Conocer lo humano, señalaba Pascal, no es separarlo del universo sino situarlo en él. Parodiándolo, conocer la sociedad dominicana, no es separarse de ella sino situarnos en ella para poder comprenderla y transformarla. Comprender y asumirla es, en rigor, desdibujar todo el entramado de conflictividad que ella encierra; dejándonos desde la perspectiva pesimista el dejo de una sociedad anclada y el hueco en el horizonte del optimismo, el perfume de una sociedad que se construye a golpe de silencio.

Del mismo modo, que la humanidad no se reduce a la animalidad como advierte Morin, pero sin animalidad no hubiese humanidad. La sociedad y su historia es la historia de la conflictividad. Lo que resalta en nuestra historia es cómo en la sociedad dominicana todavía en la segunda década del Siglo XXI, prevalece la hegemonía del personalismo por encima de las instituciones; desgarrando los distintos tejidos del cuerpo social dominicano. Los desgarramientos continuos y permanentes, a veces más, otras de menor profundidad, van configurando improntas en la cultura, en la sociedad, que lacera toda interacción humana dignificada.

El colocarnos por encima de las instituciones como fuente de poder, nos da una simbología de status que sobredimensiona los egos. Los trastornos del estado de ánimo es su fuente de alimentación, pues el eco recurrente de su yo, sólo es válido cuando marca su diferencia por lo que puede hacer que otros no hacen. No le interesa la base institucional como eje primordial cultural; su base es la voluntad personal sin institucionalidad, como marca de diferenciación de su existencia. Su cuerpo no es su cuerpo, no se siente en él.

Su paradigma es la oscuridad, es la pose de un presente que quiere ocultar como génesis de un pasado que no quiere recordar, sin historia, sin comienzo. Es como si al reconocerse quisiera negarse a sí mismo, como sujeto aunque no como objeto. Viven sin quererlo en la más completa melancolía, por las múltiples mezclas de emociones encontradas y contrapuestas. Son los que no pueden enteramente mirarse al espejo por un instante, pues saben que el espejo mismo los niega y ellos no resisten al reconocerse, en lo que realmente son en su proceso de mutación permanente. Es la miseria humana que lo arropa y que en el juego de su materialidad no logran dibujarse por completo. A nadie engañan, no importando su jerarquía económica y social porque en el drama de la historia, él mismo es la tragedia.

Todavía en nuestro País, si le sirves a un gobierno X te estereotipan para toda la vida como miembro de ese partido. No entendemos lo que es Hombre y Mujer de Estado como aquel que le sirve a la sociedad en cualquier posición en que se encuentre y que asume sus decisiones siempre en favor de los objetivos de la sociedad, más allá de los intereses particulares, partidarios y corporativos

Es la tragedia que como sociedad estamos viviendo y que hace que a menudo pensemos que no avanzamos, que estamos anclando aunque no sea cierto, pues la mezquindad habita de manera medular en nuestras acciones, haciendo que el ritmo de la historia sea un bolero sin amor. El costo para la sociedad es enorme, por esa cultura del enanismo espiritual que nos abate y nos cancera el alma.

La sociedad dominicana requiere tomar en serio la necesidad de Construir Consensos en puntos vitales para su desarrollo y verdadero progreso; independientemente de los actores políticos que dirijan el Poder Ejecutivo. Es la agenda del Estado dominicano que prevalezca más allá de toda agitación social sin contenido. Es la agenda de la sociedad que postula la inserción de sus hombres y mujeres más allá de los hombres del Partido.

Es la construcción de consensos con hombres y mujeres de Estado. Hombres y Mujeres dispuestos a servirle a la sociedad por encima de banderías políticas, que no es a un Partido en particular que le sirve sino al Estado y con ella a la sociedad. Lo decía muy bien Thomas Alva Edison "La buena fortuna es lo que sucede cuando la oportunidad se encuentra con los planes". La Construcción de Consensos es trascender los hombres de partido para encaminarnos a situarnos en hombres y mujeres de Estado.

Hombres y mujeres preparados, con talento, que le sirvan a la sociedad desde cualquier posición; sin que ello implique que es de un partido porque está trabajando para el País. Pongamos varios ejemplos para que se entienda la fase tan penosa en la que nos encontramos: No se concibe que en Proindustria el actual Director sea ese señor. Miren su currículum y comprueben las habilidades, conocimientos y experiencias que amerita ese puesto. El perfil del puesto tanto en las competencias técnicas como psicográficas. De igual manera, el actual Ministro de Interior y Policía, no era para poner una persona sin experiencia y conocimientos en esa Área en un momento tan difícil de criminalidad y violencia de la sociedad. El ex-Ministro de Educación anterior a la actual, habiendo tantas personas preparadas, verdaderos intelectuales en esa Área. Personas con una ascendencia cardinal y una acrisolada hoja de vida.

El ex-Director del INDRHI no tenía ni tiene competencias para ese puesto. Allí se requiere un ingeniero Civil con especialidad en hidráulica. ¡Lo que ocurrió con las dos tormentas y la enormidad del costo humano y material todavía se resiente!. Así mismo en el período 2000-2004 nos encontramos con el Procurador de los indultos, sin experiencia ni capacidad técnica ni psicográfica para ese puesto. De la misma manera el Consultor Jurídico de ese entonces sin la inteligencia emocional ni psicofráfica que amerita ese puesto. Ni el entonces Secretario Técnico de la Presidencia, Rafael Calderón. Hombres de estado serían Carlos Despradel, Milton Ray Guevara, Marcelo Jorge, Héctor Valdez Albizu, Roberto Saladín, Hugo Guiliani Cury, Luis Scheker Ortiz, Eduardo Latorre.

Todavía en nuestro País, si le sirves a un gobierno X te estereotipan para toda la vida como miembro de ese partido. No entendemos lo que es Hombre y Mujer de Estado como aquel que le sirve a la sociedad en cualquier posición en que se encuentre y que asume sus decisiones siempre en favor de los objetivos de la sociedad, más allá de los intereses particulares, partidarios y corporativos.

La nadería humana y la falta de desarrollo institucional hacen que los gobernantes busquen a sus amigos; a los miembros del partido y aliados, más allá de las competencias. Esto trae consigo la "lealtad" incondicional y con ello el "agradecimiento" infinito al ejecutivo de turno y no a la sociedad, lo que se traduce en el acrecentamiento del clientelismo y posteriormente en el fortalecimiento del liderazgo construido.

Jay Elliot, en su libro Liderazgo para las nuevas generaciones. El Camino de Steve Jobs, nos dice que tenemos que aprovechar el talento "Si estuvieras empezando una nueva escuela, buscarías contratar a los mejores maestros que pudieras encontrar. Si empezaras un sitio de Internet dirigido a gente que compite en espectáculos de caballos, esperarías formar tu equipo con los mejores jinetes que hayan ganado medallas y que tengan trofeos por ser los mejores".

En el nuevo paradigma de Construcción de Consensos debemos de buscar hombres y mujeres de Estado que le sirvan a su sociedad, que marquen la diferencia para que su deferencia e inclinación en el mañana, por sus acciones, sea la exégesis de la sociedad que lo acoge a plenitud.