Para derrotar al PLD en el 2020 es necesario que confluyan varias variables, y una de las más importantes es que exista un ambiente de cambio en el país; que la gente exprese de mil y una maneras que no quiere continuar gobernada por ese partido.

Puede y debe haber una alianza amplia de las fuerzas políticas y sociales opositoras, o de una parte de las mismas; pero lo esencial es ese ambiente de cambio. Que puede servir, además, como disuasivo a la misma unidad opositora,  al partido de gobierno a aceptar los resultados de las  urnas, y de presión a los gobernantes que surjan a impulsar cambios democráticos e ir más allá del "quítate tú para ponerme yo".

Cuando esta necesidad es asumida por el pueblo, o  por la sociedad, si se quiere en este término,  entra a la alianza hasta el que no quiere hacerlo, y aparecen infinitas maneras de que los sectores políticos y sociales organizados correspondan a ese reclamo.

En esas circunstancias, puede suceder que la alianza no sea siquiera formal y asuma la forma de " golpear juntos al mismo blanco, aunque marchemos separados".

En el país hay experiencias de este tipo. Ya lo he dicho antes,  entre 1973 y 1978,  se generó una voluntad de cambio en el país que fue determinante para el fin del gobierno de los doce años.

Los que no quisieron concertar con el PRD, que entonces era el partido en condiciones de ser  la  mediación   para el voto por el cambio,  como los Comités Revolucionarios "Camilo Torres" (CORECATO)  de la Base, asumieron la política de "Voto crítico por el PRD, contra el continuismo", y una postura parecida asumió el Núcleo Comunista de los Trabajadores(NCT).

La Unión Patriótica (UPA), liderada por Franklin Franco, pero sustentada en la pujanza de la Línea Roja del 14 de junio, tuvo el buen juicio de retirar su candidatura presidencial para, "dejar a sus votantes en libertad de insertarse en la corriente del cambio".

Estas fueron manifestaciones de unidad no concertadas, impuestas por un ambiente de cambio construido en un proceso de luchas populares.

Los que no se inscribieron en esa tendencia, fueron barridos, y como menos, aislados. El PLD mismo, de entonces, con el profesor Bosch como líder y candidato, se colocó en vía contraria a esa necesidad, y perdió su registro electoral, porque no fue votado por la cantidad de votantes requerida para preservarlo. No porque no tuviera incidencia, sino porque el pueblo quería el cambio, y el PRD era la mediación que lo hacía posible.

De no haber sido por ese ambiente, no se habría producido el cambio de gobierno.

Porque fue expresión de la unidad y movilización del pueblo,  que es el partido más fuerte.

Esta tendencia del cambio se está configurando,  y se manifiesta en el plebiscito que fue la huelga del Cibao el pasado 29 de octubre;  el  triunfo arrollador de la oposición en las elecciones de ADP ; la emergencia y acción  de grupos cívicos ciudadanos, que proponen la unidad para el cambio de gobierno,  en torno a un programa de transición democrática; la vitalidad de Marcha Verde, entre otras.

Esta es una perspectiva que debe ser alentada, y cuidada de exabruptos.

Estructurar un ambiente de cambio mediante la movilización cívica y diversa, en calles y plazas públicas, que incluya las expresiones del arte; el debate abierto de propuestas políticas, todo apuntando al mismo blanco, es la tarea pertinente.

La alianza electoral, como salida política, o como resultado de ese ambiente, puede esperar.