CORBÉ
La palabra que figura a modo de título no se encuentra como tal, es decir, por derecho propio en los diccionarios diferenciales de español dominicano. Esa palabra se encuentra formando parte de algunas locuciones de uso común en el habla de los dominicanos. En este apartado se argumentará que ella merece un sitio en el léxico dominicano porque posee una significación que le es propia.
Hace ya varios años que por medio de estos escritos se hizo un espacio a la palabra en cuestión, pero a pesar de que se explicó su procedencia no se arguyó para crearle un espacio propio.
Corbé es una voz de origen francés que probablemente ingresó al español dominicano durante la ocupación haitiana. Esa es la representación gráfica que el dominicano ha hecho de la voz corvée del francés que era una obligación que los ciudadanos debían honrar como un impuesto pagado en horas de trabajo. Consistía en un trabajo gratuito para la comunidad que hacían los ciudadanos en grupo. Tuvo su origen en la sociedad feudal y era un tributo que se debía al señor feudal.
En la lengua criolla haitiana lo escriben, kòve y lo definen como trabajo en grupo seguido de distribución de comida, realizado por obligación y generalmente en las vías públicas.
El Diccionario fraseológico del español dominicano (2016:137) asienta dos locuciones sustantivas con la palabra del título, corbé de gente y corbé de presos; y una locución adjetiva, de corbé. La primera es, “Grupo numeroso de personas”. La segunda es, “Grupo de reclusos dedicados a trabajos forzados”. La tercera es, “Referido a persona, grupo que va por el mismo camino”.
Al copiar las acepciones se resaltó el vocablo grupo y esto explica que se haya escrito acerca de la palabra. Se piensa que en el español dominicano hay que hacerle un lugar a corbé con el significado de “grupo”, esto así en vista de lo que acaba de exponerse.
Ojalá se encuentre eco en esta propuesta de incluir esta voz en calidad de específica del español dominicano con la acepción que se propuso.
BLANQUITUD
“El fenómeno de la BLANQUITUD. . .”
Con alguna frecuencia no precisada, aparece alguien con buena educación formal que muestra de manera implícita su inconformidad con los recursos que ofrece el léxico de la lengua. Esto que se acaba de exponer es lo que se cree que ha sucedido en el caso de la frase que se reprodujo a modo de ejemplo del uso de la voz del título.
En muchas ocasiones -quizás demasiadas- la persona que inserta la nueva voz no tiene el deseo o la oportunidad de explicar el nuevo término que saca a la luz. Como consecuencia de eso los lectores se ven en la situación de tener que descifrar el significado de lo que leen.
No resulta difícil encontrar que esta voz tiene relación con la palabra blanco. Se presume que no es un sinónimo de otra palabra vinculada con blanco, sino que posee rasgos peculiares que la hacen única y de allí que se la comente en este espacio.
En el proceso para dar con una definición se procederá a examinar los vocablos reconocidos de la lengua que pertenecen a la misma familia. Blancura, por ejemplo, es la “cualidad de blanco”. No es blanquecino que es “que tira a blanco” y, sinónimo de blancuzco.
No se va a abundar más y se propondrá una definición. Es el privilegio de ser blanco, con las características y facultades que esa condición confiere a la persona que goza de esa ventaja. Hay que tomar nota de que este es un juicio que procede de la reflexión, basado en suposiciones lógicas. Es infortunado que el autor que escribió el término no se tomara el tiempo y la molestia de explicarlo. Quizás lo dejó así porque en su mente estaba muy claro el concepto. O solo quiso impresionar a los lectores con una palabreja nueva.
SACAR
“. . . ya que el comité central SACO una resolución. . .” (Así, sin la tilde en el original).
Lo que sucedió en esta frase es lo que se conoce en el habla popular como un “doble feo”. En primer lugar usa el redactor el verbo sacar y en segundo lugar olvida la tilde para que se entienda que la acción acaeció en el pasado. El verbo sacar está fuera de contexto en una frase como esta. No “se saca” una resolución.
Dependiendo de las circunstancias, muy bien pudo elegir un verbo que indicara que la decisión fue adoptada o que fue emitida. No huelga recordar que adoptar en este caso es tomar una resolución después de haberla discutido, examinado, evaluado.
En el caso de que se trate de que la medida resolutoria fuese emitida, es decir, dada a conocer, entonces puede escribirse que la publicó, la hizo de público conocimiento. Si la divulgó, entonces la difundió. Si se había mantenido secreta o no era conocida del público puede decirse o escribirse que la reveló.
De todos los verbos que se han repasado el único que no merece que se escriba en una hipótesis como la de la frase es ese “sacar” que queda desestimado por ser poco preciso.
DAJAO – DAJABÓN
“. . . pero también de hábitat de DAJAOS, de camarones y anguilas. . .”
En esta sección se tratará el tema del pez que existe en las aguas frescas de la República Dominicana. Se aprovechará la ocasión para escribir también acerca del nombre Dajabón.
En su origen el nombre del pez fue dahao. Hoy se conoce con el nombre de Dajao. Es un pez de río y con ese nombre se lo conocía en México, Cuba y Puerto Rico. El nombre científico de este es agnostomus o agnostemus monticula.
Esta voz -dahao- aparece en la obra Indigenismos de D. Emilio Tejera (1977:517). D. Alfredo Zayas y Alfonso en su obra Lexicografía antillana (1914:209) trae la voz Dahabon como el nombre de, “Uno de los ríos que riegan la Vega Real de Haití, y desagua en la costa Norte”. Con respecto de la voz dahao escribe que es un pez de río de corriente rápida que en Cuba se pesca con aguacate, no del todo maduro.
La palabra Dajabón también es un indigenismo y D. Emilio Tejera en la obra mencionada antes sostiene que aparece ya en los escritos del P. Las Casas. El último escribe Dahabon. Se trae esta información para desvirtuar la etimología inventada por no especialistas acerca del nombre de la ciudad fronteriza de Dajabón, que se presenta como derivada de una mezcla del nombre del pez Dajao y del criollo haitiano (o francés) bon. Esta explicación etimológica se apoyaba en que los residentes de la parte occidental de la isla La Española decían que ese pez era bueno, dajao bon, de donde Dajabón.
Algunas personas en el pasado llegaron a pensar que el nombre del pez fue en su origen “dajado” y que por la pronunciación descuidada pasó en el habla a “dajao”; ya se sabe que no hay tal cosa.