Ni siquiera sus geniales creadores podían imaginarse, hace 57 años, que aquel debate cara a cara entre el joven y apuesto candidato demócrata, John F. Kennedy, y el sagaz y experimentado candidato republicano, Richard Nixon, cambiaría para siempre la forma de hacer las campañas políticas.
Ese 26 de septiembre de 1960, desde la ciudad de Chicago, los Estados Unidos y el mundo presenciaron el primer gran espectáculo político de la televisión.
A partir del referido debate, ganado por Kennedy, la televisión avanzó aceleradamente hasta convertirse en el medio más importante de la propaganda política, a tal nivel que el destacado politólogo italiano, Geovanny Sartori, en su obra Videopolítica, le hace una crítica mordaz, a saber: “La fácil victoria de lo visual (sin pensar) sobre el pensar (sin ver) es un golpe devastador para el homo sapiens”.
Si bien es cierto que el mencionado debate significó el primer gran impulso para la televisión, esta ha impulsado, a su vez, los debates, de tal manera que se estima que más de setenta y cinco países han celebrado debates televisivos de candidatos a cargos de elección popular.
En ese sentido, el periodista y sociólogo español, Manuel Campo Vidal, en su obra La cara oculta de los debates electorales, sostiene lo siguiente: “Dondequiera que ocurran, los debates atraen enormes audiencias. ¿Por qué? Porque no hay nada como el espectáculo y la imprevisibilidad de un combate directo y sin guion”.
Refiriéndose a la importancia de los debates, este experto, que fue el negociador y moderador del primer debate televisado en España, considera que “los debates televisados no son los vehículos perfectos para orientar políticamente al ciudadano, pero están entre las mejores herramientas educativas que ofrece la democracia moderna”.
Los debates ayudan a que los electores acudan a las urnas mejor informados sobre los candidatos y sus propuestas de campaña, lo que contribuye con la integridad de las elecciones.
A propósito de las reformas políticas que se encuentran en discusión en el Congreso Nacional, es importante que la Ley del Regímen Electoral regule los debates entre los candidatos, tomando en consideración que a pesar del esfuerzo hecho en las últimas elecciones por la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios (ANJE), no ha sido posible lograr que los principales candidatos y candidatas presidenciales participen en los mismos.
Sin embargo, esta regulación debe limitarse a establecer reglas equitativas relativas a la organización de los debates y a la participación de los candidatos en los mismos, reservando la organización y moderación de los mismos a entidades de la sociedad civil como ANJE y a los medios de comunicación.
Como ha quedado claramente establecido, los debates electorales son espéctaculos de televisión, en los cuales nos es conveniente ni necesaria la intervención del órgano electoral.
Es innegable que los debates cara a cara entres los candidatos son convenientes para la calidad de las elecciones y la motivación de la participación de los electores en las mismas.
Por tal razón, es de esperarse la incorporación de los debates en la reforma de la anácronica Ley Electoral 275-97, para que los ciudadanos, a partir de las elecciones del 2020, puedan tener una información adecuada sobre los candidatos y sus propuestas.