En una carta enviada al periódico “The Atheneun”en Inglaterra, William John Thomas, con el seudónimo de Ambrose Melton, el 22 de agosto de 1846, propuso que la literatura popular (cuentos, leyendas, tradiciones, poesías, adivinanzas, canciones, etc.) fueran bautizadas con el nombre de “Folklore”, (folk: pueblo, lore: saber), lo cual significaba que la palabra folklore quería decir, “el saber popular”, “el saber del pueblo”.

Esta propuesta fue aprobado  por las academias a nivel mundial y poco después, fue aceptada no solamente como “saber popular”, sino también como “el saber sobre el pueblo”, es decir, el estudio del saber popular, identificándose, primero como folklorólogos y luego como folkloristas a los investigadores académicos que se dedicaban a su estudio, pasando a ser incluso, el folklore, a nivel académico en las ciencias sociales, una rama de la antropología cultural.

Por estas razones, el 22 de agosto fue consagrado como “Día Internacional del Folklore”, el cual es celebrado por algunas instituciones y organizaciones educativas-culturales a nivel mundial y en nuestro país.

En la República Dominicana, la palabra “folklore” aparece impresa por vez primera, treinta y cuatro años después de su aceptación internacional, el 10 de febrero de 1884, cuando un lector o lectora, con el seudónimo Valle de Gracia, al cual José Guerrero dice haber identificado, envió desde Puerto Plata, una carta al periódico Ecos del Pueblo, bajo la dirección del periodista José Joaquín Hungría, editado en Santiago de los Caballeros,  escribiendo la palabra folklore, para referirse al envío sobre la décima de “Un Fandango en Dajabón”, autoría del poeta popular Juan Antonio Alix,  al profesor Hugo Schuchard, un investigador austriaco de la Universidad de  Graz, en Austria.

Por recomendaciones del entonces Ministro de Cultura, el poeta y escritor Tony Raful, a iniciativa nuestra, fue posible que 31 de enero del 2001, el Presidente Hipólito Mejía, emitiera el Decreto Presidencial 173-01, declarando “el 10 de febrero de cada año, como Día Nacional del Folklore Dominicano”.

Ese año, 2001, el  presidente Hipólito Mejía, reconoció, en una ceremonia en el Palacio Nacional,  como “tesoros vivientes del folklore dominicano”, a Sixto Minier, expresión de los Congos de Villa Mella, a Linda, símbolo de los Guloyas de San Pedro de Macorís, a los Chuineros de Bani, expresión de la poesía popular, a Fefita la Grande, representante de la música popular-folklórica profesional,  así como al maestro investigador José Castillo Méndez, miembro fundador y director del Ballet Folklórico de la UASD,

El Decreto Presidencial se sustenta en fuertes bases antropológicas-sociológicas-históricas, con conceptualizaciones  fundamentadas en la máxima de que científicamente “no existen culturas superiores ni culturas inferiores, sino culturas diferentes” y que, en lo que respeta a nosotros, “la cultura dominicana en sus múltiples manifestaciones constituye la base de la nacionalidad” y “que el folklore es la base fundamental para la definición y el afianzamiento de la identidad nacional”.

Realmente, el “folklore”, vino a entrar en las preocupaciones y el quehacer de los investigadores dominicanos en 1887, cuando el escritor Cesar Nicolás Penson, autor de la obra clásica “Cosas Añejas”, formuló el contenido y la importancia de lo que llamó el “folklore Quisqueyano”.

El conocimiento del folklore dominicano cobró importancia para los norteamericanos durante la primera ocupación militar a nuestro país en el 1916-24, para conseguir un mayor nivel de racionalidad en la dominación y un mayor conocimiento de lo que somos las y los dominicanos,  el  18 de febrero de 1922, el Superintendente General de Enseñanza, Lic. Julio Ortega Frier, envió una circular solicitándole a los intendentes (inspectores) de la enseñanza a nivel nacional, que elaboraran un informe donde se describieran las costumbres, los usos, creencias, hábitos, el lenguaje, religión etc., de los habitantes de los diversos distritos escolares del país, los cuales fueron publicados en casi su totalidad por el investigador Emilio Rodríguez Demorizi en su libro “Lengua y Folklore de Santo Domingo”.

Sin embargo, el folklore comienzo a dar sus frutos después de la intervención norteamericana del 1916-24.  En otra entrega, seguiremos profundizando sobre el desarrollo del folklore dominicano, expuesto en nuestro libro sobre “Magia e Identidad: Los Bailes Folklóricos Dominicanos”, publicado, como un aporte al país, por el Grupo Vicini.

El carnaval como expresion folklorica.