Hace más de año y medio – durante las semanas subsiguientes a las elecciones presidenciales de mayo 2012-, algunos voceros de Miguel Vargas repetían por radio y televisión que el masivo respaldo a las posiciones críticas que mantenía Hipólito Mejía frente al presidente del PRD eran una  "burbuja emocional" que en poco tiempo se disiparía.

Vamos para dos años y la  "burbuja" ha pasado de gas a solido.

Hace algunos meses, durante el enfrentamiento por la celebración del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) en agosto pasado, abundaron los artículos de periodistas   autoproclamados "amigos" de Miguel Vargas, que le aconsejaron "mantenerse firme" porque tan pronto concluyera la reunión del CEN y recibiera las validaciones respectivas de la JCE y del TSE, el liderazgo de Hipólito se desinflaría y una franja de sus dirigentes correría hacia la tienda del "MVP".

Según esos enjundiosos analistas, cuando se acercara la fecha para escoger los candidatos a alcaldes, regidores, diputados y senadores para el 2016, Miguel seria desbordado en respaldo por una avalancha de líderes locales en busca de garantía para sus aspiraciones.

Algunos llegaron a pronosticar que hasta para garantizar sus puestos partidarios o conseguir una designación interna en alguna secretaría o comisión, numerosos dirigentes y "viejos robles", hoy rebeldes, cambiarían de acera.

Nada de lo anterior ha ocurrido. El sector encabezado por Hipólito, Luis y los líderes emblemáticos del PRD se ha consolidado internamente y tiene en desarrollo una red de contactos y coordinación con sectores y organizaciones extrapartidarios de una amplitud nada despreciable.

Lo que sí está sucediendo es que cientos de líderes perredeistas de municipios y provincias han quedado encerrados en una trampa tejida de ilusiones y narraciones simplistas o irresponsables del proceso político dominicano y de las contradicciones intrapartidarias.

Decenas de alcaldes y diputados de todo el país corren el riesgo de ser barridos en el 2016 por el PLD y sus aliados, y de no producirse un giro, los nuevos diputados del PRD se contarían con los dedos de una sola mano. Y todo porque un grupito se niega a pactar y celebrar una convención unitaria.

Embarcarse en realizar una convención con un padrón unilateral, secreto y una Comisión Organizadora totalmente parcializada será – para fines practicos –, un entretenido viaje hacia ninguna parte.

Naturalmente, Miguel y sus consejeros podrán explicarlo como les parezca, pero esa será la triste realidad

¡Todos perderán!