“Los que para tener libertad de prensa
y derechos constitucionales
compraron diarios y radios y plantas de TV
con todo y periodistas y locutores y camarógrafos
y compraron la constitución política con todo y
Asamblea Legislativa y Corte Suprema de Justicia.”
Roque Dalton
Aquilatar en todo su esplendor lo ocurrido el viernes con la presentación pública de los comisionados resulta imposible. Ni Adán al morder la manzana tuvo las sensaciones a las que nos vimos expuestos frente al televisor y que pudimos adivinarles a los protagonistas, porque el corporal es un lenguaje que no acompaña a las palabras cuando se utilizan para mentir.
El tema del nuevo Sistema Electoral está pendiente de ser abordado, pero hay un aspecto de la crisis que suele no considerarse y es el resplandor con que se nos muestra el funcionamiento del Sistema Político, la historia reciente y los acuerdos evidentes entre los actores de siempre. Si bien la crisis se torna sin ninguna duda en una crisis notable, está muy lejos de ser una crisis de notables: ellos, los hijos del declarado padre de la democracia, siguen sin una gota de vergüenza haciendo lo de siempre. Los mayores y los descendientes de los mayores.
La imagen de los comisionados que vimos en televisión debería provocar una profunda revisión del método del análisis político, del estudio del lenguaje no verbal, del por qué aquello de “La verdad nos hará libres” es ahora parte de algún evangelio apócrifo. Aun más, ese espectáculo nos confronta a la urgencia de entender un nuevo género literario que celebra el cumplimiento de la ley y a la vez indica que es necesario cambiarla. Ni hablar de cómo se justifica y se defiende aquello de que al grande y poderoso no se le debe aplicar la ley puesto que exigir tal desmán puede generar gastos. La impunidad es entonces, fuente de ahorro fiscal.
Este servidor, luego de asegurarse de que estaba despierto y en estado de alerta, decidió dedicarse a organizador de una cadena de oración para liberar a una familia dominicana -varias veces ungida con las delicias del poder desde Trujillo- de la “contrarreacción” y de “las maldiciones tan grandes” ya expresadas en la traviesa condena de que el todopoderoso haya conseguido que a dos de sus miembros la lengua les funcione antes que el cerebro. Ni hablar del tratado de comunicación verbal y corporal al que nos referimos más arriba: las gesticulaciones faciales con las que alguno de los comisionados enterró toda posibilidad de que la puesta en escena pudiera ser tomada en serio cuando se defendió la inocencia del colega que reside por estos días en Najayo sospechoso de haber sido sobornado. El desmentido no dejó lugar a dudas: aquello no era una Comisión, en realidad era una comunidad.
Nos hemos propuesto ser positivos, así que empecemos por reconocer el privilegio que sentimos por la posibilidad de verlos también sin sonido. Ese ejercicio en primer lugar sirvió para recordar a Macron. Luego las entrañas mismas de la duda me desafiaron y me pregunté qué sugería tamaño espectáculo ante la imposibilidad de cuestionar la condición de notables de quienes integran la comisión. Y es que lo de notables no puede ser puesto en duda: no son notables, son notabilísimos. Mirando la imagen frisada me llegó desde las profundidades de la historia y de los periódicos viejos una voz que incesantemente repetía “¡Todos somos balagueristas!”
¿Será que lo ocurrido es parte de la revolución educativa? ¿Será que fuimos visitados sorpresivamente en nuestros hogares por el pasado, por ese grupo conformado por un cura empresario, un recluso (cuyo aporte al trabajo de la Comisión nadie puede poner en duda), por varios reconocidos empresarios y por sus empleados? Lo más concluyente de sus recomendaciones es subirle el valor al terreno donde se construye la planta a carbón. Y dado el hecho de que sus conclusiones no tienen ningún valor institucional, ninguna importancia jurídica, ni son vinculantes con nada, solo serán utilizadas sin suerte, como un ensayo de consecuencias políticas y como argumento vocinglero de radio, de televisión y hasta de columnas en los medios escritos.
Las 285 páginas son también definitivas para poder entender, siendo el mundo tan grande, el por qué Odebrecht decidió localizar en esta media isla “La División de Operaciones Estructuradas (que) funcionó efectivamente como un departamento de sobornos con Odebrecht y sus entidades relacionadas.”
