Varios de los altos ex funcionarios de la Casa Blanca que han renunciado, o han sido despedidos, han explicado cómo el presidente Trump se queja continuamente de que da órdenes para que se ejecutasen sus ideas, pero como respuesta se le dice que eso no se puede hacer porque viola una o más leyes.
Para un presidente cuya única experiencia administrativa en su vida había sido mandar de forma autoritaria en una empresa privada de construcción, sin tener que responder a accionistas o directores, el encontrar que un juez puede echar para atrás una decisión suya, que no cuenta con suficientes votos en el Congreso para aprobar sus planes, como el muro fronterizo, o que el Banco Central, la Reserva Federal, es totalmente autónoma en cuanto a decidir cuándo y cómo se mueven las tasas de interés, tiene que ser muy frustrante, como lo evidencian sus tuits casi diarios.
Danilo Medina, por el contrario, a través del PLD controla el Congreso y el sistema judicial dominicano y por eso puede hacer prácticamente lo que quiera. A través de un complaciente procurador general (tan diferente del muy independiente señor Sessions, quien ya no está) puede decidir quién es sometido a la justicia. Por ejemplo, la procuraduría brasileña ahora ha logrado que la empresa constructora de ese país Andrade Gutierrez pague al fisco US$381 millones como compensación, al admitir corrupción ligada al “lava jato”, al igual que como ya lo ha hecho Odebrecht. Andrade construye una presa en el sur de nuestro país, por lo que lo lógico sería que nuestro procurador, al igual como hizo en el caso de Odebrecht, solicite a su homólogo brasileño información sobre posible corrupción de parte de Andrade en nuestro país. Pero solo lo hará si le conviene políticamente a Medina. Trump, por el contrario, está siendo investigado por posible colusión con la Rusia de Putin durante la campaña electoral.
Trump habla a la nación varias veces al día por tuits, una verdadera incontinencia verbal que le perjudica. No consulta, ni lee opiniones, sino que actúa por instinto. Medina, por el contrario, se dirige al país muy pocas veces y concede muy pocas entrevistas, pero muy frecuentemente se reúne con sus asesores para dar seguimiento a proyectos y escuchar sus opiniones. Además, están las visitas “sorpresa”.
Dentro de dos años, en el 2020, los republicanos en Estados Unidos y los peledeístas en Santo Domingo tratarán de mantenerse en el poder en elecciones que tendrán lugar en ambos países. Sus posibilidades de ganar dependerán mucho de la situación económica de ese momento.
Cada día más expertos opinan que el mundo va hacia una recesión, dada la disminución en el crecimiento de China, Estados Unidos y de una Europa con Inglaterra fuera de la Unión e Italia en crisis. La guerra comercial, que realmente es por el control de la inteligencia artificial y la tecnología entre Estados Unidos y China, hace más probable esa recesión. Los bancos centrales europeo y el norteamericano tratan de dar fin al período de muy bajas tasas de interés que se inició con la crisis del 2008, lo que afecta las cotizaciones de la acciones en las bolsas del mundo hoy caracterizadas por muy violentas fluctuaciones que afectan la confianza de los inversionistas. El precio del petróleo se ha derrumbado pero por acciones políticas y es muy arriesgado predecir a qué nivel se estabilizará.
Una recesión en Norteamérica reduciría el flujo de turistas a nuestro país donde constituyen el 60% del total, también reduciría las remesas, primordialmente provenientes de Estados Unidos y haría bajar la inversión privada directa. De ocurrir eso dejaríamos de crecer al extraordinario 6% actual. Un aumento en las tasas de interés internacionales incrementaría el costo de nuevos endeudamientos dominicanos.
Una menor actividad dominicana coincidiendo con las elecciones podría compensarse si el presidente Medina decide vender las acciones del Estado en unas Catalinas ya operando, así como las que posee en las tres distribuidoras de energía que tanto dinero pierden, aplicando esos ingresos a inversiones presupuestales.
Pero aun así, sería mucho menos fácil para el PLD ganar, en comparación con la situación actual.