“Contra Bush”, un libro de Carlos Fuentes[1],
La literatura iberoamericana esta de luto: ha muerto Carlos Fuentes a los 83 años en México. Se hablará mucho de él, de sus experimentos narrativos, de sus novelas, cuentos y ensayos. Empezará la leyenda del escritor políticamente comprometido con su tiempo y del fino analista del entorno internacional.
En efecto, Carlos Fuentes conocía a fondo la política global y en especial la norteamericana. Su texto “Contra Bush” reúne más de 20 artículos escritos entre agosto de 2000 y junio de 2004, en los que analiza este importante periodo en el cual se gesta –en cierta forma- nuestro turbio presente. Escritos con una unidad expositiva y temática que parecen hechos de un solo trazo, de una sola sentada, y no en el momento en que surgen las noticias, en épocas y lugares diversos, registrados “como respuesta a acontecimientos vivos”.
El libro abarca desde las primarias de los dos grandes partidos norteamericanos; la escogencia del nefasto dúo Bush-Cheney por el Partido Republicano, empujados por la “principal proveedora norteamericana de tecnología y equipos de explotación del petróleo”, la Halliburton. La evaluación positiva del saliente presidente Clinton, luego de ocho años de crecimiento. Y el fraude de noviembre de 2000 que dio a Bush hijo la presidencia, al que califica de “perverso”.
De igual manera, razona sobre la inexistencia de Latinoamérica en la Agenda política norteamericana; la renuncia al Protocolo de Kyoto, con los efectos medioambientales que esto ha planteado; y la locura y desorden del sistema internacional producidos por la equivocada respuesta dada por la administración norteamericana a los hechos del 11 de septiembre de 2001, que llama “intolerancia ciega y destructiva”. Anotando al respecto las limitaciones realizadas por el gobierno de George W. Bush tanto a derechos dentro como fuera de Estados Unidos: apresamientos y allanamientos ilegales, escuchas telefónicas sin orden de juez, cárceles fuera de supervisión o control como Guantánamo y Abu Ghraib, creación de tribunales militares secretos, “la supresión del derecho del acusado a comunicarse con su abogado”, “la abrogación del principio de que todo individuo es inocente hasta probarse que es culpable”, etc.
También, en varios de los artículos detalla el irrespeto de soberanías y tratados internacionales de todo tipo (incluyendo su negativa al Tratado de Prohibición de Experimentos Nucleares, al Protocolo sobre Armas Biológicas, y al Tratado de Minas Antipersonales), todo dentro de una política de “guerra al terrorismo” que sirvió para justificar poderes imperiales al presidente Bush, con el objetivo velado de fortalecer el poder de la estructura petrolera-militar que representaba el mandatario.
En el libro no falta la visión de este destacado intelectual mexicano sobre las instituciones internacionales de solución de conflictos, que se vieron ineficientes por las acciones bélicas unilaterales norteamericanas (“guerra preventiva”). Y se lamenta de que luego del 11 de septiembre se fuera “a la cola de la lista aquellos temas que sirven de caldo de cultivo al terrorismo, a saber, la pobreza, la injusticia, la discriminación, el aislamiento cultural y religioso.” Además, de que con estas acciones “el medio ambiente, los derechos de las minorías, la renovación urbana, la cooperación económica, el clamor universal por la educación pasan todos a segundo o tercer término”.
Para Fuentes el “gobierno norteamericano debe actuar en el mundo a partir de cinco principios: 1. Autoridad competente. 2. Justa causa. 3. Intención legal. 4. La guerra como último recurso y 5. El principio de proporcionalidad”. Todo dentro de un orden multilateral que, contando con la confianza de los actores, sea capaz de resolver los conflictos “mediante la negociación diplomática y la solidaridad internacional”. Con lo que estoy de acuerdo.
Hoy México llora a este permanente candidato al Nobel de Literatura, y con México lo llora toda Iberoamérica, ojalá las lágrimas caigan sobre uno de sus libros.
[1] “Contra Bush”, Carlos Fuentes, Septiembre de 2005, Punto de Lectura, 203 pp.