“Un derecho a veces duerme,

Pero nunca muere”.-

Desearía, cual que sea la manera, alguien por pura casualidad me haga saber si de aquellos “líderes” que tienen la ambición de sacrificarse por el pueblo, en algún momento se ha referido “al cambio”; si, a ese que establezca un final abrupto del famoso “borrón y cuenta nueva”. Quizás hasta sea posible que alguien lo haya dicho pero lo desconozco, porque de así ser, le aseguro que no tendría que regalar los bienes del Estado para procurarse una reelección, ya que con esa acción establecería un antes y un después que el pueblo ha estado esperando desde siempre.

Hemos vivido hablando y hasta celebrando un día específico para conmemorar la creación de la primera famosa Constitución, pero con palabras, solo palabras, en tanto la modifican cada vez que algún aspirante a Tirano le viene en ganas o a un grupo de “honorables” le conviene. Me parece que hasta ahora, nuestros políticos han demostrado respetar más a las megas putas que a la llamada ley de leyes. También es posible que debido a ese marcado irrespeto por ella, es que el tigueraje barrial ha sustituido a los profesionales de la política tradicional y estos a su vez, están siendo azotados por la peste de “líderes”   faranduleros, que  se desempeñan tal y como son… ¡Payasos! en tanto, los políticos se aprovechan de su influencia en las masas carentes de la más mínima cultura para obtener sus votos.

Sin lugar a equivocación, vivimos en medio de una ilegalidad amparada en la legalidad de leyes, elaboradas exprofeso para justificar lo injustificable, convirtiendo lo cotidiano en un continuo girar sobre las peores inmundicias y salvajismo en el comportamiento humano dentro de una sociedad. El dar ejemplos en esta situación está de más, ya que no hay actividad en la cual no resalte el favoritismo o la acción privilegiada de la que se quitó, al parecer por siempre, la venda que le cubría sus ojos y que ostentosamente le llaman justicia.

Todo el accionar impositivo gira siempre hacia el mismo lugar; la pendeja Clase Media que lo soporta todo estoicamente. Ahora engendran una ley para penalizar a todos aquellos que de una manera u otra lograron comprar o hacer sus viviendas, pagando todos los impuestos existentes, pero  que ahora, desgraciadamente, estos insaciables pretenden que se paguen nuevos impuestos porque “supuesta” o realmente el inmueble se ha reevaluado pero, ¿se está vendiendo? ¡No!, se está viviendo, y en la mayoría de los casos ya tampoco podría comprar otra porque hasta el mantener la misma se le hace cuesta arriba. Pero eso no importa, lo que si lo hace, es la necesidad de dinero que requieren estos políticos para, entre otras cosas: Continuar dividiendo el territorio en busca de más botellas políticas que necesitan  recursos adicionales para hacer nada; peor aún, si hablamos de los recursos que se agencian, ya sea como políticos o propietarios de estaciones de combustibles, con la ley de chupa sangre que armonizaron como impuesto por cada galón.

Nos podríamos quedar ahí pero, qué decir del pago que reciben por cada voto que obtienen; pagos a Partidos para que lleven a cabo sus actividades particulares, todo esto de manera “legal” pero, ¿legislar para sí mismo no es inconstitucional? ¿Y no dice la misma Constitución que ante las leyes todos somos iguales? Entonces, ¿cuál es la razón para pagar a los políticos a fin de que sacien sus ambiciones personales?

¿Por qué hay que continuar pagando a los “honorables” sus gastos extracurriculares, es decir, de lo que se supone es su trabajo, incluyendo oficinas y actividades personales de acciones cívicas cuando esa no es su función? Todo es violatorio a la ética, la moral y las mismas leyes, y reitero, porque estas indican que ante ellas, todos somos iguales, por tal razón, la función de ser político, al igual que cualquier otra profesión o negocio particular, se debe proporcionar sus propios recursos. Y no me digan que en otras partes es igual, mejor, pongamos el ejemplo y seremos entonces los primeros en tener una política democrática por y para el pueblo. J…er. ¡Sí señor!