Los peledeístas se han manejado desde su arribo al poder de espaldas a la gente y muy alejados de las ideas que alguna vez sembrara en ellos, sin que germinara nada positivo, el oxidado profesor y líder político Juan Bosch. Pero adoptaron de él, rasgos característicos del ser megalómano. Y ven, como lo hacen los narcisistas con rotundo desdén, todo proyecto que se haya propuesto desplazarlos del dominio de las instituciones del Estado.
Las ínfulas con que han construido su trama histórica, van más allá de la lógica simple y les crean la sensación de ser infalibles frente a sus opositores. Por lo que, apuestan a marchitar indefinidamente las aspiraciones de un pueblo harto de robos y artimañas. Dejando de ser mera casualidad, la existencia de algún corifeo embriagado de poder, que se atreva contra todo razonamiento legal, a plantearnos la repostulación presidencial del ungido de Arroyo Cano.
La suerte que podrían correr en la búsqueda vana de postergar a Medina, más allá de lo que plantea nuestra Norma Fundamental en su artículo 124 y el impedimento establecido en el vigésimo transitorio, que estatuye: “En el caso de que el Presidente de la República correspondiente al período constitucional 2012-2016 sea candidato al mismo cargo para el período constitucional 2016-2020, no podrá presentarse para el siguiente período ni a ningún otro período…”. Sería definidamente; la travesía más peligrosa en la que se embarcaría el PLD en los años que lleva al mando de la nación.
Dicho esto, entenderán por qué todavía pesa en mí la firme convicción, de que a los morados les resultará más difícil correr el riesgo de modificar nueva vez la Carta Magna para dar paso al endeble y desacreditado liderazgo del actual inquilino del Palacio Nacional, que crear bajo el manto de ese mismo esquema de corruptela, un “instrumento-sustituto” que vele, mantenga y proteja los beneficios que han obtenido en desmedro del pueblo dominicano, producto del mal uso que en provecho propio dan a los fondos públicos.
Confío, amparado en esa visión, que el danilismo o como quiera llamársele a la claque que hoy gobierna, perdió las expectativas de seguir montado en la ñoña, arropados en la figura del actual presidente. Porque, aunque exista la sospecha colectiva de la infausta pretensión de prolongar en forma perpetua al dictadorzuelo de San Juan, el hartazgo de la gente y la falta de confianza, son ingredientes poderosos que tienen que afrontar los alabarderos de Danilo Medina en un lapso de tiempo extremadamente corto.
No obstante la coyuntura actual, amerita la elaboración de una campaña propagandística que estimule las posibilidades de una reforma constitucional con miras a quitar el obstáculo antemencionado en el texto constitucional para que pueda el presidente correr en las elecciones próximas. Sin embargo, tengo la ligera impresión de que esto es otro divertimento de los oficialistas para mantener la oposición entretenida en asuntos insulsos y de paso buscar una salida airosa al atasco que les generan los casos de corrupción por los que menguó significativamente el liderazgo de Danilo; y buscar un “Delfín”, que unifique en torno a él las elecciones del 2020
Concluyo con la certeza, que no habrá manera posible de montar la reelección que algunos rivales del PLD temen, y que lo aprestos de los seguidores del presidente girarán en la búsqueda de una fórmula para mantenerse en el poder a sabiendas de que la peor carta la representa el propio Medina. Algo más que suficiente para escrutar entre sus presidenciables, uno que garantice en su afán de continuismo, seguir al mando del barco capitaneado por Danilo, pero sin Danilo.