómo darle credibilidad a políticas de mediano plazo en un país en el cual los ciudadanos no confían en las instituciones?
No hay mejores palabras para explicar esta situación que las contenidas en el Informe de la Comisión Internacional para el Desarrollo Estratégico de la República Dominicana (bajo la dirección de Jacques Attali):
“con un desempleo endémico, un mercado informal considerable, una política de salud pública poco eficaz, y una criminalidad en aumento, el pueblo dominicano tiene un sentimiento de abandono que lo lleva al individualismo social (el “ no pago”) y a la desconfianza en las instituciones nacionales.”
¡Esto tiene que cambiar!
Pero… ¿Cómo lo hacemos?
Quizás un primer paso sería un firme compromiso del Gobierno por cumplir todas las leyes vigentes en el país. Por ejemplo, la Ley de Educación, la Ley de Electricidad, la Ley de Hidrocarburos, entre otras.
Si el Gobierno no está en condiciones de cumplir con alguna de estas leyes, entonces que las modifiquen pero tenemos que comenzar a respetar las leyes… todas.