No estará mal estudiar también el significado de las 2.500 horas/hombre ¿será porque no había ninguna mujer comisionada? ¿Y cuántas horas de esas se necesitarán para decir la verdad? ¿O será que se ha llegado al extremo nerudiano de que la verdad se ha endurecido hasta la mentira?
Se equivocan los que hablan de que no se avanza pues han dejado claramente establecido que se avanza hacia donde casi nadie quiere moverse.
Y como de lluvias de cuestionamientos se trata, vale preguntarse hoy ¿luego de ser abandonada por una pareja de empresarios cuáles son los verdaderos componentes de la “Marcha Verde”? ¿quienes son los verdes?¿se pueden ver de otra manera? ¿no será que la masividad, el orden, la decencia de la Marcha Verde se debe precisamente a que algunos no estén en ella? No están los viejos convocantes a las iniciativas democráticas siempre frustrantes con su instrumentación de las organizaciones populares para negociar con el curita sus intereses, con tan poco interés nacional, con tan escaso sabor de pueblo y tan poco democrático. ¿O no es ése el sabor de todo lo que cocina FINJUS, ANJE, CONEP y ahora la antigua aliada de los verdes, la AIRD, con su profunda vocación residencial palaciega?
La historia continúa. Y si bien los deshonestos tienen derecho a creer que todavía quedan muchas alternativas, los “talentos nacionales” deben saber que ya entregaron su alma al diablo, a los cívicos de siempre, a los del golpe de Estado, a los que se quedaron con todo y que sobreviven haciendo acuerdos con el tigueraje. Esos mismos que cuando pasan la cuenta no son precisamente agradecidos ni democráticos. Si la marcha del 16 de julio vuelve a ser exitosa, les quedará solo el camino de la represión… y adivinen quiénes serán los responsables.
Hace unas semanas, refiriéndome al reglamento del Consejo Nacional de la Magistratura, cuestionaba si “alguien pudiera explicarle a este país con una hilacha de teoría política qué hace el CONEP opinando sobre estos temas”. No esperábamos una respuesta tan rápida. Veamos lo ocurrido estas semanas: Los cabilderos del CONEP, o mejor todavía, “su cabildero” acabó con el Consejo Nacional de la Magistratura por ser, en su opinión, incompetentes sus integrantes, incluyendo al presidente que no estudió leyes. Ahora ese mismo CONEP promueve los candidatos del CONEP, que de seguro cumplen todos los requisitos exigidos en el formulario propuesto por… el CONEP. Así no se puede. La pregunta es instantánea ¿qué significa para los “incompetentes” integrantes del Consejo de la Magistratura a la hora de elegir que un candidato haya sido propuesto por el CONEP?
Anoto estas evidencias públicas para mostrar que si algo tienen las crisis es que unen no solamente a los que anhelan el cambio, también se unen los que quieren impedirlo. La alianza política empresarial que explica más de cincuenta años de falta de democracia, de poca institucionalidad ha quedado frente a todo el mundo sin posibilidad de engañar a nadie.
Con todas sus desolaciones, los políticos y políticas que no están en el gobierno han estado mejor que sus eternos detractores cívicos. Salvo el “candidato único” -que tiene candidato “independiente” para el Tribunal Supremo Electoral- todos y todas han estado mucho más avispados.
Se hace evidente que todo está entrando a una nueva etapa, un nuevo período muy marcado por el hecho de que ya a los sectores más retardatarios no solo se les están acabando las razones, ya tampoco les quedan argumentos. No fueron suficientes las intervenciones telefónicas y la mensajería en Internet, las fotografías para amedrentar o la genialidad de proponer que la Marcha Verde se transforme en partido, idea que fue celebrada por los viudos de Joao con abundantes brindis pero que los verdes se bebieron con agua.
Desde la escena política no debiera esperarse una salida de libreto, aunque ya es posible adivinar a los profetas, los inefables tácticos, que desde hace casi seis décadas aparecen cada cuatro años, en cualquier contexto, con el tesis más selecta para que todo siga igual: “Unidad de la oposición”.