Leyendo las noticias antes del inicio del mundial, nos preguntábamos sobre las protestas que cundieron en Brasil ante la inminencia de la celebración del evento deportivo más masivo del mundo. Todo se explica en clave moderna: la corrupción, pero no la vigente, si no la que trajo el mundial consigo.

En verdad que las emisiones televisivas son inocuas, ya que no nos recuerdan que en las vísperas del pitazo inicial había una huelga de transportes en Sao Paulo. Sólo escuché un comentario escapado a un comentarista internacional sobre la corrupción en el mundial: la presencia de incógnito de Pelé en las gradas, ya que no recibió invitación para un palco en uno de los partidos de Brasil. ¿Por qué? Por la corrupción.

Buscando antecedentes, encontré un artículo sobre el tema:  Brasil 2014: 5 desafíos para salvar al Mundial del fracaso, en la revista electrónica “Depor” de Perú días antes del inicio del Mundial (Disponible en:  http://depor.pe/futbol-internacional/brasil-2014-5-desafios-salvar-mundial-fracaso-reportaje-1017916) y nos apoyaremos en adentrarnos en el malestar brasileño.

El primer argumento son las pretensiones de los políticos: sobredimensionar LOS ESTADIOS y convertirlos en pirámides, buenas para mirar y nada más, algo así como los Juegos Nacionales en República Dominicana. La Copa del Mundo se puede celebrar en un mínimo de 8 estadios, pero el Gobierno de Brasil fue muy ambicioso y llevó el Mundial a 12 sedes. Esa decisión es en buena parte la culpable de que Brasil 2014 vaya a ser el Mundial más caro que jamás se realizó en la historia. Su coste está próximo a los 13,500 millones de dólares, según las cifras oficiales del Comité Organizador a finales de 2013.

Lo peor de todo es que las 4 canchas sobrantes (esas que aumentan el Mundial a 12 estadios) están en ciudades donde no hay equipo de fútbol en la primera división brasileña: Brasilia, Cuiabá, Manaos y Natal. El caso más extremo está en Manaos, cuyo mejor equipo compite en la cuarta división de Brasil y congrega a 500 personas cada dos semanas. Ahora jugará en el Arena Amazonia, con capacidad para 44 mil espectadores. “Y el costo de mantenimiento de los estadios es de un 10% por año, por lo que en una década se duplica el costo inicial del estadio”.

El sobrecoste de los estadios es una de las grandes razones por las que miles de brasileños se lanzaron a la calle a protestar durante la Copa Confederaciones de 2013, pero no fue la única. El Gobierno brasileño realizó muchas concesiones a las exigencias de la FIFA que incomodaron, perjudicaron y afectaron a muchos habitantes. Estos vieron en el evento del pasado año un adelanto de lo que debían padecer este año durante el Mundial.

Entre los protestantes estaban colectivos tan variopintos como las vendedoras de semillas que se ubican alrededor de los estadios y que la FIFA, de la mano de la policía brasileña, les impedía ejercer su profesión en ese espacio. “La razón es que una de las peticiones de la FIFA para celebrar el torneo es tener la exclusividad de toda la publicidad y ventas que se ubiquen en un radio de 2 kilómetros en torno al estadio.

Los estadios no son las únicas obras que van con retraso en el Mundial. Brasil hizo un enorme esfuerzo de US$ 2,700 millones de dólares en mejorar la infraestructura y capacidad de sus aeropuertos, pero lo comenzaron demasiado tarde y la lentitud de los progresos levanta serias dudas sobre su finalización antes al inicio del Mundial. El aeropuerto de Fortaleza ya anunció que no podrá completar su plan de ampliación a tiempo y habilitará una terminal para pasajeros temporal hecha con carpas.

Allí en Fortaleza se celebrará el partido entre la anfitriona Brasil y la selección de México, lo que provocará el paso de 100 aviones durante el día del partido por el aeropuerto de la ciudad.  La previsión de los organizadores es que a Brasil lleguen 600,000 visitantes extranjeros durante el mes que dure el Mundial, y esta cifra también pondrá a prueba los accesos a los estadios, especialmente en aquellos de nueva creación. Este aspecto generó mucha incomodidad en la Copa Confederaciones. Allí el Arena Pernambuco de Recife obligó a los hinchas a hacer varios trasbordos de metro y autobús antes de caminar casi un kilómetro para llegar al recinto deportivo. En la Copa del Mundo este estadio acogerá 5 partidos.

Todavía hay una esperanza para que los sistemas de transporte de Brasil no colapsen, y es a cambio de otra mala noticia: el número de turistas puede ser más bajo de lo esperado por culpa de los altos precios que Brasil ha puesto para la Copa. Esto acerca a la organización del Mundial al fracaso, ya que supone menos ingresos de los esperados por el turismo.

El único ingrediente que le faltaba a este cóctel explosivo de descontento social entre los brasileños era la corrupción en torno al Mundial de Brasil 2014 y por desgracia también la tienen. Tanto que terminó con la dimisión en 2012 de Ricardo Teixeira, presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol y del Comité Organizador de la Copa del Mundo.  Como Pelé fue la imagen de la campaña por la sede del Mundial, no se le invitó ni por la figura que es en la historia de los Mundiales a un palco. La corrupción también se ha entronizado en el Mundial. Ahora, sólo queda apostar por quien va salir campeón mundial…