En esta semana ha ocurrido un hecho que no ha dejado indiferente a nadie, ya que ha tocado las fibras más íntimas del corazón, al ver como una persona ha sido pisoteada por un funcionario que no respetó leyes, ni lugar y sobre todo tratándose de una dama.
Como no tengo muchas cosas que hacer, escribo lo que pienso y deseo se publique en este medio y lo hago con tiempo. Tenía listo el de esta semana, pero soy muy emotiva y no podía quedarme callada ante este vergonzoso hecho.
No soy política, ni sé de esto. No sé de leyes y gracias a Dios nunca he sido citada a un juzgado, por ende, de justicia legal, no sé nada. Simplemente soy ama de casa.
No acostumbro a ver los noticiarios nacionales porque me deprimen. Veo los de España, Argentina, Chile, hasta de China, porque lo que veo de tan lejos me sorprende, pero no hacen llorar mi corazón.
Con relación a la desconsideración, humillación, falta de respeto, que ha sufrido la Dra. Miriam Germán, son muchas las voces que se han escuchado de gente notable, conocedores del tema, políticos, abogados, periodistas, en fin, gente con voz y que es escuchada.
Mi voz es la de una simple ciudadana que ha sentido en carne propia todo este escarnio. Me puse en su lugar. Creo que en todo momento ha mantenido una entereza, aún cuando estaba escuchando como se ventilaba su vida privada y se tocaba lo más profundo que mueve el alma, los hijos. En este caso, uno en particular.
Siempre que escribo hago una conexión del pasado con el presente. Una persona muy allegada a mí me contaba que su hija la tiene en uno de esos colegios muy mencionados y que una madre que tenía a su hija junto a la suya le había dicho que se la iba a llevar porque habían niños con ciertas condiciones especiales y que a ella no le gustaba eso. Tiempo después se encontraron en una plaza y le dijo, ¡ay lo que me ha pasado, me han nacido mis últimos dos hijos autistas! Ella que había tenido ese rechazo.
La justicia terrenal es subjetiva, se inclina hacia el lado que se quiere. Los humanos somos así. Pero hay una justicia que no falla, ni se equivoca, es la Justicia Divina. Ojalá que la vida no le cobre a esas personas sin corazón el mal causado, quién sabe motivado por qué.
Me partió el corazón ver la “lujosa villa” de la Dra. Germán, a quien no tengo el honor de conocer. Humillante fue, que para que el pueblo no se llevara de mal intencionadas conjeturas, tuviera que mostrar lo que es su propia intimidad, desnudarse ante el pueblo.
Hoy “Día Internacional de la Mujer” en que escribo esta colaboración para el periódico digital, hace justo un año, dicha jueza fue condecorada como mujer notable por el Sr. Presidente. Al año ha sido pisoteada.
¡Qué vergüenza!