Somos un pueblo condenado a la corrupción. No importa lo que prometan los políticos mientras son candidatos. Lamentablemente terminan peor que cuando comienzan sus respectivos períodos. Si estudiamos y analizamos desde el 1966, hasta el día de hoy, nos damos cuenta de que pareciera que es una competencia por quien lo haga peor y sea más corrupto.
Estamos tan mal, que los mismos políticos se han ocupado en decirle al país, que la corrupción es solo cuando se roba dinero y no es así. Hay muchas maneras en que se comete o existe un acto de corrupción, desde tráfico de influencia, desvío de fondos, nepotismo, hasta dar o recibir dinero de fondos públicos sin ninguna razón, sobrevaluación de cualquier índole o el uso de los recursos del Estado para beneficio propio.
En estos días ha salido a la luz pública una lista de periodistas, que en el gobierno anterior fueron tildados de bocinas y que aún siguen cobrando, o mejor dicho, el gobierno les sigue regalando dinero. Están muchos funcionarios del gobierno anterior, que llegaron a dichos puestos, no por capacidad ni preparación, sino por estar pegados con un funcionario X y no tuvieron la decencia de renunciar o poner a disposición sus cargos, (debo hacer mención del Dr. Chanel Rosa, por citar un caso, a quien no tengo el honor de conocer, pero puso su renuncia del Servicio Nacional de Salud, a pesar de que pudo quedarse, porque no tenía el tiempo establecido por ley, para facilitar la conformación del nuevo equipo de salud de este gobierno).
Ahora vemos cómo personas han sido designadas en muchas posiciones y aunque se podría pensar que están preparados para dicha función, no lo están. Se cometen todo tipo de atrocidades, desde la vinculación de familiares que la ley lo prohíbe o el uso de fondos públicos, dando dinero a quienes ellos creen merecerlo o necesitarlo, hasta la contratación de personal no capacitado en posiciones técnicas, tan solo por caerle bien al titular.
Hemos visto el crecimiento económico de muchas, pero de muchas personas, que se han alimentado de sobornos o comisiones ilegales y son tan descaradas, que muestran inmuebles que nunca podrían comprar de manera honesta.
Ahora se ha dicho, como en todos los últimos gobiernos, que se llevará a cabo una auditoría a todas las instituciones del Estado. Ojalá sea verdad, pero no creo, aunque con los fondos públicos, cualquier ciudadano puede solicitar la información y deben dársela. Pero muchas instituciones no tienen, ni siquiera portales en la internet, mucho menos transparentan los gastos ni las contrataciones que realizan.
Y ay de ti si cuestionas, porque te pueden mandar a tu casa por dudar de una persona “honorable” y “seria” que no quiere y en la mayoría de los casos no puede justificar el manejo económico de una gestión.
Es poco tiempo para evaluar y calificar al nuevo gobierno, pero para muestra basta un botón.