Es de la naturaleza de los procesos electorales que a un mes menos un día de las votaciones –ahora presidenciales, congresuales y municipales- se magnifiquen los resultados de encuestas, y de las variopintas, se esparzan rumores automáticos y de los adrede y se den a conocer denuncias ciertas, las ciertas manipuladas y de las inventadas, etc. por los canales formales y los informales, que podrían enrejar a los receptores en percepciones dispares.

Cualquiera se confunde y equivoca y a veces a tal grado que sus deseos los traduce cual si fueran realidades presentes. Es tanto lo que se fabula que muchos optan por replegarse en sí mismos al respirar en la atmósfera enrarecida de las presiones contradictorias.

Los medios de comunicación social, los reporteros, redactores, entrevistadores, articulistas, etc., sus ejecutivos y sus propietarios suelen mostrar el refajo de sus preferencias y conveniencias políticas y personales, valga decir que toman partido, aunque algunos se esfuerzan por asumir la pose no ética de callarlo y, peor aún, de pretender envolverlos en el celofán multicolor de la independencia, la neutralidad y la objetividad. Otros sencillamente se montan en la patana del “ganador”, sin echarle un ojo a las gomas, que tal vez estén lisas…

Al candidato Luis Abinader los Goliat le han querido imponer una camisa de fuerza, lo han aprensionado por adelante, por la espalda y por sus izquierda y derecha mediante resultados de encuestas sucesivas, a veces ciertas y a veces inciertas, la propaganda reeleccionista, que ya marcó la curva de la peligrosa saturación, con probabilidades de entrar a la fase del rebote perjudicial, las efectivas y bien estructuradas movilizaciones encabezadas por el candidato presidente Danilo Medina, el alud de comentarios, muchos deshilvanados, de comunicadores en los diarios impresos y en los digitales, en la radio y en la TV, la percepción extendida de que “desde ya perdió”; imputaciones de ataques “sucios” (?), de pronunciadas carencias de condiciones y de experiencia de administrador de la cosa pública –olvidan al Leonel Fernández de 1996- y de la falta de bríos e impulsos que hagan vibrar a los electores.

Al candidato Luis Abinader los Goliat le han querido imponer una camisa de fuerza, lo han aprensionado por adelante, por la espalda y por sus izquierda y derecha mediante resultados de encuestas sucesivas, a veces ciertas y a veces inciertas, la propaganda reeleccionista, que ya marcó la curva de la peligrosa saturación

Ahora bien, dos de las cuatro encuestas publicadas en la última semana, a más de situar a Medina en una delantera holgada, han aportados datos de suyo significativos, previstos por nosotros en varios artículos, y tienen en común –en esto hay que añadir a una tercera- que fueron realizadas desde días antes de terminar marzo hasta el 1 de abril, justo cuando Medina estaba en su clímax al terminar una ronda intensa de caravanas por la capital y localidades del país que reflejaron una reacción de acogida sincera de parte del público debido a que es el Presidente de la República, el candidato del PLD y un bloque de partidos, una buena oferta que tiene una positiva hoja de realizaciones, y a una mejor planificación y organización de sus recorridos; todo esto en momentos inmediatamente posteriores a su acertada escogencia de Margarita Cedeño de Fernández como compañera de boleta y al efecto negativo inicial hacia fuera del PRM de la escogencia como companera de boleta de Abinader de una desconocida, “la hija de Hipólito”, Carolina Mejía.

La encuesta de Mark Penn-Noticias SIN, del 28 al 30 de marzo, indica que un 59% dijo que influirían en su decisión de votar para presidente los candidatos a senadores y alcaldes que lleve el partido de su preferencia -y el PLD tiene serios retos y enredos en por lo menos 10 provincias-, y la de Greenberg-Diario Libre, del 29 de marzo al 1 de abril, precisa que Abinader ganaría en una segunda vuelta con un 56% contra un 39% de Danilo entre los votantes que dicen haber “oído mucho” sobre la detención en Brasil del más importante asesor de campana de Danilo, lo que compagina con el 54% que dijo que se siente menos favorable a él debido a ello. Esa misma encuesta reveló que el 25% de los probables votantes aún evalúan a los candidatos presidenciales y que “pueden cambiar de opinión” y que los que favorecen a Abinader dijeron que “necesitamos un cambio”.

En ese orden, una tercera encuesta viene a acrecentar las inquietudes anteriores, la de Alfonso, Cabrera y Asociados, del 8 al 10 de abril, esto es, una semana y dos días después de terminar aquellas, valga decir que luego del efecto inicial de los recorridos de Danilo, al indicar que Danilo habría bajado al 50.1%  y Abinader subido a un 42.9%.

 Aunque el presidente de esa empresa, Dorín Cabrera, está al servicio de  Abinader está avalado por los aciertos de sus encuestas en eventos electorales del pasado. Si me fuera permitido dudar de esos resultados quizás yo le añadiría a Danilo un 1% de los 4.5% que le atribuye a Moreno, y 2.9% de lo atribuido a Abinader, para un total de un 54%.

Pero eso no me está permitido. Lo que sí me está permitido es decirles que de acuerdo a mis informaciones al parecer confiables y mis frías percepciones el candidato Danilo desciende de nuevo y que en el mejor de los casos rondaría el 55% y que Abinader asciende lentamente de nuevo y que de seguir podría situarse cerca del 40% para finales de la próxima semana, esto es, a tres semanas de las votaciones.

De lo que no tengo la menor duda es de que a Danilo habrá que ganarle o en la primera o en la segunda vuelta…

…Y que las posibilidades de Danilo serían tanto como mínimas en una segunda vuelta porque Abinader tendría el abanico manual chino abierto con todos los cargos de su posible gobierno para negociar apoyos con la Fuerza Nacional Progresista y los demás micro partidos opositores y con los del bloque oficial que sean “come cheques”.