Cuando un analista de noticias redacta un largo artículo en el que invierte tiempo y energía intelectual se espera que sea cuidadoso y que una vez concluido el trabajo lo relea para detectar y corregir las erratas que a veces se deslizan en estos
CONSECUENTE
“He sido siempre CONSECUENTE, lo que pensé ayer lo pienso hoy, no me gusta. . .”
En la frase que consta más arriba se encuentra el vocablo del título utilizado de acuerdo con la acepción que corresponde a las personas y, se refiere a aquella que obra conforme con sus principios.
Ahora bien, la razón por la cual se somete a estudio este adjetivo es porque en la República Dominicana se ha oído -y probablemente leído- la palabra del título usada con otra significación. Desde el principio hay que dejar constancia de que no se cuenta con un texto a este respecto que se pueda citar como ejemplo del antes mencionado uso. Se obra en este caso conforme con los recuerdos que se guardan con relación a este uso.
Consecuente, en el sentido que le imprimen los dominicanos, según el criterio de quien esto escribe, se emplea para expresar que una persona es paciente, que sabe escuchar y que hará una decisión de acuerdo con las circunstancias. No es un individuo rígido, inflexible. Es alguien que somete sus juicios a una serie de evaluaciones que pueden variar conforme con las situaciones.
Se repite que no se ha encontrado vestigio alguno de esta acepción dominicana en los diccionarios del habla dominicana para “consecuente” y, que más que nada se ha trabajado apoyándose en recuerdos de conversaciones y circunstancias de estas.
Quizá el traslado de significado se opera como resultado de la influencia de la palabra “condescendiente”, cuya significación es que se muestra tolerante con los gustos y deseos de los demás.
Esta utilización en el español dominicano que se sugiere aquí, aparece documentada en el DAA para México y Nicaragua de este modo: “Referido a persona, que es tolerante con acciones de otros que pueden considerarse censurables”. El Diccionario del español usual en México (2002), confirma el uso con la siguiente definición: “Que es paciente y comprensivo ante las acciones relativamente reprobables de una persona”. Conforme con ese diccionario pertenece al registro coloquial.
OBLIGACIONISTA
“El precio de las permutas de incumplimiento crediticio implica una probabilidad del 49 por ciento de que V. dejará de pagar a los OBLIGACIONISTAS en los próximos cinco años”.
La RAE no reconoce esta voz, por lo tanto no consta en el lexicón mayor de la lengua común. Según parece esta voz ha incursionado en el campo de la economía y las finanzas recientemente. Quizá por la circunstancia de que es de creación y uso recientes los académicos todavía no le han abierto las puertas del DRAE.
Los diccionarios de uso sí consignan la voz del título, así como los que se mantienen al tanto de los cambios que ocurren en la lengua corriente.
La voz obligacionista viene del ámbito de la economía. “El obligacionista es el portador o tenedor de una o varias obligaciones negociables”. Esa es la definición que ofrece el Gran diccionario de la lengua española de Larousse. Estas obligaciones son valores emitidos a cambio de préstamos, ellas representan una deuda para el emisor y se utilizan para la financiación. El poseedor de la obligación en este caso es el obligacionista. El precio de mercado de las obligaciones depende del nivel general de los tipos de interés y de los riesgos que representa el emisor.
El diccionario Moliner circunscribe la definición del obligacionista al mercado de valores de empresas, sin tomar en consideración las emisiones que realizan los países. La acepción suya es: “Poseedor de obligaciones de una empresa”.
Es posible que esta voz haya nacido de la necesidad de abreviar el nombre del poseedor o tenedor de bonos que en inglés es el bondholder.
No es la primera vez que las actividades económicas le suman una voz nueva con valor de neologismo al idioma español. Neologismo que en este caso es necesario para acomodar la fluidez del habla.
REBELARSE – REVELAR
“Todas las guerras de liberación se basan en ese principio que obliga incluso a sostener, como corolario, que envilece, a pueblos e individuos, aceptar la opresión sin REVELARSE”.
A algunas personas les puede parecer ocioso que en escritos de este género haya que abundar sobre las diferencias entre los dos verbos del título. La razón que impulsa a tratar un tema como este es que todavía hay personas que no se fijan cuando escriben, que publican una cosa por otra.
Cuando un analista de noticias redacta un largo artículo en el que invierte tiempo y energía intelectual se espera que sea cuidadoso y que una vez concluido el trabajo lo relea para detectar y corregir las erratas que a veces se deslizan en estos.
Rebelarse es oponer resistencia. La acción se consuma cuando la persona se niega a obedecer a una autoridad o a cumplir una ley, una orden o una costumbre. Es sublevarse, es desobediencia.
Por revelar se entiende descubrir o manifestar algo ignorado o secreto. Algo se revela cuando se proporcionan indicios o certidumbres de ello. Ese verbo también se usa en fotografía y en religión. En los casos en que el verbo es pronominal, revelarse, en esos momentos es cuando alguna cosa resulta de determinada manera. Se han dejado fuera otros significados.
