A Quillo Fernández y Servio Pérez
A raíz de dos comentarios, de tono similar, que me enviaron los señores Quillo Fernández y Servio Pérez, sobre la “limitada” naturaleza de los reclamos enarbolados en las movilizaciones de protesta contra la el robo y la impunidad, he querido escribir esta nota, que reflejan mi parecer y opinión personal.
Empiezo con dos párrafos dirigidos específicamente a Quillo, quien me informa, no sin un rechín de exasperación y amargura, que se fue de República Dominicana:
Aunque jamás nos hemos visto, muchas veces he sentido tu sincero aprecio, preocupación e interés, a través de tus comentarios y te los retribuyo con la mayor calidez y agradecimiento y haciendo votos porque tu vida, junto a tu esposa e hija, en Italia, transcurra de la forma más gratificante para todos. Los mejores deseos para los tres.
Lo que se reclama es que no se prolongue el robo público, sin penalidades y sin devolución de lo robado
Qué bueno que tus años en Cabarete hayan sido tan bellos. No te entristezcas en exceso por haberlos dejado atrás. El Mediterráneo hallará la forma de compensarte. Y no se te ocurra sentir culpas por encontrar alguna felicidad y armonía en el exilio. El mundo no es ancho y ajeno, sino chiquito y propio y a quienes debe avergonzar largarse, es a los que viven en el extranjero, en condición de botellas criollas o, peor aún, los que ni siquiera se molestan en largarse a ningún sitio, siendo botellas criollas con nombramientos en el extranjero.
Gracias por tus observaciones. Sin embargo, en ningún sitio he dicho que desenmarañar este bollo de corrupción e impunidad en el que estamos tan enredados, será fácil. Hasta hervir un huevo puede conllevar terribles dificultades, especialmente, si no hay tal huevo y ni una gota de agua para afrontar esa tarea.
No ignoro que lo que vemos de corrupción e impunidad en la superficie, equivale en contenido, a la espumita que hacen las olas, encima de la Fosa de Milwaukee.
Estoy de acuerdo en que aquí, en República Dominicana, no se puede vivir, al menos, sin tolerar diariamente un nivel de abusos que desborda la capacidad de aguante de cualquiera, pero el silencio no es una opción, y en eso se que estamos de acuerdo.
Como ustedes, yo preferiría una agenda no mucho más amplia, sino nueva, pero si las relativamente pequeñas tareas lucen remotas, las de mayor dimensión pertenecerán a otra galaxia.
Además, cuando se modifica un componente social, digamos, el robo desenmascarado y estruendoso, tipo Félix Bautista, exhibido con el acompañamiento de la banda de música y de fuegos artificiales, eso tiene consecuencias que pasan por todas las interconexiones.
Es una obligación articularse política -no indispensablemente de forma partidaria- y socialmente, aunque sea con una agenda que no puede ser más reducida, como efectivamente es esta: el saneamiento de la administración pública y un funcionamiento básico de la justicia, para evitar estos festivales de impunidad, que alientan el robo, la corrupción y la ineptitud de las autoridades, afectando la calidad de vida de todos.
Coincido en que esa lista de reivindicaciones no puede recortarse más, ni ser menos ambiciosa, ni circunscribirse con mayor estrechez al sentido común más primario, ni, si se quiere, ser más condescendiente o hasta conformista, ni tener un reclamo tan modesto de equidad y raciocinio.
Se trata de una meta tan elemental, que daría hasta vergüenza presentarla en público, si parte del público no se apresurara a asumir que no podemos alcanzar ni siquiera eso, que no es una revolución, ni una reforma drástica de lo teóricamente establecido.
Sí, el saneamiento de la administración pública es una reivindicación calimocha, pero la exigencia de no robar desde posiciones públicas, y, en consecuencia, tampoco servirle de herramienta al robo desde el sector privado, debía ser un pre-requisito, sin importar qué tan ligeros o profundos sean los cambios a los que cada quien aspire.
Las organizaciones de la sociedad civil han encabezado las protestas, con una aspiración pasmosa, de tan sencilla. Al menos yo no he visto que pretendan quitarle los aretes a La Luna, ni que reclamen pececillos volando por el aire y, al menos la abrumadora mayoría, no está exigiendo cambios drásticos en el sistema socio-económico, aunque sí debía hacerse, cuando hayamos conquistado algo.
Lo que se reclama es que no se prolongue el robo público, sin penalidades y sin devolución de lo robado, empezando, aunque no limitándose, a lo relativo a lo que se han robado ahora, porque el Ministerio Público tiene esos expedientes en las manos y los productos del robo, todavía están a nuestra vista.
La agenda no es abarcadora, pero es un punto de partida. No el de llegada.