La crisis sanitaria causada por el coronavirus ha generado muchos miedos, ansiedades, incertidumbres y estados de pánicos en no pocas personas en el mundo. No es para menos. Es un nuevo virus, sin vacuna a la vista, una considerable cantidad de gente afectada y muchos muertos, cuyos amigos y familiares ni siquiera han podido participar de sus velatorios.
A esto se suma el aislamiento social, el toque de queda y la consecuente prohibición de tránsito en la mayor parte del día, como la paralización casi general de las actividades económicas, sociales, culturales y políticas, en un momento, por demás, electoral.
Ahora debemos ver el grado de responsabilidad del gobierno, las medidas tomadas, que han sido adecuadas y que la población debe acatar para mantener el virus en el menor nivel de expansión y contribuir con ello con la salud mental, tan necesaria en una situación de crisis como esta.
Se trata de un reto de marca mayor para todos. Autoridades, profesionales, empresarios, empleados, familias y sobre todo para quienes no tienen fuente alguna de recursos, que deben ser auxiliados por el gobierno, como se ha venido haciendo; pero que debe mantenerse e incrementarse el apoyo para que no se genere una hambruna nacional, que sume mayores problemas y trastornos a los ya existentes frente a una situación sin precedentes recientes.
Esto no será para siempre. Debemos saber y confiar en que podremos superar este estado de cosas; pero para ello deben aumentarse los canales de comunicación positivos; no repetir diariamente todo lo negativo, aunque sigamos a pie juntillas el protocolo de protección.
Esto está generando también crisis financiera y debemos evitar llegar al espanto y a tomar decisiones precipitadas. Es momento de prudencia atenta para no dejar de cumplir los compromisos, con la ayuda y apoyo del sector bancario y del gobierno.
La desesperación no nos llevará por buen puerto. Seamos pacientes, porque el terror y el miedo son hermanos univitelinos y pueden ser malos consejeros. No tomemos decisiones de corto plazo, pues estas nos pueden cerrar el paso para las decisiones de mediano y largo plazo que garantizarán volver a la normalidad perdida. El momento es para profundizar lo que somos y queremos, con la solidaridad a cuestas.