"Hay ciudades que viven desterradas en su propia Patria". (Giovanni Papini).
En verdad que yacen pueblos que viven encerrados en su triste tragedia social, donde pululan la gente con desesperanza permanente recordando con nostalgias aquellos tiempos vírgenes y boscosos de nuestra niñez encantadora.
El modelo de estas tierras, hoy lesionadas por obra de la inequidad neoliberal, se dibuja en el Macondo del colombiano Gabriel García Márquez con toda su crudeza.
En nuestro terruño dominicano persisten enquistados muchos macondos, olvidados de la fortuna que ellos mismos aportan con su riqueza natural.
La Provincia Sánchez Ramírez, Cotuí, constituye un caso especial ese absurdo abandono a que lo somete el Gobierno Central, no obstante su patrimonio en oro y agropecuaria que posee. Gracias a la naturaleza Sánchez Ramírez goza de abundante lluvia, por su frontera con el Parque Nacional Los Haitises, pero permanece aislado del presupuesto nacional y de la conciencia social que han de exhibir y aplicar los funcionarios del Estado para compensar el inmenso tesoro que las entrañas que su tierra entrega con generosidad a la Nación. ¡Nada de esto pasa! Doy seguimiento, como auténtico cotuisano, al abandono sin justificación que sufre esta provincia, siendo el corazón del Cibao.
Es un panorama de irresponsabilidad e iniquidad social de parte del Gobierno, que sólo se interesa por recibir los "cuartos" millonarios sacados de las costillas de los cotuisanos y provincianos a cambio de nada
No llego a comprender la mezquindad con los diferentes gobiernos han tratado a Cotuí, pese que en gran sustenta con su producción de oro el déficit fiscal del Presupuesto. Como en otros tiempos y en tierras, es como si a la par con la riqueza del oro se arrastraran fatales consecuencias.
Aquel Cotui del pasado de bohíos de zinc y yaguas , con algunas casas cómodas de la corta clase media, de copiosas lluvias traídas con los vientos de Los Haitises; de abundantes y ricos mangos de toda la variedad , producción de dulcísimas piñas, ríos diversos con nombres indigenas; frutos de todas las especies y montañas boscosas donde nos esparcíamos; sobre todo el río Yuna cruzando orgulloso las tierras bajas, desbordando canales y lagunas para fertilizar los arrozales al estilo del Nilo en el Norte de África; lagos y lagunas que semejando un jardín de Lilas, se convertía en una verdadera cantera de peces, jicoteas, anguilas, jaibas y aves, que servían de riqueza y alimentos a los familias y a los pescadores; la caza de Guinea, patos salvajes, codorniz, tórtolas y toda variedad de aves servían de alimentos y distracción sana a los cotuisanos.
Se disfrutaba un vida de encanto y naturalidad a la usanza campesina, como lo describe J. Jacobo, Rousseau en su paradigmática obra Emilio o Sobre la Educación, con su tesis de la motivación por una vida natural para el desarrollo sano de la niñez.
Todo comenzó a cambiar desde que el Estado dominicano dio luz verde a la explotación de minerales, que comenzó con la Rosario.
Muchos ríos se han contaminado y la riqueza de sus aguas se ha disminuido hasta casi desaparecer. Los ríos mueren lentamente a causa de la contaminación. La gran Presa de Agua en que se transformo el Yuna en 42 kilómetros cuadrados a lo largo y ancho, fuente ayer de pesca y sustento de los campesinos, ya no aporta esa magia en las redes de pescar ni tampoco el sano manjar que degustábamos con tanto fervor y sabrosura. Vino el temor a causa de los químicos que se desbordan arroyos abajo hacia la presa y que envenena por la explotación minera.
Aparecieron los testimonios. Enfermedades y ñañaras en los flácidos cuerpos de los campesinos, como se evidencian en los vídeos que algunos reportes periodísticos recogen en la zona. Todo resultado del ambiente contaminado y los riachuelos envenenados que bajan de las montañas, que ayer estaban preñadas de frutos y ríos en los Cacaos, Cabirma, Zambrano , Las Lagunas y otras secciones que anduvimos cual niños aventureros.
¡Y lo peor!, al pueblo no le llega el acordado cinco por ciento de su propio patrimonio, de la riqueza donde nacieron.
Es un panorama de irresponsabilidad e iniquidad social de parte del Gobierno, que sólo se interesa por recibir los "cuartos" millonarios sacados de las costillas de los cotuisanos y provincianos a cambio de nada. Lo del impacto ecológico, mucho menos interesa; al final con unas pocas construcciones menores a otras regiones, se levantan las declaraciones burdas y manipuladas de las autoridades.
En realidad me duele en lo más profundo del alma en mi condición de cotuisano, mi chica Patria, que se le regatee el cinco por ciento de la explotación del oro.
Esta comunidad en la que forje mis primeras impresiones de la vida social, cultural y política con agrado de servir con devoción santa a gente pueblerina, humilde y alegre ; donde de las manos de la juventud “retocé”, luché por la libertad, me transformé en deportista y en organizador de sociedades, para terminar contribuyendo con la instalación de la Universidad Uteco, responsabilizándome de la primera Rectoría, mientras me desempeñaba como Director General de la Biblioteca Nacional.
Y cuento que solicité ese permiso al Presidente Jorge Blanco en beneficio del trabajo social y académico de la comunidad, sin salario alguno. El presidente Salvador Jorge Blanco aceptó con mucha satisfacción, por el bien de Cotuí, puesto que le atormentaba la extinción del oro en los finales de la Rosario Maning Co., y debía quedar un foco de desarrollo que reconoció con el decreto 820 en febrero del 1982, fecha del nacimiento de esa criatura académica, que hoy ofrece sus mejores frutos a la sociedad de Sánchez Ramírez a toda la República Dominicana.