La Justicia Dominicana tiene por delante varios casos graves y complejos que deben ser confrontados con buen juicio y en tiempo apropiado. Confrontar problemas con buen juicio no es siempre fácil; a estos, el empresario y destacado escritor estadounidense, Dale Carnegie (1888-2015), en una ocasión dijo: “Juzgar es tan terrible, que Dios lo ha dejado para el fin del mundo”. (Hechos 17:31; Apocalipsis 20: 11.12). En la historia de la Civilización Occidental, siempre han habido problemas entre los seres humanos.
Debido a esto, desde tiempo muy remoto, se han establecido reglamentos en la sociedad con elementos de derechos en códigos legales para que sirvan de estandarte y normativa, a fin de conocer y dilucidar los hechos de contrariedades para determinar y adjudicar lo que es justo o equitativo. A veces, el pueblo se empecina en calificar los asuntos sin conocimiento cabal o ponderado de cuestiones, y juzgan mal por ser arbitrarios o ignorantes. Este es el patente caso en el evangelio de Mateo 11: 18-19. “Porque vino Juan el Bautista que ni come ni bebe, y dicen que tiene demonio. Luego ha venido el Hijo del Hombre (Jesús el Cristo) que come y bebe y decían que es glotón y bebedor”. El resultado de esa equivocada percepción y juicio, en ambos casos, fue nefasto; pues, Juan el Bautista fue decapitado y Jesús el Nazareno, fue crucificado.
El modo de hacer justicia ha variado a través del tiempo debido; a cambios que ocurren espontáneamente en toda sociedad; reformas de los dogmas de la religión; y cambiantes conceptos de la ética-moral. Por otro lado, por transformaciones de los códigos legales y las condenaciones que se imponen a los culpables por delitos y crímenes, que han evolucionado, y hay continuas innovaciones que surgen perennemente.
En la época de Hammurabi (1792-1750 a.C.), el código tenía la siguiente ley: “ojo por ojo, diente por diente”, esta ordenanza fue parte de los reglamentos en la Torah (los cincos primeros libros de la Biblia), que se recuerda ahora, a pesar de los años que han pasado. Las constituciones, los códigos legislativos, las leyes, los reglamentos vigentes de los pueblos civilizados, van evolucionando, y se observa de manera notable, la vigencia de “los derechos inalienables de los seres humanos” en todas las categorías y características concebibles. Hay grandes e intrínsecos problemas en el país que la justicia debe confrontar y dar buen juicio con prudencia y equidad, en tiempo razonable. Se espera que esto sea así.