Como se entiende bien, arte es acción individual y cultura es cuestión colectiva. Y no hay nada más eterno que el arte, pues este nunca muere precisamente por la acción de la cultura.
Las sociedades, cuyos líderes políticos actúan en consonancia con la cultura, tienden a aprovechar y estimular el potencial creativo de la gente. Es sabido que este es el camino más seguro y digno para alcanzar metas como el crecimiento sustentable, empleo, renta, cohesión social.
Lo contrario es irracionalidad, payasada política, parvedad ideológica, dilación cultural. Es el caso de la Ley de cine que no bien la echaron a andar y ya existe el riesgo de que no se vaya por los caminos del país creativo. Eso se debe a que quienes la prohijaron y la administran no creen en el oro cultural del pueblo dominicano: su creatividad.
Para para crear la industria cinematográfica dominicana era necesaria una ley de cine, es evidente que se entendió que sin ella la actividad siempre sería de alto riesgo económico para los cineastas e inversionistas. Lo que no se ha entendido es la importancia de disponer de cineastas dominicanos. Es el caso de los guionistas para quienes la Dirección General de Cine no tiene contempladas acciones ya sea por negligencia, inexperiencia, insensatez o incompetencia para entender su importancia. En la ley de cine no se contempla la financiación del guionista, solo la producción o coproducción de filmes.
Ley de cine no garantiza arte, porque arte no es un proyecto de ley al que se le hacen ajustes para conciliar intereses exógenos a la cultura. Y cultura es un asunto colectivo. De ahí que muchos desajustados inversionistas y profesionales del cine dominicano ven al cine esencialmente comercial; es comercial y es arte, pero antes de ser comercial tiene necesariamente que salir de la individualidad creativa de un conjunto de personas en torno a un mismo objetivo.
Financiar guionistas es igual a financiar creatividad, investigación e innovación. Descubrir escritores para el guionismo debería ser el inicio de esa industria criolla que refleje al país y su gente. Tal vez se crea que creando talleres, escuelas, concursos, se hacen guionistas, eso ayuda pero nada más. Lo que crea guionistas es la financiación de su actividad: escribir a tiempo completo. De ahí que necesite mecenazgo como lo necesita un científico, por ejemplo.
El desconocimiento de procesos creativos trae al fracaso a toda una sociedad. Es básico que entienda más de guión quienes dirigen la DGCINE, sus consejos, sus asesores, inversionistas, exhibidores y distribuidores, así como todo el equipo de un filme.
Es insensato que en la DGCINE no se tenga un equipo creativo, proactivo. En su lugar tenemos a un concierto de personas con un bagaje cultural que nunca echará a andar la cuestión cinematográfica de cara al país. Y los infaustos efectos empiezan a manifestarse.
Como se ha implementado la conducción de la ley de cine evidencia tempranamente que continuará la mediocridad de los guiones de películas dominicanas, cuyo resultado se debe a procesos caóticos, a su vez causados por ausencia de liderazgo democrático que permita el desarrollo de un equipo creativo.