"Los días, las semanas y los meses que vienen serán una prueba de nuestra determinación, una prueba de nuestra confianza en la ciencia y una prueba de solidaridad"- Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de la OMS.

La resonancia mundial de la pandemia del covid-19 y sus devastadores efectos en la economía y dinámicas sociales, tiene sus raíces en que puede afectar a todos, sin importar el grado de desarrollo de las naciones, clases sociales ni individualidades exitosas.

Es decir, no se trata de un montón de familias calcinadas por bombardeos en Siria, ni de los millones que mueren por desnutrición crónica en lugares que los idiotas de las redes no conocen, ni de cientos de niños encadenados y violados en Nigeria por el fundamentalismo religioso extremo, sino de un bicho asesino que puede aparecer con muy malas intenciones donde nadie lo llama.

Siendo así,  vemos cómo este asunto del covid-19 potencia, más que el espíritu solidario y la sensibilidad humana, el instinto de preservación de la vida, así como el reforzamiento de las medidas de seguridad de las naciones.

Estamos absolutamente de acuerdo, en nuestra inefable condición de neófitos en temas de salud, en que la pandemia del SARS CoV-2, como señala el director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, es la crisis sanitaria mundial definitoria de nuestro tiempo. Ella  ha de poner a prueba lo mejor y lo peor de la humanidad. El hoy afamado director hace justo énfasis en un aspecto crucial para lidiar existosamente contra el nuevo virus: pruebas, pruebas, pruebas. Sin ellas, nos recuerda, no podría garantizarse el aislamiento de los infectados ni romper la cadena de los contagios.

Dejando a un lado por ahora la arista de la indiferencia mediática respecto a variados y muy serios problemas de la humanidad, creemos interesante incorporar al análisis otros elementos. Consultando varios sitios de ciencias, nos encontramos con un interesante artículo de Manuel Armayones Ruiz, doctor en Psicología e investigador en el eHealth Center de la UOC (Universitat Oberta de Catalunya), experto en diseño del comportamiento.

El doctor Armayones comienza argumentando que no somos tan racionales como pensamos. Para demostrarlo se hace las mismas preguntas que nos haríamos nosotros desde el punto de vista de cuán importante es nuestra irracionalidad cognitiva:

“¿Se imaginan tener un marcador abierto en nuestro ordenador sobre el número de personas que mueren en un hospital por cualquier razón? ¿O que nos indique minuto a minuto el número de personas que fallecen en accidentes de tráfico, o de hambre, o en guerras?…Seguramente preferiríamos ni ver el marcador ni saber que nos dice. ¿Entonces porque tantas y tantas personas siguen, casi obsesivamente, la aparición de casos de coronavirus "uno a uno" como si estuviéramos en un partido de baloncesto? Las explicaciones son muchas y entre ellas está la existencia de los sesgos cognitivos a través de los cuales y en más ocasiones de las que pensamos, observamos y hasta juzgamos nuestra realidad inmediata”?

Un sesgo cognitivo es aquel que “provoca una distorsión en nuestro procesamiento mental y que nos lleva a realizar juicios inexactos e interpretaciones irracionales”. Tal sesgo pone en evidencia que somos más irracionales de lo que nos imaginamos.

El doctor Armayones destaca el sesgo congnitivo de confirmación “que consiste en considerar como cierto aquello que coincide con lo que pensamos previamente”, de tal modo “que si de 1000 supermercados, en uno de ellos se han vaciado algunas estanterías, se nos confirma nuestra idea, irracional, de que "debo darme prisa y acaparar" antes de quedarme sin nada”. Buen ejemplo: el caso masivo dominicano con los rollos de papel higiénico hace unos días.

También el doctor enfatiza el sesgo de la negatividad que consiste en la enorme influencia que sobre nosotros ejercen “las noticias negativas y en este sentido con la epidemia de coronavirus lo difícil es encontrar noticias positivas en los medios, lo cual a su vez provoca que, cuando estas se den, aparezca lo que se llama heurística de disponibilidad, es decir, “nuestra mente tiende a considerar más probable aquello que primero nos viene a la mente”.

Apunta que “…en estos momentos no hace falta decir que aunque sea más probable tener un resfriado común que una infección por coronavirus, la mayoría de personas tienden a pensar lo contrario”. Es por ello, quizás, que tenemos por aquí todas las emergencias empachadas de gente con algunos síntomas de gripe estacional que, por estar en esos lugares reunidas durante horas, corren el peligro real de contagiarse de algo peor.

El doctor Armayones nos da un sabio consejo que resume en pocas palabras diciendo “que bien, que adelante, con nuestra ansiedad y estrés, que son reacciones humanas y lógicas, pero que no podemos dejar que ni nos dominen ni que nos nublen nuestra capacidad de dar respuestas racionales, sensatas y siguiendo las normas que las administraciones y los profesionales sanitarios nos indican”.

Tratemos de ser menos irracionales; ayudemos a nuestros semejantes con consejos correctos; vayamos a las fuentes de información confiables y no busquemos más orientación de la que realmente necesitamos (ponernos un poquito a régimen de información sobre el coronavirus-dice Armayones); sigamos fielmente los consejos de las autoridades; ignoremos las exageraciones, mentiras y inexactitudes de las redes de idiotas; mantengamos a raya nuestra irracional preferencia por las noticias negativas y protejamos sobre todo a nuestros viejos. A propósito de esto último, como decía el doctor Secundino Palacios, “dejemos las emergencias a los viejos que son los más vulnerables. Los jóvenes que consulten directamente a sus médicos”.