Conferencia organizada por NAPSA en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), República Dominicana, 27 septiembre 2014

La ventaja comparativa de Haití no puede ser en los salarios de miseria pagados a los trabajadores. Hay que evitar que el trabajador haitiano gane sólo 63 dólares US al mes en Haití, mientras que el salario del trabajador dominicano por el mismo trabajo es de 159 dólares US al mes en República Dominicana[1], 60% más que su homólogo haitiano. Muletas hace una llamada a la edad de la razón en las relaciones entre nuestros dos países. Es una invitación a reflexionar para evitar que Haití sea utilizado sólo para el tránsito de maquiladoras dominicanas que no pueden disfrutar de las exenciones de derechos de aduana concedida en virtud de la Iniciativa de la Cuenca del Caribe (CBI), la Ley Hope II y otros programas similares. Otra visión es aún más necesaria considerando que la oferta interna de productos haitianos es inelástica a la demanda y a los precios ya que las tradiciones políticas y la mentalidad no fomenta el empresario haitiano a tomar riesgos al invertir en el mediano plazo. El capitalismo de compadreo y de connivencia mantiene esta situación durante más de 200 años.

La política ha causado el colapso de la economía y la sociedad. La irracionalidad política ha deteriorado la sociedad con la locura del poder absoluto que a menudo ha recibido el apoyo de la comunidad internacional ocupando Haití. En esta etapa, la promoción de los valores de la tolerancia y el respeto en la diversidad es aún más necesaria ya que vivimos en una era de globalización económica y financiera. En este entorno, con la interpenetración de las culturas, por un lado, y la incapacidad de controlar los flujos migratorios, por otro lado, la lógica elemental pide a ambos lados de la frontera, la concertación necesaria para forjar juntos una nueva visión y abordar el futuro con mejores posibilidades de éxito.

El agujero negro de la informalidad

Es importante de subrayar la informalidad que triunfa en las relaciones dominico-haitianas. El peso de esa informalidad se puede ver recientemente en la forma en que el problema de importación de huevos y pollos dominicanos fue resuelto en 2012-2013. Ignorando los principios diplomáticos, sin comunicarse con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el gobierno haitiano prohibió la importación de productos avícolas procedentes de la República Dominicana en 2012-2013, bajo el pretexto de la gripe aviar en el vecino país. Esta decisión fue impugnada por la República Dominicana, que finalmente prevaleció. La decisión de Haití fue prematura y refleja cierto amateurismo al confundir la influenza humana A/H1N1 con la influenza aviar A/H5N1.

La Red de Encuentro Dominico-Haitiano Jacques Viau es consciente del agujero negro de la informalidad que domina las relaciones entre los dos paises y  lo condenó en términos muy claros. Para la Red de Encuentro Jacques Viau, « la principal enseñanza es que las relaciones dominico haitiana, debe rebasar el ámbito de la informalidad y las autoridades iniciar de una vez y por toda, verdaderas relaciones internacionales, que abarcan no solo los informales mercados fronterizos, los cuales deben ser regulados de alguna manera, para que el fisco de los dos países puedan beneficiarse; sino también abarcar otras áreas que impacta las relaciones bilaterales, tales como: la formalización de acuerdos marcos para el desarrollo de verdaderas relaciones comerciales entre ambas naciones, la inmigración irregular hacia ambos lados de la frontera, la migración estrictamente laboral que debe pasar por los canales institucionales que corresponda, las relaciones con los estudiantes haitianos en centro educativos dominicano, la cuestión de la seguridad de los transportistas dominicanos que circulan en territorio haitiano y viceversa[2]. » Se puede añadir el ambiente y  los recursos naturales.

Estas cuestiones piden la creación de un « nuevo paradigma » para abordarlos desde la perspectiva de diálogo, intercambio y reciprocidad con los oficiales dominicanos. Es para ayudar a este esencial cara a cara entre los dos pueblos que escribimos el libro Muletas. El título, deliberadamente provocador, da el tono. Sin embargo, no hay que hacer una interpretación literal del título Muletas. Es el  subtítulo que expresa el punto. Se trata de esclarecer las relaciones irregulares, en dientes de sierra, entre los dos países. Si la Continuidad es al singular, por contra Rupturas es plural, indicando en primer lugar que los fracasos superan en número a las victorias en estas relaciones bilaterales. Sin embargo, contrariamente al pesimismo que se debe esperar con este ángulo de ataque, llegamos a la conclusión de que una interacción amena es imprescindible entre los dos pueblos. Una globalización de la isla con cara humana es inevitable de  forma que protege los intereses y particularidades de cada pueblo.  De hecho, se espera que la paradoja del racismo anti-haitiano va a desaparecer con las nuevas generaciones. Esperamos  que, un día no muy lejano, será difícil encontrar un dominicano reclamándose del nacionalismo extremo anti-haitiano, como ahora en Sudáfrica, no encontramos personas que afirmen abiertamente su pertenencia al Partido Nacional durante el apartheid.

