En los gobiernos morados se han suscitado  los episodios más alarmantes en materia de corrupción e impunidad. Así como hechos de violencia y delincuencia jamás registrados en nuestra accidentada historia. Aumenta  la degradación social y la atrofia integral de la familia, producto; y de ello no cabe dudas, de la falta de aplicación de políticas públicas destinadas a subsanar estos males, que no son más que el reflejo del aparato del poder en manos de carroñeros dispuestos a lo que sea, con el fin de enriquecerse y devorar inmisericordemente nuestros impuestos.

Tenemos, desgraciadamente, los números más bajos en reducción de la tasa de mortalidad materna e infantil. Los peores índices en calidad de la educación.  Uno de los sistemas de justicia mas inoperantes e ineficientes, para no decir inexistente. Somos el país del hemisferio que mas produce accidentes de tránsito, uno de los que manejan de forma más inadecuada sus residuos sólidos.  Nuestro sistema de aguas residuales solo es conjunto de palabras sin vida.  Y la vida; se hace cada vez más difícil de sostener en un estructura social diseñada para que los ricos, sigan siendo ricos y los pobres, siempre pobres.

Nuestra policía, sin que haya la necesidad de realizar un análisis profundo y enjundioso, da la impresión de ser una de las menos educadas y preparadas para enfrentar, como auxiliar de la justicia, de forma efectiva el crimen. Es aliada fundamental del delito y tan, o más delincuente que el delincuente mismo. El Ministerio de Defensa; solo sirve para que los militares corruptos de alto rango, se lleven entre las uñas el presupuesto destinado al mejoramiento de las infraestructuras físicas y la calidad de vida de los soldados.

Los ministerios y direcciones, cuyas funciones es la protección efectiva de los más vulnerables, en su gran mayoría son entelequias y a veces  feudos económicos donde un agraciado coloca a los suyos para recibir los beneficios que les corresponden al colectivo para el cual han sido diseñados. El individualismo ha calado en la psique del dominicano y el morbo ha sustituido inexplicablemente la solidaridad que otrora nos caracterizaba, por la indolencia y la indiferencia. Perdimos la capacidad de asombro, de reclamo, perdimos el norte y nos están empujando por un derrocadero peligroso.

Los peledeístas desde que se instalaron en el poder han podido hacer de todo. Desde túneles, elevados, metros, Nueva York chiquito y teleféricos. Se pavonean con visitas sorpresas y el sofisma de la República digital. Pero no han sido capaces de  disminuir la brecha social que limita el acceso de los más desposeídos a los servicios básicos, cubiertos en otras sociedades donde el crecimiento económico es pírrico comparado con el de Valdez Albizu.  Han sido precursores en maniobras publicitarias para ocultar  el robo al Presupuesto de la Nación por parte de los suyos. Y han hecho de mi terruño un lugar de espantos, donde ni los muertos escapan al peligro que acecha.

Diez y siete años consecutivos al timón del Estado, poco más de tres lustros anquilosados en una idea que perjudica al dominicano de a pie,  descuidando sustancialmente al hombre humano, un  concepto social por cual se crean las normas y se establece el ausente Estado de Bienestar. Diez y siete años, uno tras otro, desafiando la generosidad de un pueblo guiado por la ruta de la ignorancia y desfalcando las arcas públicas. Diez y siete años de robo, impunidad, insalubridad, falta de agua potable y un sistema eléctrico deprimente. Y me pregunto al verlos con su afán de perpetuarse en el poder. ¿Continuar para qué?