Siempre me he preguntado, ¿Por qué hay discrepancias, conflictos y guerras continuamente en el mundo? He llegado a saber sin comprender, que hay siempre, desde el comienzo de la misma existencia, discordias, luchas por el poder y conflagraciones en el mundo, en el cosmos creado y sostenido por Dios a quien consideramos omnipotente y todopoderoso. Esto parece insólito e increíble, pero es una realidad.
Ante esta imponderable pregunta, sólo se puede exponer con dubitable respuesta que la primera batalla de que se tenga conocimiento fue en el cielo (Apocalipsis 12: 7-9), cuando Lucifer, el ángel favorito del Creador deseaba ser Dios. Él era el más alto de los ángeles, el querubín ungido, (Ezequiel 28:14) lo más hermoso de la creación; más, este quiso quitar la soberanía a Dios, despojarlo de Su trono y tomar control del universo (Génesis 3:1-5).
Este ángel favorito, pero presumido, se rebeló y llevó a cabo la primera batalla en el cielo. En la batalla fue el arcángel Miguel que expulsó al engreído del cielo. Si el relato de la primera guerra no es una intercalación de una leyenda mitológica en las Sagradas Escrituras, se puede deducir que la ocurrencia de los continuos conflictos de seres humanos es modalidad de lo que primero sucedió en el cielo. No es extraño que en el mundo ha habido y hay continuamente discordancias, envidias, luchas, batallas y guerras destructivas entre cónyugues, hermanos, tribus, pueblos, grupos religiosos, cofradías, fundaciones cívicas, organizaciones políticas y en todos los grupos o entidades instituidos por seres humanos.
El ángel rechazado o caído del cielo (Apocalipsis 12:9) a quien se le llama Satanás, diablo, es acusado de ser el que promueve los persistentes conflictos que los humanos tienen tendencia de perpetuar a través del tiempo y espacio en la Tierra.
La pregunta que muchos hacen es la siguiente, “Si el Creador lo hizo todo perfecto y por la eternidad, ¿cómo es posible que permitió que un ser creado y tenido como el más elevado de todos los ángeles, deseara ser Dios y suplantar la Omnipotencia como para gobernar el mundo?”. Esta es una pregunta caprichosa, pero vale la pena meditar en esta intrigante cuestión teológica; pues, en el mundo ha habido y hay conflictos y guerras continuamente desde principio de la creación y por los siglos de los siglos. Lo que aparentemente comenzó en el cielo se perpetua sin fin en el globo terráqueo.