En las primeras dos entregas de Confesiones de un “Publirrelacionista” hablé sobre la “cualquierización” del concepto de “Relaciones Públicas” y la función de la Comunicación Estratégica, así como el poco entendimiento de la misma, entre quienes deberían conocerla a la perfección.

Confesiones de un “Publirrelacionista”. (1a Entrega): El Concepto de las RR.PP.

Confesiones de un “Publirrelacionista”. (2a Entrega): El trabajo de las RR.PP.

Comenzaré esta 3era y última entrega hablando sobre el “Código de Ética Periodística del New York Times: Manual de Valores y Prácticas para las Noticias y Departamentos Editoriales”, específicamente sobre su 4a sección: La protección de la neutralidad del medio (página 12).

En dicho capítulo hay una sección llamada: “Ofrecer servicios financieros y de otra índole” (página 13), en la que se establece -de forma clara y concisa- lo siguiente:
“It is an inherent conflict for a Times staff member to perform public relations work, paid or unpaid. Staff members may not advise individuals or organizations how to deal successfully with the news media….”

Su traducción literal al español es la siguiente:
“Es un conflicto inherente que cualquier empleado del Times lleve a cabo trabajo de Relaciones Públicas, remunerado o sin remunerar. Ningún empleado podrá asesorar a individuos u organizaciones en cómo tratar -de forma exitosa- a los medios de comunicación…”

En conclusión, lo que dice es que ningún periodista podrá llevar a cabo labores de gestión de medios y/o asesorar personas o empresas en dicha materia.

Así de lógico y sencillo.

Desafortunadamente, esto es ignorado por muchas personas en varios países del mundo, específicamente de América Latina, aunque no se tiene que ser un genio en temas de comunicación para saberlo, deducirlo o descifrarlo.

¡Pensemos!

Una persona/empresa contrata a un empleado/periodista de un medio de comunicación para asesorarlo (sin que el “asesor” renuncie a su trabajo), ¿podrá mantener su objetividad al redactar/reportar noticias?

Pongamos eso en un ejemplo práctico:
Al periodista de un medio se le da la indicación de investigar sobre la contaminación de la minera X en un río, pero la minera X tiene como “asesor” al periodista que debe llevar a cabo la investigación.

  • ¿Crees que el periodista puede ser objetivo en su investigación, recibiendo una remuneración de la misma empresa a la que debe investigar?
  • ¿Crees que el periodista va a escribir algo que afecte la reputación o imagen de la minera X que lo tiene en su nómina?

El punto central es que al estar siendo remunerado por la empresa que debe investigar, no puede escribir nada que los perjudique, viéndose obligado a beneficiar a la minera con notas positivas, aunque sean culpables de contaminar el río.

Usemos otro ejemplo:
Un doctor contrata a un empleado/periodista de un medio de comunicación para ayudarlo en su “posicionamiento”, y el medio de comunicación le pide al periodista que investigue a dicho doctor por varias denuncias en su contra:

  • ¿Crees que el periodista podrá ser objetivo en su investigación, siendo asesor -al mismo tiempo- del doctor?
  • ¿En caso de ser verdad las acusaciones en contra del doctor, crees que el periodista las va a denunciar en el medio de comunicación para el que trabaja?

Estando en la nómina del doctor, difícilmente va a escribir algo negativo de él, viéndose obligado a hablar bien, aunque sea culpable.

Con estos dos ejemplos podemos ver -claramente- que ES IMPOSIBLE QUE UN PERIODISTA MANTENGA SU OBJETIVIDAD EDITORIAL con este claro conflicto de interés.

Veamos este argumento desde otra óptica para dejar en claro la gravedad de estas situaciones.
Imagínense que el juez de un litigio entre dos personas se vuelve asesor de una de las partes sobre cómo ganar el caso.

Esto, además de ser ilegal, resta cualquier autoridad, autonomía y credibilidad al juez…
Pues lo mismo pasa con el periodista cuando éste se vuelve asesor.

En mis más de 15 años de experiencia, he tenido la oportunidad y privilegio de trabajar y colaborar con muchos periodistas -de profesión- que decidieron dejar -por completo- sus trabajos en medios de comunicación para dedicarse a la consultoría en Comunicación Estratégica.

A todos ellos les transmito mi respeto por haber sabido evitar los conflictos de intereses.

¡Ojalá todos hicieran lo mismo y de la misma forma!

En el caso de que un periodista quiera dedicarse a la Comunicación Estratégica y -al mismo tiempo- participar en los medios de comunicación, podrá/deberá hacerlo como “analista”, ya que esto no influenciaría indebidamente su juicio profesional.

Por otro lado, existen muchos profesionales que se dejan contratar por una persona/empresa cuyo objetivo es criticar y/o difamar a otra.

Soy un fiel creyente que nuestra profesión debe crear y cambiar conversaciones, pero jamás a costas de perjudicar la imagen y reputación de otra.

Tristemente, hemos visto lo contrario en muchas ocasiones y esto -también- demerita mucho a la profesión, perjudicándonos a todos.

Entiendo que muchas veces, sobre todo en asuntos de manejo de crisis, uno se ve forzado a promover la publicación de temas que pudieran perjudicar a otro, pero esto SOLAMENTE debe hacerse cuando hay pruebas CONTUNDENTES de que se hizo algo negativo y/o se cometió un delito… De lo contrario promover algo negativo de otra persona/marca sin pruebas es difamación y eso jamás debe ser tolerado.

La ética -en todas las profesiones- es FUNDAMENTAL…

En la nuestra es urgente que se establezcan códigos de conducta, así como certificaciones que -más allá de comprobar que eres un profesional de la Comunicación Estratégica- obliguen a cumplir los principios básicos de ética y profesionalismo necesarios para que nuestras actividades NO pierdan credibilidad.

Cada día más la Comunicación Estratégica se profesionaliza y adquiere valor, pero aún hay mucho por hacer y debemos comenzar con definir y establecer los límites de nuestra gestión, así como los requisitos para poder ser considerado como un profesional.

Conclusiones de la 3era entrega de Confesiones de un “Publirrelacionista:

  • Todo profesional de las Relaciones Públicas debe conocer y dominar los principios éticos de la profesión, rechazando cualquier solicitud que vaya en contra del “deber ser” y de lo correcto.
  • La Comunicación Estratégica es una actividad llevada a cabo por personas de distintos perfiles, pero todos deben tener el mismo concepto y entendimiento de lo que es la ética y un conflicto de interés.
  • Debemos crear un mecanismo que oficialice la profesión, para evitar los conflictos de intereses generados cuando los empleados de los medios de comunicación quieran hacer labores de Relaciones Públicas.
  • Es fundamental que todo profesional dedicado a la Comunicación Estratégica sepa que nuestra profesión siempre debe crear valor para las personas y marcas, quedando estrictamente prohibido la difamación.
  • La Comunicación Estratégica y el Periodismo se COMPLEMENTAN… Pero dichas funciones jamás deben mezclarse, ya que el resultado siempre será un conflicto de interés o la perdida de la objetividad.

Artículo en 140:

@RaulBaz