La señal de alarma de Hatillo Palma

Ponemos énfasis sobre los fundamentos de la tragedia haitiana y su impacto en las relaciones con la República Dominicana. Y al hacerlo, centramos  el balón sobre el legado ideológico de la colonización que sigue mortificando nuestros dos pueblos. Claramente, lo que Claude Ribbe[3] llama "exterminio sobre la base de color." Este es un llamado para un examen de conciencia para romper los resortes que crean litigios sin precedentes y de grandes consecuencias para ambos países. Los Dominicanos de ascendencia haitiana y los Haitianos que viven y trabajan en la República Dominicana no pueden seguir viviendo en el temor de ver todos los días declarar un incendio que nadie sea capaz de extinguir.

Las sentencias TC 168-13 y TC 169-14 son desafortunados paréntesis que deben ser cerrados. Los demócratas dominicanos deben hacer todo  lo posible para que la tierra de Duarte, Sánchez y Mella, sino también la tierra de los negros como los hermanos José, Gabino y Eusebio Puello, Santiago Basora, José de la Cruz, Esteban Pou y los soldados del batallón de África[4] quienes derramaran su sangre por la independencia dominicana,  destacándose  de la imagen racista creada por las sentencias TC 168-13 y TC 169-14. El olvido de los hermanos Puello es el equivalente de la pérdida de la memoria colectiva en Haití del blanco Pierre Nicolas Victor Mallet, llamado Bonblanc (Buenoblanco), signatario de la Acta de independencia de Haití. La República Dominicana y su hermana Haití deben juntos combatir para eliminar el racismo que afecta sus crecimientos y desarrollos.

La batalla dirigida por Franklin Franco Pichardo y otros dominicanos demócratas debe continuar con fervor para erradicar de los manuales escolares y del pensamiento del dominicano promedio las ideas racistas y anti-haitianos promovidos por el trujillismo. Es la única manera de prevenir que la mala conducta de algunos Haitianos que viven en la República Dominicana no sirva como excusa para que la derecha neo-nacionalista anti-haitiana organice actos reprensibles contra la comunidad haitiana. Hay ejemplos de estos  actos en la década de 1990 en Pueblo Nuevo, Villa Trina, Haina, Higuey, Neyba Guyabin II y, finalmente, en Hatillo Palma, en mayo de 2005. Como escribió el ministro y sociólogo Carlos Dore Cabral, «los nuevos elementos de la ideología neo-nacionalista anti-haitiana, encierran un gran peligro para la nación dominicana[5]

Construir el futuro sobre una base sólida

Todo se mueve. Nada permanece igual. El pragmatismo economicista dominante afirma que aquellos que tienen dinero deben gobernar el mundo aplastando a los pobres. Nada está más lejos de la verdad. A ese ritmo, aún estaríamos en la esclavitud y el apartheid continuaría dominando a Sudáfrica. Los 20,000 jóvenes haitianos que estudian en universidades dominicanas de hoy son el futuro de las relaciones entre los dos países. La conciencia de esta tarea es su responsabilidad y usted no puede darle la espalda  con escepticismo o con falta de interés por las cuestiones políticas. El futuro le pertenece a usted.

Vamos a terminar citando palabras que Jean-Price Mars escribió cuando el era embajador de Haití en la República Dominicana en 1948, « ¿Es correcto afirmar bajo la máxima común de que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen? ¿Es correcto asumir que en la etapa de desarrollo de un pueblo, el gobierno que se da o que se le impone, es muy a menudo la verdadera imagen de la medida de su capacidad de ocuparse de sus propios asuntos [6]?»

El pueblo haitiano debe admitir objetivamente que ningún país extranjero, sea lo que sea, va a renunciar a la defensa de sus derechos y privilegios si el pueblo de Haití mismo no se dota de un gobierno competente, honesto y consciente de sus deberes.

Los pueblos dominicanos y haitianos deben construir el futuro de sus relaciones sobre una base sólida. Por eso, deben depender de responsabilidades compartidas y de una visión concertada del futuro. Muletas es una piedra que sirve para esta construcción.

Gracias por su atención.


[1] Laurence Buzenot, « Les zones franches industrielles d’exportation dans la Caraïbe – Les causes économiques de leur émergence », Études caribéennes 13-14 | Décembre 2009. La tasa de cambio media es de 1 euro = 1.39 dolar US par el año 2009.

[2] «Red Jacques Viau reclama a los gobiernos de Haití y la República Dominicana buscar solución al impasse de los huevos y pollos » Espacinsular, Santo Domingo, República Dominicana, 19 de junio de 2013

[3] Claude Ribbe, « Le devoir particulier de la France envers Haïti », L’autre afrik, Afrik.com, 14 janvier 2010.

[4] Victor Garrido, Los Puello, Editora Montavo, Santo Domingo, 1959, p. 20.

[5] Carlos Dore Cabral, « Después de Hatillo Palma: lo nuevo y lo viejo en la inmigración Haitiana », Global, Revue de la Fondation Global Développement et Démocratie (FUNGLOBE), volume 3 numéro 8, Santo Domingo, enero-febrero 2006, p. 7. Le texte est repris en français dans l’ouvrage de Guy Alexandre, Pour Haïti, Pour la République Dominicaine, C3 Éditions, Port-au-Prince, juin 2013, p. 307-321.

[6] Jean Price Mars, Boyer Bazelais et le drame de Miragoâne, P-au-P, Imprimerie de l’État, 1948, p. 9.