Los primeros síntomas del covid-19, que se confunden con los de la influenza, su capacidad de transmitirse por vía respiratoria, su preferencia por las personas mayores de edad, su ataque preferencial a los pulmones, la ausencia de medios para prevenirlo o liquidarlo, y su ocurrencia en una economía mundial que está más interconectada que nunca antes, obligan a las autoridades políticas y sanitarias de todo el mundo a la adopción de medidas preventivas drásticas y efectivas.

Lo que no podemos evitar son las repercusiones negativas de su propagación en la economía mundial.

Un bicho que solo podemos ver con la ayuda de un microscópico ha tenido la fuerza de derrumbar los precios globales del petróleo y, como consecuencia, también hizo tambalear en esta semana los principales mercados bursátiles del mundo. 

En efecto, en nuestra región las principales bolsas de valores se desplomaron ayer lunes 9 de marzo (Chile, México, Argentina, Colombia). La depreciación de las monedas locales resultaron significativas en algunos de ellos. Lo mismo sucedió con los más importantes mercados financieros: el Dow Jones bajó 7,79%, marcando su mayor pérdida en un día desde diciembre del 2008; el S&P 500- 7,60% y el Nasdaq-  7,29%. La bolsa de Milán fue la más afectada, con una caída de 11,17%. Londres perdió 7,7%, París cedió 8,3%, Frankfurt 7,94% y Madrid retrocedió 7,9%.

Por tanto, una lección que deben estar aprendiendo las autoridades de cualquier país es que el covid-19 tiene muchas maneras de contagiar los resortes cruciales de las economías nacionales y no solamente los pulmones de la gente.

Recién iniciado marzo, el número de infectados por el coronavirus Covid-19 ha superado en China las 80 mil 725 personas, con un saldo de muertes reportadas de 3 mil 136. Los esfuerzos por controlar el brote obligaron a decretar cuarentenas en muchas provincias y ciudades de China; esta drástica medida también ha sido adoptada en otros países afectados (Italia es buen ejemplo). En este momento hay en vigor restricciones de movimientos que afectan a unos 500 millones de personas.

Mientras que el lamentable coste humano del virus no deja de crecer en China y en otros países, el asesino silencioso pasa factura a diversas industrias. Y es que el descenso de la demanda y la interrupción de la oferta que están sufriendo numerosos sectores industriales, tiende a incrementar la incertidumbre en torno a la economía mundial.

El caso de China, por su rol preponderante en la economía mundial, es único. Algunos analistas estiman que el SARS provocó en 2004 pérdidas a la economía mundial por un valor de 36 mil millones de euros y un descenso del producto mundial de 1%. Recordemos que en 2004 la economía china representaba el 4% del PIB mundial y figuraba como la sexta más poderosa del mundo. Hoy esa participación relativa es de 16% y compite con los Estados Unidos por el primer lugar entre las principales locomotoras del mundo. Una locomotora de tal magnitud, empuja muchos vagones, algunos muy importantes.

Basta decir que su contribución al crecimiento mundial fue de 39% el año pasado. Algo preocupante si además agregamos que el gigante asiático es responsable de primera fila del funcionamiento normal de las complejas cadenas de suministros mundiales.

Solo el cierre de las fábricas localizadas en las provincias afectadas por el virus ya afecta sensiblemente a importantes sectores industriales en varios países. Un ejemplo elocuente es el gigante Hyundai que ya anunció la paralización de sus actividades fabriles por la escasez de componentes. Otros fabricantes europeos y norteamericanos del mismo renglón han anunciado la caída del suministro de componentes para su producción.

China es el mayor fabricante de componentes electrónicos. A ella corresponde nada más que el 30% de sus exportaciones mundiales. Japón se resentiría fuertemente ante la interrupción de este tipo de provisiones, ya que las importaciones de partes electrónicas desde China alcanzaron el año pasado la astronómica cifra de 40 mil millones de euros.

También el gigante asiático es el principal importador de materias primas del mundo. El covid-19 está haciendo su trabajo en este importantísimo renglón de la economía de los dragones, por lo menos en lo que respecta al petróleo: la AIE, según vemos en su portal Web, estima que la demanda mundial de petróleo se reducirá 30% en 2019, lo cual significa que pasará de los 1.2 millones actuales a unos 825 mil barriles diarios.

Aquí debemos mencionar la minería china. Pongamos un solo ejemplo, el cobre. China es responsable de abastecer la mitad de la demanda mundial de este metal, determinante para la industria automovilística, pero también para la fabricación de teléfonos móviles y electrodomésticos de todos los tipos.

El covid-19 afectará muy sensiblemente los viajes y el turismo. Según pronósticos conservadores las aerolíneas sufrirán pérdidas de ingresos por unos 113 mil millones de dólares ese año, previéndose  una drástica reducción de la demanda de viajes en todo el mundo. La mayoría de turistas chinos, de gran valor económico en todas partes, parece que se quedará en casa este año. Y este encierro forzoso afectará sensiblemente sus tres destinos preferidos: Hong Kong, Macao y Tailandia (30% de sus visitantes totales). Ya Tailandia  canceló 1,3 millones de reservas, esto, solo para el período febrero-marzo.

El turismo europeo también se resentirá, no solamente por los chinos que no representan la cuota decisiva de sus visitantes. Lo hará por la propagación del virus por todo el mundo, especialmente de manera ya dramática en el propio viejo continente.

Los datos indican que el covid-19 sigue expandiéndose por China, Extremo Oriente y otras regiones del mundo. Los movimientos de personas sufrirán restricciones severas, las perturbaciones económicas se mantendrán y es posible que las cadenas de suministros mundiales sufran la mayor de todas sus desestabilizaciones conocidas. Estemos alertas y seamos grandes previsores, por lo menos esta vez.