I.-El distanciamiento físico como protección
1.- El trecho que dominicanos y dominicanas estamos transitando hoy, estando de por medio el coronavirus, ha sido propicio para saber el proceder de una gran parte de nuestra gente. Ha salido a relucir la parte bonita de las personas expresada en solidaridad, comprensión y la identificación con lo que representa bondad, cordialidad y las virtudes que elevan al ser humano y lo hacen modelo de magnanimidad.
2.- Sin embargo, así como la pandemia del coronavirus ha servido para conocer lo hermoso que pueden tener los dominicanos en el fondo de su alma, también ha permitido saber que en sociedades como de la que formamos parte, hay individuos que en su cabeza andan con todas clases de perversidades que llevan pesares hasta a los más risueños y de formación festiva.
3.- Lo más importante ha sido que la gran mayoría de los nuestros no se han dejado confundir por ese segmento social que aquí disfruta viendo a los demás sufriendo espantos y sin saber qué hacer bajo estado de desesperación. Para sus diabluras no han tenido espacio los fabricantes de rumores y de repercusiones que causan inquietudes. Los propagadores de bolas venenosas están, al parecer, sin receptores.
4.- Se ha impuesto la actitud reflexiva de nuestros compueblanos; el razonamiento oportuno y la completa ponderación al tomar con muchas reservas los mensajes provenientes de aquellos que nunca se conduelen de la desesperación ajena ni de los apenados.
5.- La ciudadana y el ciudadano que siguen la orientación de limpieza y confinamiento permanecen formando parte del medio social donde viven, mientras que aquel que no acata el aislamiento solo le espera el sufrimiento, la agonía, el trance hacia el fallecimiento que ha sido el destino de los que se comportan indiferentes.
6.- La obstinación de los que hacen caso omiso a los mensajes de aislamiento contra el coronavirus, pagan con la vida su testaruda decisión, mientras se mantienen con vida aquellos que deciden ser disciplinados y aceptan las orientaciones de evitar la contaminación.
7.- Mujeres y hombres del pueblo, ante la estela de daños causados por el coronavirus, han hecho uso del sentido común partiendo de los males existentes a nivel mundial y la ausencia hasta ahora de una vacuna efectiva para la curación.
8.- La sana inteligencia le ha dicho a la gran mayoría del pueblo dominicano que si lo que da resultados tangibles en la lucha contra el coronavirus es la higiene y el aislamiento social, lo que le conviene es utilizar aquí iguales métodos de protección.
9.- Cualquier esfuerzo que se haga para hacer imposible el ataque del coronavirus al ser humano, es conveniente implementarlo. Hay que ejecutar todo aquello que evite sufrimientos a las víctimas y a sus seres queridos. No hay que hacer grandes sacrificios para no tener más dolientes por el coronavirus. Basta con poner en práctica el correcto proceder para no continuar teniendo entre nosotros parientes muertos.
10.- Los gobiernos que en sus respectivos países han decidido aplicar con diferentes modalidades el confinamiento o distanciamiento social para contrarrestar el coronavirus, han obtenido positivos resultados en comparación con los altos números de fallecidos allí donde no se han puesto en ejecución las medidas de control de movilidad.
11.- El distanciamiento físico que impone la necesidad circunstancial y coyuntural, no rompe ni mella los sentimientos y vínculos familiares. Es preferible una pausa en el contacto, que una definitiva separación. Aquel ser querido que está lejano es posible que regrese, el que no vuelve es el que muere. No formará parte del núcleo familiar quien fue eliminado por causa del coronavirus, mientras se vuelven a reencontrar los familiares que estaban en retiro temporal.
12.- Es posible no llevar angustia al órgano familiar si actuamos pensando como personas con sentido de responsabilidad colectiva, conscientes de que si resultamos lesionados por el coronavirus, vamos a traer aflicción y permanente sufrimientos a todas y a todos aquellos con los que tenemos afinidad por lazos sanguíneos o de cualquier forma de unión por parentesco o simplemente afectivos.
13.- Tranquilos en la casa observando y manteniendo el absoluto aislamiento, llevamos a los demás un mensaje de que nos estamos protegiendo mutuamente. No importa que sea en una mansión, modesto bohío, sencilla habitación o en el más alejado aposento, pues basta con mantenernos separados y no resultar víctima de la infestación del coronavirus.
14.- Una persona acostumbrada a actuar con serenidad en estos momentos está en condiciones de obrar siguiendo lo que es su norma y poner por delante el accionar equilibrado, lo que con seguridad la llevará a defenderse del Covid-19, mediante el aislamiento domiciliario que se ha comprobado es el remedio más adecuado para no enfermarse por la mortal contaminación.
