El Ministerio de Cultura tiene una Biblioteca Dominicana Básica (BDB) a buen precio y con excelente edición. He adquirido Cosas Añejas, tradiciones y episodios de Santo Domingo por César Nicolás Penson (2018, Santo Domingo, Editora Nacional). La obra trae una interesantísima y bien trabajada introducción de Manuel Núñez en la que se realza, con justicia, la importancia literaria de esta obra y de su autor.

La edición trae las notas lexicográficas e historiográficas realizadas por el autor a pie de página y no al final del libro, como en otras ediciones anteriores. Incluso, poseo ediciones escolares en las que no se le añaden; quitando de este modo un material valiosísimo no solo para la comprensión de la obra, sino también de la cultura y el léxico dominicano decimonónico.

Como bien señala Núñez la vida breve de Penson, apenas 46 años (1855-1901), no impidió dejar a la posteridad una vasta obra periodística, lexicográfica y narrativa que todavía no ha sido recogida en su totalidad y, mucho menos, analizada críticamente en el país. Con excepción de los comentarios críticos de José Alcántara Almánzar y Giovanni Di Pietro solo conozco el estudio sociográfico de Cosas Añejas realizado por Rita Tejada (disponible en http://www.cielonaranja.com/ritatejadapenson.htm).

La nota introductoria de Manuel Núñez pasa al orden apologético del autor, continuando la línea inaugurada por Joaquín Balaguer en lo que respecta a los comentarios laudatorios del patriotismo en el autor de Cosas Añejas. En su nota introductoria, Núñez plantea el problema de las lecturas posteriores de esta obra de Penson, exponiendo los tres prejuicios que “han implantado una cierta ceguera sobre su obra” (p. xxi), a saber: primero, ser portavoz de la burguesía dominante. Segundo, proyección de la discriminación racial y, tercero, el supuesto marcado antihaitianismo reflejado en la obra. Estos tres prejuicios son combatidos por Núñez con ejemplos concretos de las tradiciones. Dejo al lector informarse al respecto.

Lo que me interesa señalar brevemente, ya que Núñez a penas solapadamente lo aborda, es el problema de la tradición oral y el trabajo de la escritura como orden discursivo de importancia en la constitución de una identidad nacional. Dado el éxito que obtuvo la obra para la época y los esfuerzos precursores del género “tradiciones” en el marco del romanticismo y el tradicionalismo criollo en el siglo XIX, creo que la lectura desde la relación oralidad-escritura es pertinente.

Las tradiciones de Penson son reconstrucciones escritas de una oralidad para la cual no hay archivos o documentos que la avalen; contrario a las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma, las de Penson están hechas de testimonios orales que en la mayoría de los casos se contradicen o se superponen. Cada fuente impregnó creativamente el relato de lo sucedido antaño. Cuando el escritor los recibe, ejecuta una transformación imaginaria convirtiéndolas ya en obras literarias de ficción. El valor testimonial e historiográfico se convierten en lo adelante en recursos retóricos para generar una obra de arte, un texto ficcional que tiene sus méritos literarios por sí mismo y no por su referencia a algún suceso pasado. Lo mismo podemos adjudicar del valor ideológico que posee la obra en sí mismo, respecto al momento y al contexto en que se formula como obra.

La labor escrituraria genera, por su propia tecnología, esta separación entre el testimonio oral y el texto literario. En este sentido, la identificación casi anónima (por siglas) de las fuentes de los testimonios solo es un recurso más de la ficción que, como discurso literario, procura separarse de lo oral y adquirir el prestigio que para la época tenía la escritura.

Cosas Añejas es, a mi juicio, uno de los esfuerzos más conscientes de la cultura criolla decimonónica por adentrarse al proyecto moderno de la ciudad letrada, en los términos en que Ángel Rama expone este concepto. Por esta razón Cosas Añejas es una obra capital para entender el discurso que sobre nosotros mismos hemos construido los dominicanos en un momento en que vamos pensando sobre nosotros mismos, en lo que somos y en lo que nos diferenciamos y cómo nos diferenciamos de los demás.

Lo interesante es que esta unión entre escritura e identidad nacional es una de las fuentes de inspiración del tradicionalismo romántico.