Manifiesto del 11 de octubre, último día en que reinó la libertad en Abya Ayala

Fundación Guabancex Viento y Agua, 2011

Los pueblos originarios de Abya Ayala nunca imaginaron que la llegada de los europeos a sus tierras podría provocar tantas pérdidas humanas, culturales y de la biodiversidad del planeta. No hay palabras ni silencios que expresen el dolor y la impotencia de tantas culturas humilladas y aniquiladas por ese modelo civilizatorio que pregonaba la justicia, la paz y la obediencia.

Ya hace 519 años que se universalizó este modelo creando un sistema económico mundial indignante, mientras difunde que no hay alternativas que pueda responder a las necesidades humanas del buen vivir.

Apuestan por la desmemoria y sostienen una propaganda continua de que el Estado y las élites empresariales quieren el progreso para los pueblos. No obstante su práctica cotidiana se sostiene en una lógica de acumulación extrema mediante la apropiación de rentas y del capital financiero. Promueven la megaindustria, la extracción de minerales, las hidroeléctricas, la privatización de las aguas y playas; la expansión del monocultivo y las semillas transgénicas, entre otros.

Hoy no hablan sólo de hispanidad, o de hidalgos caballeros. La criminalización de todo y la paranoia terrorista se venden como letanías. Aterrorizan con sus discursos fundamentalistas sobre otras culturas que no quieren someterse a la occidentalización, o porque simplemente se oponen a sus planes de acumulación.

Las élites no han cambiado, ni los generosos incentivos al sector privado (zonas francas y turismo). Los discursos siguen induciendo a la conformidad y a los supuestos éxitos de la economía del mercado.

Sin embargo, nuestros bosques desaparecen, y con ellos, una variedad de especies que han poblado el planeta desde hace millones de años.  Hoy nos hablan, al igual que ayer, de progreso, de salvar juntos el planeta, mientras se cargan y roban los metales y empeora la pobreza.

Es la misma élite colonial que en complicidad con los grandes bancos generan desempleo, deforestan los bosques, nos endeudan y empobrecen.  Somos sus "esclavos modernos". Asumen los mismos métodos, parten de la desinformación, la desmemoria y la violencia. Hoy nos imponen formas de organización social, económica y política que destruyen el planeta y la diversidad cultural.

No obstante, la inconformidad, la indignación, la resistencia y la resiliencia se manifiestan por todos los rincones de la tierra.

Hoy una confluencia sin precedentes de movimientos de afrodescendientes, pueblos originarios, ecologistas, campesinos/as, obreros/as, supuestas minorías sexuales, indignados y excluidos, reclaman la descolonización, el derecho a la soberanía alimentaria, al territorio, la libertad y la defensa del planeta.

Hoy dejamos de creer que el sufrimiento, la pobreza y la explotación sean fenómenos naturales o producto de la intención divina.
Hoy hablamos de libertad, de derechos y de una vida plena basada en una ética del Buen Vivir.

Hoy construimos historias desde los discursos de la alteridad, marcando una ruptura con el patrón de civilización y reclamando la solidaridad, la reciprocidad, el guaitiao, el convite y otras formas comunales.

Hoy un 11 de octubre defendemos el derecho a decidir sobre un orden social, económico y cultural deseable, sin estigmatizaciones racistas, clasistas, sexistas o excluyentes.

Hoy celebramos que los pueblos originarios de estas tierras de Quisqueya no han desaparecido, que viven y defienden su cultura.

Hoy somos un pueblo que construye sus propios caminos y apuesta por la vida en una comunidad sin violencia, ni sobornos, ni tortura, ni amenazas, ni corrupción.

Hoy estamos felices de ser lo que somos: afrocaribeños, indígenas, hispanoafricanos. Y que con dignidad exigimos reclamar porque no somos indiferentes, y estamos comprometidos con la vida.