15.- Por lo mucho que significa la célula familiar en el corazón de mis coterráneos, es bueno hacerles saber que es oportuna la ocasión para poner a prueba sus nobles sentimientos cumpliendo con las instrucciones que evitan la contaminación por contagio del coronavirus, lo que se logra estando recluidos en sus respectivas casas.
II.- El hogar como confinamiento
16.- La agresiva e incógnita pandemia que está azotando a una parte de la humanidad, y a la otra la mantiene en vilo, se señorea implacable e imperiosa, contagiosa y dejando a sus víctimas exánimes. Porque no hay contraveneno para defenderse del coronavirus, prácticamente hay que perderse en el medio social y hasta en la propia casa. Huir aun sin saber de quién.
17.- Lo que le está imponiendo al ser humano la realidad del Covid-19, es que para sobrevivir tiene que escabullirse en el lugar que sea para no ser alcanzado; largarse a donde no sea tocado; eclipsarse para que ese virus ni le vea; hay que permanecer escurrido; irse por ahí; en el espacio más seguro de la casa. Hay que estar casi huroneando en su propio hogar.
18.- No es cuestión de miedo, sino de protección. Es legítimo permanecer en el hogar hasta tanto se mantenga el terror impuesto a la humanidad por el azote del Covid-19. El soterramiento se ha convertido en algo necesario para evitar ser contaminado. Hay que existir en el domicilio, pero a la distancia hasta del ser más querido. Por lo contaminante que es el Covid-19, se hace una imperiosa necesidad hacerse el invisible, pasar disimulado aunque esté bajo el mismo techo con los suyos.
19.- No importa por el tiempo que sea, pero debemos estar resguardados del Covid-19. La cuestión es impedir que el virus llegue a tu anatomía, es como fingir que tú no eres de carne y hueso; es estar obstruido vivo. La persona tiene que pensar que está guardada en su domicilio; presente pero no expuesta cerca de los demás compañeros de soledad hogareña.
20.- Por la presencia del Covid-19, la casa familiar se ha convertido en un lugar de amparo; el sitio ideal de protegerse contra ese fantasma que nos aterra, amenaza y ejecuta matando sin ser visto por sus víctimas. Estamos en la clandestinidad sin haber violado ley alguna, para así no perecer y que nuestros deudos no puedan ir a despedirnos ni a la funeraria. Estamos teniendo una vida furtiva.
21.- El Covid-19, ha puesto a las personas a ser cautelosas. Comportarse sumamente precavidas para evitar riesgos peores. Hay que ser receloso porque estamos expuestos a ser cadáver; la sagacidad es necesaria ante un adversario como el Covid-19, que aunque no se deja ver es un asesino en potencia. Ser prudente y desconfiado a los fines de que aun en el aislamiento no se presente el virus.
22.- Quedarse en la casa para defender la vida no es una consigna. Hay que tomar el mensaje como un aviso sensato con el objetivo de estar preparado para que el mal no nos sorprenda. Es un mandado que se te envía para que tú y tu familia no sean objeto de la sorpresa del Covid-19. Ante la sospecha del ataque se nos impone el ojo avizor; no estar despreocupados ante el acecho de quien nos vigila para contaminarnos y matarnos impunemente.
23.- Ser cuidadoso es ser realista y objetivo en un momento de incertidumbre. Metódico, es estar atento para que en la casa no nos ataque el Covid-19; es ser celoso ante el contagio. Meticuloso en cualquier circunstancia, y más ahora cuando cualquier descuido nos cuesta la vida. Las actuaciones debemos normalizarlas; es decir, someterlas a un régimen disciplinario especial para no caer en un desliz que nos lleve al cementerio sin deudo como acompañante.
24.- La invitación a estar protegido en la casa es infundir aliento, no temor; es mandar ánimo, no motivar miedo; es exhortarte al cuido, no sembrarte incertidumbre. Lo que se busca con la advertencia de que te mantengas en el hogar es para que el coronavirus no llegue a la casa tú estando distraído, impávido. La serenidad ante el peligro es un medio correcto de defensa frente a un enemigo desconocido, oculto. Para el adversario furtivo hay que estar preparado para responderle, para salirle al frente al Covid-19.
25.- En la casa y no hay de otra. Permanecer ahí como un civilizado insociable; continuar en aislamiento por seguridad personal; mantenerse seguro en confinamiento para conservarse vivo defendiéndose a la distancia del virus. Nada de marcharse de la vivienda; partir de ahí no garantiza estar libre de contaminación. Separarse del lugar donde está cobijado es caer en desamparo y ponerse al alcance del mortífero Covid-19.
26.- Permanecer bajo cuidado es signo de no ponerse al alcance del Covid-19. Hay que convertirse en su propio centinela; cuidador de su existencia; un activo vigilante para estar advertido de la sorpresa del contaminador. Al final, aquellos que bien pueden parapetarse en su casa, quedarán libres del Covid-19.