“Cuanto mayor es la dificultad, mayor es la gloria” (Marco Tulio Cicerón -Filósofo).

Todos los estudios y las investigaciones científicas han probado que la única forma de propagación del coronavirus es de persona a persona o por la mediación de un objeto contaminado por un portador del virus a una persona sana.

Ninguna teoría sanitaria ha sustentado la tesis de que el virus puede viajar solo, en una valija o en las alas de un ave. Viaja en compañía de un cuerpo de una persona infectada, sentado por supuesto, de forma espléndida VIP en la boca, la nariz o en la fila preferencial de ambos pulmones. En otras palabras, para ir de continente en continente y llegar, como llegó la COVID-19 al último rincón del planeta, necesita quien lo transporte y lo democratice de forma equitativa en el mundo.  El Turismo globalizador, salvador de la economía, ha sido el medio por excelencia para propagar esta desgracia y pandemizar la humanidad.

El humanismo antropocentrista coloca la persona humana como centro de la vida.  En medio de una crisis mundial sanitaria que se ha llevado de paso la vida cultural y social, la economía, la política y hasta las confesiones religiosas al cerrar los templos y predicar con tapa bocas para proclamar la fe y la palabra e Dios. No es como para hacer valer   una visión de zaqueta, que hace pensar sólo en el valor económico y las divisas que garantizan el crecimiento y el desempeño de la economía por encima de la vida, todo ello, para superar los demás países en este sentido. Este egoísmo ético a que han empujado al presidente Luis Abinader su ministro de turismo y los empresarios, nos coloca irremediablemente a las puertas de un cuarto (4to.) rebrote del COVID-19.

Del pasado gobierno, se heredó un caos y un manejo político electoral de la pandemia, no se hizo otra cosa que sacar ventajas económicas, generar pánico y meter miedo con la pandemia para imponer terror, generar desorden institucional y manipular el encerramiento y el toque de queda para perpetuarse en el poder.

El presiden Abinader, este gobierno, los ciudadanos conscientes y sectores sociales han hecho una tarea loable y titánica para sacarnos del atolladero y las garras de la COVI-19. La vacunación ha sido un éxito y puede ser mejor organizada de forma estratégica.

Pero es oportuno decir, a pesar de este esfuerzo, que debió primar un sentido más gradualista y prudente para la apertura y liberalización de todas las actividades.  Como también, y es necesario señalarlo, el presidente debió poner un freno a la forma irresponsable en como su ministro de Turismo ha logrado subir las estadísticas de visitas y ocupación hotelera por parte de los turistas extranjeros y nacionales: “vengan no se le hará pruebas porque ya se la hicieron sus países, les garantizamos un seguro full y no se le restringirá y obligará a usar mascarillas y caminar por la zona colonial, como lo hacen, u otro lugar si ningún protocolo o restricciones”. Todo lo anterior nos indica que razones hay de sobra para un 4to Rebrote de la COVID-19.

Con el actual rebrote no hay más preocupación y pánico en la población dominicana por la crisis política y social que azota el hermano pueblo haitiano, crisis que hace mayor que ruido que la COVID-19   cambiando el foco de atención.

De esta pandemia solo vamos salir bien si Juntos impulsamos   la Unidad y la solidaridad para combatir la COVID-19. ¿De qué sirve la economía y el turismo, sino no tenemos salud y vida para disfrutarla?

¡¡¡Si Amas el Prójimo Respeta la Vida, Cuídate y Cuídame!!!