Estoy escribiendo un libro sobre el Grupo Musical de Nueva Canción Convite. Releyendo documentos, encontré uno escrito por René Rodríguez Soriano que me envió después de una presentación de este grupo en el Alma Máter de la UASD, hace 45 años, fechado el 26 de febrero de 1975.
René Rodríguez Soriano, es uno de los escritores de la época más profundo, rebelde y fascinante. Con una producción de novelas ganadoras de varios premios y reconocimientos nacionales e internacionales, es sin dudas uno de los intelectuales más representativo de la literatura contemporánea dominicana.
En la lucha contra el olvido, por su valor literario de este gran escritor ido a destiempo, reproduzco este documento inédito que aún conservo con respeto y devoción:
“De pronto se hizo tarde. El Alma Máter de la Universidad más vieja de América se inundó de flores silvestres. Un olor de campo adentro salió de la garganta de Convite, y llegó la canción… Traían desde el campo de atabales, mitos y leyendas…
Convite Convida: reunió centenares de estudiantes que llenaron el ambiente de un silencio y un orden nunca visto, al menos por esos predios. La invocación a “Candelo” que hicieran los jóvenes músicos fue una realidad. La música llenó todo el salón de un estado de enfebrecimiento colectivo. “Cándelo”, un ser sacado del fondo de la rica imaginación del hombre del campo (conocido por muchos de los presentes), hizo que las manos de los estudiantes produjeran un mar de cerrados aplausos.
Con una riqueza de imágenes de aroma campestre, el grupo Convite logró comunicarse con el público universitario, que se maravilló ante la presencia de una serie de instrumentos (desconocidos para algunos) folklóricos manejados por tipos sencillos, nada afectados. Convite brindó un fragmentado concierto. Tres partes, constituidas por el amor, la infancia y lo folklórico.
“Muchacha Futuro”, dedicada a una miembro del grupo fallecida hace poco tiempo en un aparatoso accidente automovilístico, cerró con broche sencillo y desde un plano real y consciente el ciclo de la canción romántica.
Aunque el lugar, el Alma Máter, no brindaba buen campo acústico, la voz de Ana Marina Guzmán –vocalista femenina del grupo- se alzó por los rincones de la tarde, llevando de la mano a su “pequeñito, pequeñín”, del ciclo de canciones a la niñez, logrando un contagiosa interacción público-conjunto.
“… Convite se va al campo. Aprende. Graba. Viene al pueblo y escuchando lo grabado, monta la canción. Vuelve al campo. La deja oír a los campesinos, para que la juzguen…”, (habla uno de los integrantes del grupo sobre la forma en que realizan su trabajo de investigación folklórica y creación musical).
La parte esperada llega. Los cueros templados. Zumba la zumbadora (balsié). El alcahuete le responde al palo mayor… Surge el ciclo folklórico. Tingó Soriano y su muerte en la tierra por la tierra brota hecha canción en la salve “pa subí la vo”…
“… Rompamos alambradas y las empalizadas/la tierra de Quisqueya/ para el que las trabaja…” Fue un solo y floreciente grito que fermentó en los pechos y gargantas del público presente ante el recital de Convite. ¡Fue algo irreprimible, la respuesta al mensaje terroso de Doña Tingó que penetró en los poros estudiantiles, el retorno hecho consigna… ¡
… SILENCIO………. “No importa el número de armas en la mano, sino el número de estrellas en la frente…” (Un minuto de silencio en honor de Amaury y sus compañeros – la madre estaba presente en el acto- caídos el 12 de enero de 1972, en ese momento se dirigía al público Celedonio Jiménez, dirigente de los Corecatos).
Luego del silencio vuelve la tempestad. Candelo está presente. Repican los cueros. El público en tensión y las voces de Luis y Anita forman arcos, radios y diámetros en el circular edificio del Alma Máter.
“… ya viene cambiando el tiempo/ y no se puede aguantá/ no se me afloje mi negro/ bala que zumba no da…”
Convite es un canto de esperanza. Y tiene a todo el público con un estado de postración mágico-religioso. Lo hace vibrar con la irrupción violenta de un rumor de cueros anunciando la llegada de “Papá Candelo”. (Al salir, muchos, sintieron el contraste del aire frio de la noche que llegaba y la posesión calenturienta de Candelo entre las venas).
Candelo acompañado de Liborio, vino del monte y “no come pendajá”… Lavados, almidonados y planchados los trajo Convite al alma Máter y los selló en el cuarto o quinto ángulo recto de la memoria de cada uno de los asistentes. Logrando que floreciera en todos los labios un coro espontáneo:
“¡Ae Cándelo! ¡Ae Cándelo! …Cándelo dame la mano/ para
llegar a tu reino…”
René Rodríguez Soriano
26 de febrero de 1975
Santo Domingo.