En la sociedad dominicana se vive una tensión permanente en la reacción y manejo que tiene la población adulta de los comportamientos de la población infantil y adolescente.
Cotidianamente se viven en centros educativos y familias diferencias generacionales, expectativas, demandas y manejo de información entre la niñez, adolescencia y la población adulta.
Los métodos de corrección que se habían utilizado históricamente y que todavía hoy se utilizan son aquellos que manejan la imposición y el maltrato como forma de corrección. Estos están sostenidos en una cultura autoritaria que impone conductas y por tanto impone la violencia como pauta de relación.
Las conductas violentas en adolescentes, niños y niñas no provienen de una educación sostenida en la libertad, responsabilidad, democracia y paz, sino de la reproducción de círculos de violencia
En el 2008 realizamos un estudio etnográfico en escuelas primarias del sector publico para Plan Internacional. Este estudio se publico en el 2009. El Estudio analiza la presencia de la violencia en la escuela desde distintos escenarios y tipos de relaciones. Relaciones entre docentes-estudiantes, estudiantes-estudiantes, directores/as-estudiantes, padres/madres—estudiantes.
En uno de los acápites del estudio se muestra el uso permanente del maltrato físico y verbal como forma de corrección en el aula. Este patrón no ha cambiado. Las observaciones de docencia en distintas escuelas, urbanas y rurales en diferentes provincias muestran relaciones entre docentes-estudiantes, directivos/as de centros-estudiantes, estudiantes-estudiantes sostenidas en el maltrato verbal justificado desde la corrección.
El uso de la expresión: “cállate”, “siéntate”, “quitate de ahí”, “siéntate bien” son frecuentes y continuas. En dos horas de clases se puede registrar 45 minutos dedicados a estas expresiones en intervalos intercalados con otras instrucciones.
Estas expresiones junto a muchas otras son violentas. El ejercicio de sanciones continuas y de silenciar la voz de niños, niñas y adolescentes en el aula reprime sus capacidades y destrezas y genera en ellos/as resistencia a permanecer en el aula y la escuela.
El afán de callar al niño, niña y adolescente es contradictorio con la naturaleza misma de la educación y el aula como espacio de aprendizaje. Se supone que por el contrario, niños, niñas y adolescentes deben asumir roles interactivos y dinámicos.
La mirada a la niñez y adolescencia desde las personas adultas en nuestra cultura es una mirada autoritaria y vertical sin reconocimiento de que son sujetos de derecho que necesitan libertad para asumir responsabilidad.
Fomentar la libertad desde el autocontrol y la responsabilidad debe ser un eje clave de enseñanza permanente. No le tengamos miedo a que nuestros/as niños, niñas y adolescentes aprendan en libertad y alegría. Así estamos formando para la democracia en una cultura de paz.
Las conductas violentas en adolescentes, niños y niñas no provienen de una educación sostenida en la libertad, responsabilidad, democracia y paz, sino de la reproducción de círculos de violencia. Niños, niñas y adolescentes que se integra a círculos de violencia y criminalidad han sido muy castigados, maltratados y violentados. Así lo demuestran estudios en el país y en la región.
Este artículo fue publicado originalmente en el periódico HOY