Marx se refirió al concepto de despotismo oriental  en 1853 para referirse al sistema montado para la realización de las grandes obras relacionadas con el embalse y la canalización del agua y su distribución en las superficies irrigables para su cultivo en Oriente. Para él esto requirió unos gobiernos centralizadores y absolutos, que constituyeron unas tiranías políticas.

Pero quien desarrollo la teoría del modo de producción del despotismo oriental fue el comunista alemán Karl Wittfogel, que tuvo que dejar Alemania y Europa para residir en los EE.UU. donde escribió su obra “Despotismo oriental. Estudio comparativo del poder totalitario”.

Uno de sus aportes es que en Oriente  se encuentran los precedentes del estado totalitario moderno. El despotismo oriental era un sistema duro, opresivo, que se basaba en un control basado en una burocracia, un ejército y un sistema de seguridad-inteligencia, que controlaba a la población.

Grandes masas eran empleadas en los trabajos hidráulicos y en la construcción de palacios, monumentos, y fastuosas tumbas. Esta burocracia controlaba las tierras irrigables y cultivables y tenía como función evitar los conflictos que alteran la estabilidad del sistema. En la cumbre del sistema estaba el gobernante absoluto (rey, faraón, emperador), y el objetivo principal del sistema era la perpetuación del gobernante y de sus herederos.

La versión moderna del despotismo oriental tiene su representación, ¿farsa o tragedia?, en el sistema operante en Corea del Norte. Después de la guerra de Corea (1950-1953), y de la partición de su territorio a partir del paralelo 38, en dos repúblicas. Kim Il Sung, se impuso como líder de la República Popular de Corea del Norte.

El sistema llamado vulgarmente “comunista”, que se impuso en ese país como en otros de Asia y Europa, se caracterizaba por un control absoluto o casi absoluto de los medios de producción a través de la propiedad estatal de los mismos.

Era un sistema jerárquico rígido, donde un Partido único controlaba todos los hilos del poder, a través de una burocracia, de una policía política omnipotente, y de un poderoso ejército que disuadía y preservaba las fronteras, mientras internamente la población, se la organizaba en organizaciones de masas, controladas por dirigentes del partido único, y cuya función era bajar líneas de actuación, y menos, subir, de abajo hacia arriba, los planteamientos, quejas, y necesidades de “las bases”.

En Europa ese sistema fue desarrollado hasta la caricatura por Stalin y allí logró producir un salto adelante importante pasando Rusia de un país agrario atrasado a una potencia militar-industrial, aunque la orientación de la economía, debido al llamado “cerco capitalista”, era producir cañones más que mantequilla. En 1989 y sobre todo en 1991 todo el sistema se vino abajo y se paso del capitalismo planificado social de Estado al capitalismo gansteril de Yeltsin y comparsa.

En Corea del Norte ha logrado sobrevivir este modelo, pese a todas las dificultades y obstáculos que han encontrado. El líder del país Kim Il Sung, hasta su muerte, y sus sucesores, han dado prioridad al desarrollo armamentístico,  a la posesión de armamento nuclear y al desarrollo balístico.

El precio pagado para ello ha sido mantener a su población bajo unas condiciones de vida asfixiantes en lo material e incluso en lo alimenticio. No son extrañas las hambrunas, ante la baja producción interna de alimentos o la carencia de divisas para importarlas. A lo que se une las dificultades que se le ponen para proveerse de ayudas externas, incluidas las alimenticias, por los organismos internacionales.

A Kim Il Sung  le sucedió su hijo  Kim Jong-Il en  abril de 1998, inaugurando una penosa sucesión monárquica hereditaria, que obviamente no tiene nada que ver con las ideas sociales que proclaman, y que hunde sus raíces en la tradición del despotismo oriental. A su muerte en diciembre de 2011, funcionó la sucesión hereditaria, y accede al poder su hijo, o sea, el nieto de Kim Il Sung, Kim Jong Un, de apenas 28 años.

Debido a su bisoñez en el mando su tío Jang Song Thaek, se convirtió en su tutor,  hasta que se consolidó en el mando y conoció los mecanismos del poder norcoreano. Hasta aquí todo normal, dentro de la anormalidad de ese régimen.

Pero he aquí que se filtra por fuentes ligadas a los servicios de inteligencia surcoreanos  hace pocos días atrás, que Jang Song Thaek ha sido apartado del mando e incluso asesinado. Posteriormente a esa filtración los servicios de prensa gubernamentales confirman que Jang Song ha sido purgado y ha muerto.

El periódico de Hong Kong, Wen Wei Po, que se considera un órgano portavoz del Partico Comunista Chino en esa ciudad, informa que Jang Song murió el 12 de diciembre de 2013. Luego el actual heredero del trono-republicano de Corea del Norte, Kim Jong Un, en su discurso de fin de año confirma que su tío y otros han sido apartados del poder por constituir una fracción y por cometer actos irregulares y corrupción. También se señala que pretendía dar un golpe de Estado.

El asombro llega cuando se filtra como murió el tío del líder supremo Jang Song Thaek y cinco de sus ayudantes. Fueron arrojados a una jauría de 120 perros, que tenían cinco días sin comer y fueron devorados por ellos. Hay más aún, en ese “acto” estuvo presente Kim Jong Un, su hermano Kim Jong Chol y otros 300 oficiales y altos cargos.

Esa es la mecánica de esos regímenes despóticos: eres un dirigente leal hasta que entras en contradicción con el líder u otros dirigentes de la cúpula del poder, y entonces, devienes en un “enemigo del pueblo”, y a partir de allí, no eres nada, y no tienes derecho a nada, ni siquiera a morir con un mínimo de dignidad.

Allariz, Ourense, 3 de enero de 2014