En un ambiente excepcional de lucha, coraje y valentía, desafiando los tentáculos de la férrea dictadura trujillista, se levantaban las osadas trincheras de Mauricio Báez, donde militaba Nando Hernández, en una Romana convulsionada, donde el cañaveral era una tentación y el ingenio una ofrenda de injusticia y de pobreza, con huelgas reivindicadoras en los amaneceres, abrió los ojos Héctor Homero Hernández Vargas, un 12 de septiembre de 1943.

Su padre Nando fue su ejemplo, su símbolo y su inspiración, por eso, desde pequeño Homero asumió conciencia revolucionaria, antitrujillista, a tal punto, que a los 14 años, organizó el Grupo la Mano, que llegó a colocar heces fecales en estatuas del tirano en la ciudad de Santo Domingo, siendo apresado y por su edad, amonestado y amenazado con las advertencias cínicas trujillistas.

A pesar de que era vigilado por los calieses de la dictadura, Homero no se amedrentó, siguió en la clandestinidad su lucha antitrujillista.  Al ser desmembrada la dictadura, Homero, líder innato, fue uno de los fundadores de la Juventud Revolucionaria Dominicana, donde redefinió su camino de lucha y sus principios políticos revolucionarios al ingresar como militante al movimiento revolucionario del glorioso y legendario 14 de junio, que lideraba el inmenso Manolo Tavarez Justo, el comandante de la dignidad.

Pero Homero sabía que para crecer como revolucionario, no era solo con una coherente militancia o con buena fe, sabía que había que abrir cada vez más los caminos del conocimiento ideológico, político-militar y por eso aceptó ir a entrenarse, a nutrirse, de las experiencias y los conocimientos de la China Popular y de la inmensa Revolución Cubana, con Fidel y con el Che.

A su regreso al país, asumió más responsabilidades revolucionarias al ser promovido al Comité Central e integrarse al Buró militar del 14 de junio, debido a su entrenamiento militar y su crecimiento político-ideológico. Con la complicidad de los representantes más retrogradas de las fuerzas armadas, con una parte de la oligarquía más rancia y reaccionaria del país, con los sectores más conservadores de la jerarquía de una iglesia católica desfasada y la de una CIA entrometida, fueron responsables históricos del Golpe de Estado al Presidente Juan Bosch, en los momentos en que se vislumbraban los primeros rayos democráticos en el panorama nacional.

La respuesta del 14 de junio fue la guerrilla, donde Homero asumió, por decisión de su líder máximo, el comandante Manolo Tavarez Justo, responsabilidades militares en el Frente Enrique Jiménez Moya.  Homero, sobrevivió a la guerrilla, fue apresado y deportado para Francia, el cual, fiel a sus principios y convencimiento ideológico-político-revolucionario, regresó clandestinamente al país, burlando todos los mecanismos represivos del Estado, asumiendo mayores compromisos revolucionarios en el movimiento del 14 de junio, pasando a ser miembro del Comité Central e integrante del Buró militar de la organización.

Los acontecimientos gloriosos del 24 de abril del 1965, cuando un pueblo en armas, enfrentó a los marines norteamericano en contra de una grosera invasión que pisoteando la soberanía y la dignidad nacional, hirió las fibras más profundas de Homero, el cual tomó las armas y definió trincheras, en una acción revolucionaria que le dictaba su conciencia y sus principios ideológicos-políticos.

El militante se convirtió en comandante, teniendo una sobresaliente actuación en la toma de la Fortaleza Ozama, una acción política-militar trascendente. Cuando llegó el momento de extender la revolución para el interior del país, la primera opción fue San Francisco de Macorís, por su tradición de lucha y rebeldía política.  Homero, por su valentía y su preparación política-militar era parte importante para llevar a cabo una acción revolucionaría como esta.  No se logró la toma de la Fortaleza Duarte de esta ciudad, militarmente fue un fracaso y para sobrevivir, por su capacidad creadora Homero pudo burlar la persecución disfrazándose de sacerdote católico, reintegrándose a la lucha al llegar de nuevo a Ciudad Nueva.

Con otros compañeros revolucionarios, logró la formación de la Academia Militar 24 de Abril, la cual se convirtió en el centro de formación militar para los revolucionarios que se decidieron y estaban comprometidos con la revolución.  Todos sus conocimientos políticos-militares aprendidos en sus entrenamientos en China Popular y en Cuba fueron puestos al servicio de la patria.

Homero sobrevivió a la Revolución de Abril del 65 y para aumentar sus compromisos con el pueblo, al terminar la guerra patria, fundó la “La Unión por una Nueva Quisqueya”, organización revolucionaria para luchar en contra de la dictadura-ilustrada balaguerista y  continuar en la acción por la liberación nacional.

Homero, era un objetivo que la represión balaguerista tenía que eliminar, era demasiado peligroso para este régimen de terror y decidieron asesinarlo. Una mañana del 22 de septiembre de 1971, a las 9.40 de la mañana, en plena luz del día, hace exactamente 50 años, fue emboscado por la policía nacional en su vehículo en la antigua Avenida San Cristóbal, hoy reivindicada con su nombre. En el vehículo viajaba su esposa Elsa Peña, embrazada de ocho meses, con una hija en su vientre.  Para salvar a su esposa y a su hija Homero se desmontó del vehículo completamente desarmado y aun así, fue cobardemente, vilmente asesinado, salpicando con su sangre patriótica a sus asesinos, que están todos en el basurero de la historia, mientras Homero vive hoy en el corazón del pueblo y en la luminosidad de la patria.

Homero cayó como Amaury con estrellas en la frente y aureolas de dignidad. Nunca claudicó, nunca se vendió, jamás renunció a sus principios revolucionarios, gracias a su fe en el pueblo, en la patria y en la revolución, pero también a la entrega, al sostén de una mujer del temple de las Mirabal, de Piky Lora o de Aniana Vargas, heroínas de la patria.  Elsa Peña, comenzó a soñar con las estrellas debajo de una mata de cajuil en la frontera de mi barrio de Villamajega en Banì, convirtiéndose luego en una periodista, en una socióloga, identificada con la revolución, con la pasión y los ideales de Homero Hernández, héroe de la patria.

A Homero Hernández, lo asesinaron para nacer, acribillaron su cuerpo a tiros, pero dejaron intactas sus ideas y su ejemplo, como Manolo, Máximo Gómez, el Moreno, las Mirabal, Caamaño, Fidel y el Che.  ¡Homero vive hoy en el corazón del pueblo, en la aureola de la patria, en la memoria de los revolucionarios y en la inmensidad de la Historia!