Con la lectura de lo escrito en los dos párrafos inmediatamente anteriores a este se percata el lector de la gran distancia que separa los dos verbos. No hay lugar a que se pase por alto el cuidado que le debe un articulista a sus lectores.
En abono del analista redactor que olvidó revisar cuidadosamente lo redactado hay que mencionar que en el teclado las letras uve /v/ y be /b/ se encuentran una junto a otra.
SUBLIMINAL – *SUBLIMINAR
“Sobre todo en aquellas competencias que permitían SUBLIMINAR contiendas casi castrenses contra el enemigo imperialista”.
Lo que aconteció con la confusión entre palabras aquí -en el caso de la cita- puede resumirse como una mala digestión de un concepto refinado, por inadvertencia y no por incompetencia.
El articulista pensó que el concepto sicológico pertenecía a algún verbo y así lo metió en el saco del primer grupo de conjugación y como no prestó suficiente atención a la escritura malogró su mensaje.
En el desarrollo de esta sección se abundará sobre el concepto, sobre la escritura y acerca de posibles explicaciones del porqué el respetado columnista tropezó en este umbral.
El término subliminal, tal y como lo reconoce la RAE pertenece al campo de la psicología. En el lexicón completo de palabras reconocidas aparece con su etimología, de sub- y limen, liminis, ambos del latín. En esta palabra el prefijo sub- hay que tomarlo como indicativo de “por debajo” y limen o liminis se contraen a umbral.
Los juristas reconocen algunas de estas palabras del latín porque están acostumbrados a presentar algunos argumentos in limine litis, es decir, al comienzo de un pleito. Vale esto para significar en el umbral del pleito. Es oportuno recordar que el umbral es el principio de una actividad o proceso.
Subliminal significa que está por debajo del umbral de la conciencia. Es algo que existe o funciona bajo el umbral de la conciencia. Se refiere la palabra a un estímulo que por su debilidad o brevedad no se percibe conscientemente y que sin embargo, influye en la conducta. Los franceses entienden que subliminal es sinónimo de subconsciente y proponen un equivalente con la voz infraliminal.
Los brasileños para definir lo que es subliminal (=subliminar) lo hacen explicando que no es un estímulo suficientemente intenso para que el individuo tome de eso consciencia, pero que repetido puede alcanzar un efecto deseado.
En esta parte se argumenta a favor del columnista del desliz. En español existe el vocablo “liminar” que sirve para expresar que algo está al principio. El liminar es la puerta o entrada. Con la ayuda del prefijo pre- se compone la palabra “preliminar” que es que sirve de prólogo.
Para resumir. El respetable y respetado columnista debió olvidar algunas nociones y aceptar lo del concepto psicológico que existe desde el siglo XIX, aunque se ha explotado con fines comerciales en la segunda mitad del siglo XX. Lo acertado era escribir subliminal y no lo que compuso. Como dice aquí el amigo chusco, el articulista “puso un huevo”.
PROSPECTO
“Al régimen no le interesa seguir produciendo una cantera de peloteros, luego de sonadas derrotas internacionales y una ostensible decadencia que hace desertar continuamente a los más talentosos PROSPECTOS”.
La historia de “prospecto” es muy vieja. Si todavía hay quienes no pueden o no saben distinguir entre las voces del español y del inglés que se escriben de modo semejante, solo queda sentir lástima por ellos. Como el error persiste se hace necesario volver a tratar el tema.
La confusión entre prospecto del español y la voz prospect del inglés hace tiempo que existe en los medios de comunicación. Para hacerse una idea del tiempo basta con citar que ya en el año 1964 D. Ricardo Alfaro se refirió a ello en su Diccionario de anglicismos.
El autor recién citado mencionaba cuatro maneras del uso anglicado. En el sentido de perspectiva o esperanza. En el de posibilidad. Con el valor de expectativa. Por último como presunto comprador o persona con quien se ha iniciado trato sobre negocio.
Como podrá comprobarse con la lectura de lo extractado de la obra citada, el empleo que hace el columnista está muy alejado de lo que se criticaba en esos años. La forma en que se encuentra utilizado el prospecto en esta ocasión reproduce en español el significado de una acepción del inglés que corresponde a “probable o posible candidato para un trabajo, labor o posición”.
Este desafortunado “prospecto” se usa mucho en el español latinoamericano, especialmente en el béisbol, para mencionar los jóvenes profesionales o no que presentan buenas cualidades en su vida profesional.
En mejor español que el empleado por quien escribió la oración de la cita, podría utilizarse el vocablo “promesa”, en su acepción acerca de una persona que reúne cualidades y aptitudes especiales para una actividad.
El término “prospecto” en español posee dos acepciones ben definidas. Es el papel o folleto que explica la composición, utilidad o empleo de un producto. Eso se usa con frecuencia en los medicamentos. La segunda acepción es la de impreso o anuncio breve publicado sobre un espectáculo o acontecimiento.
Ojalá cesara de una vez y para siempre la práctica equivocada de utilizar la voz del título en lugar de los términos convenientes del español que se han propuesto más arriba.