El influyente Ministro Administrativo de la Presidencia, José Ramón Peralta, ha comenzado a sonar los tambores de lo que luce ser el inicio de una contraofensiva de defensa pública del gobierno de que ha carecido en los últimos meses. Lo ha hecho exaltando los resultados globales de la gestión de Danilo Medina desde que arribó al poder en el 2012.  Apoyar sus logros, en vez de entrar en el pantanoso terreno polémico de sus críticos, en especial La Marcha Verde,  parece ser la estrategia más conveniente.

A Peralta se le considera uno de los hombres más cercanos al mandatario y que este, poco dado a hacer declaraciones públicas, en ocasiones  sobre temas de importancia,  expresa su pensamiento a través de las que hace  su Ministro, mucho más accesible al acoso reporteril y el protagonismo mediático.

El funcionario destaca de manera especial el impacto que han tenido las llamadas “visitas sorpresa”, una modalidad que Medina puso en práctica a poco de asumir la Presidencia en su primer mandato y a la que le ha dado continuidad en el actual.

En total, señala Peralta, han sumado 178 acercamientos a través de las cuales se ha impulsado la ejecución de mil 258 proyectos diversos con una inversión global de 26 mil 212 millones de pesos,  los que afirma han generado más de 170 mil empleos directos y 300 mil indirectos.

En el recuento de la obra de gobierno, Peralta resalta el apoyo brindado al sector turístico, donde entre el 2013 y 2016, el número de vacacionistas extranjeros que visitó el país se incrementó en millón y medio, con un crecimiento sostenido entre un seis y un siete por ciento anual.   La pujanza de esta industria con potencial de continuo desarrollo la ha convertido en motor de la economía y principal fuente generadora de divisas.

La salud figura en el listado exhibido por el Ministro Administrativo, sosteniendo que ningún otro gobierno ha invertido mayor cantidad de recursos en el sector con la intervención de más de medio centenar de hospitales y la incorporación del cuarenta por ciento de la población al Seguro Nacional de Salud (SENASA), subsidiado por el gobierno. 

Ausente del listado no podía quedar la educación, considerada el punto más luminoso de la gestión de Medina, al dar cumplimiento a la ley del cuatro por ciento.  Miles de aulas nuevas y remodeladas construidas en todo el país; más de un millón de alumnos en tanda extendida que junto a sus profesores reciben desayuno, almuerzo y merienda; cursos de superación magisterial y nuevas normas más exigentes para entrar a la carrera docente a fin de lograr maestros con mayor vocación y nivel de capacitación, factor indispensable para lograr una educación de calidad conforman un buen historial de avance hacia esa meta si bien dentro de un largo trecho que requerirá entre mediano y largo plazo.

El apoyo al sector agropecuario con amplio crédito y a tasa preferencial ofrecido por el Banco Agrícola; a las micro, pequeñas y medianas empresas; el mantenimiento de la estabilidad económica y de la tasa de cambio; el sostenido crecimiento de la economía y una inflación controlada y mantenida en un dígito bajo, son también argumentos de defensa.

El Plan “Quisqueya aprende contigo”; las estancias infantiles; los CAID para menores en condición especial; la Nueva Barquita; la ciudad Juan Bosch; el vigoroso programa de Obras Públicas; las planes sociales a través de la Vicepresidencia; los comedores económicos; el exitoso 9-1-1;  el mayor empeño mostrado en la defensa del medio ambiente y de los recursos naturales; el plan “Dominicana Limpia”; el repunte de las zonas francas industriales; el proyecto de República Digital;  la II Línea del Metro y el necesario reordenamiento del tránsito figuran en la lista no limitativa de realizaciones.

Sin embargo, hay puntos oscuros y flancos débiles en su coraza defensiva a los que el gobierno tendrá que prestar suma atención  y tendrán que ocupar lugar de prioridad en la agenda que deberá asumir para los próximos dos años y medio que le restan de posible ejecución, habida cuenta que a partir del 2020, si no se modifican los términos en que están planteados los próximos comicios que la JCE plantea con sólidos argumentos,  el país pudiera quedar inmerso en 3 convocatorias electorales en apenas seis meses. Ese proceso, por más que se quiera, siempre deja de sedimento un abultado saldo de conflictos por parte de una clase política en cuyos cálculos no figura la posibilidad de perder, lo que afectaría seriamente el normal desenvolvimiento de las actividades económicas y sociales del país.

El de carácter más inmediato es el tema de la corrupción y la impunidad, que el escándalo de la Odebretch ha colocado en un primer plano y convertido en su principal motivo de preocupación, mucho más que el todavía débil accionar de los partidos de oposición.  Sin dudas, ha sido un factor de gran perturbación para el gobierno en este primer año del segundo período de su gestión, la clásica piedra en el zapato, y de manera directa para el propio mandatario a quien, con o sin razón, han colocado en el ojo de la tormenta. 

En este sentido, el Presidente Medina tendrá que enviar señales muy contundentes y convincentes con la aplicación de medidas efectivas para prevenir las acciones dolosas en el seno de la Administración Pública y de merecida sanción a los responsables, sin importar el rango del funcionario ni de cercanía política.  De esta forma, honrará el compromiso que hizo al comienzo de su primer período, resumido en la frase de que bajo su gobierno “se podía meter la pata, pero no la mano”.

Entre otros temas de importancia figuran la seguridad que pese al de la corrupción sigue ocupando sitio de prioridad entre los motivos de mayor preocupación ciudadana; el endeudamiento externo,  considerado como excesivo y riesgoso por no pocos reconocidos economistas; el permanente de la conflictiva inmigración ilegal haitiana y las problemáticas relaciones con el vecino, tanto en el plano diplomático como comercial; el aumento del presupuesto de salud pública así como la mejoría significativa de la red hospitalaria; las modificaciones que requiere el sistema de seguridad social para lograr cobertura total y la mejora asistencial a los afiliados; la terminación de Punta Catalina; los pactos eléctrico y fiscal; y una reducción significativa de los todavía elevados niveles de pobreza asociada a la aún alta tasa de desocupación laboral y a una demasiado desigual distribución de la riqueza.  Una lista que no es excluyente en un país donde son tantas los problemas pendientes de resolver y necesidades a satisfacer.

Lo otro, ya en el plano partidario interno, consistirá en tratar de solucionar las contradicciones motivadas por las aspiraciones en el seno  del PLD, que han ido trascendiendo cada vez más a diferencia del pasado cuando las conjugaban puertas a dentro ofreciendo la imagen de una agrupación sólidamente compactada y con un alto nivel de disciplina, que presenta tantas fisuras al presente; reactivar el entusiasmo de su militancia, reforzar las estructuras internas y  dar apertura a otros rostros, sin que necesariamente importe su edad ni implique el desplazamiento de sus actuales dirigentes,  para la formación de nuevos liderazgos.

Al igual que a la gestión del gobierno, le restan dos años y medio al PLD para adoptar los correctivos que le permitan competir con posibilidades de mantenerse en el gobierno más allá del 2020, cuando ya es evidente la lógica fatiga provocada por un excesivo ejercicio del poder y tendrá que enfrentar una oposición, todavía fraccionada y en gran medida desenfocada,  pero que ante la perspectiva de una posible victoria electoral,  pudiera resolver sus diferencias actuales con la creación de un  frente unido de fortaleza nada desdeñable.