Mucho se ha exigido la transparencia en el Estado y poco se ha logrado. Corrupción y más corrupción hay en la República Dominicana en todos los niveles. Ya no importa qué o cuál posición se ocupe, robarle al Estado parece algo normal y natural. La cuestión es tan grave, que quien denuncia algún acto de corrupción, es tildado de envidioso.

Queremos la cabeza de los que suponemos son grandes corruptos, pero deberíamos pedir la cabeza de todos los corruptos. No importa el monto que se robe, es el acto que debe sancionarse.

Hay una modalidad de corrupción que practican muchos y son los que en muchos casos los que tienen un mayor azote para castigar a los “corruptos”. Se trata de la subcontratación informal de algunas posiciones, mayormente dadas en los profesores. La persona tiene un nombramiento y de buenas a primera decide dejar el empleo, pero no dejando su nombramiento y van cambiando de personal durante años y al final cobrar una su pensión y quienes han trabajado, que en muchos casos no pueden decir que no, producto de la necesidad, no importa cuánto hayan laborado en dicha posición, no tienen derecho a una remuneración.

Lo grande del caso es que quienes llevan a cabo dicha práctica de las subcontrataciones, tienen la cachaza de decirles a sus empleados que todo esto es una ayuda para ellos, que generalmente conocen su situación y se aprovechan de la misma. No sólo se pintan como buenos empleados, sino como mártires sociales, siendo en verdad unos corruptos y abusadores. Lo peor es que en la mayoría de los casos es con la anuencia y complicidad de los superiores de la institución.

Ojalá que el Ministerio de Administración Pública (MAP), llevara a cabo una investigación e intente erradicar esta práctica, porque la pensión es un derecho ganado por quien haya trabajado para el Estado, no para quien diga haber trabajado, por el simple hecho de haber mantenido un nombramiento.

Quien incurre en esto, es tan corrupto como, bueno, ese mismo.