Uno lee a Cocteau describiendo un hombre que se pone su bufanda, muy teatralmente, se monta en un carro deportivo, y uno piensa: "Este carajo como que se va a matar", y en la próxima línea Cocteau pregunta: "¿Tengo que decir que este señor se va a matar?"

Otra cosa divertida es descubrir pequeños plagios homenajes de genio a genio. Twain, en su "Un Yankee de Connecticut en la Corte del Rey Arturo", escribió sobre el protagonista prediciendo un eclipse, pero no por un arduo conocimiento de Aristóteles, sino por el hecho de venir del futuro, engañando a la plebe inglesa, a los caballeros de la mesa redonda, y al muy bestia de Merlín, haciéndose pasar por mago casi divino al caer la noche en pleno mediodía. ¿Tengo que mencionar "El Eclipse" de Monterroso?

Otra cosa divertida son los plagios de las sensaciones, tal vez la activación de la memoria emocional, si existe esa vaina. Versos que evocan otros versos, aunque no coincidan en palabras. Verbigracia:
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"Se nos fue con sus rosas el Irán".
Khayyam.

"La cruz del infiel borrará la luna".
Borges.

"¿Por qué no desde ya los juguetes y el incienso?"
Rimbaud.

"¿Quién nos enseñará a vertir la alegría de la memoria?"
Breton.

"Dónde están Elmer, Herman, Bert, Tom y Charlie.
El débil de voluntad, el fuerte de brazo, el payaso, el bebedor,
el peleador?
Todos, todos, están durmiendo en la colina".
Lee Masters.

"¿Dónde están sus monumentos, sus batallas, mártires?
¿Dónde está su memoria tribal? Señores,
en esa bóveda gris. El mar. El mar los ha encerrado".
Derek Walcott.

El caso de Woody Allen con S. J. Perelman es catalogado por el mismo Allen como plagio a la clara. Me parece más interesante, por su mutis odioso, lo del mismo Allen con Flann O’Brien:

"El viejo giró la cabeza para mirar y recibió un golpe atrás del cuello con la pompa de echar aire de Divney que lo knockeó y probablemente le aplastó la nuca. Mientras caía en el lodo no gritó. En lugar de eso lo escuché decir algo suavemente en un tono conversacional—algo como 'A mí no me gusta el apio'".
"El Tercer Policía", Flann O’Brien.

"¿Quién hubiese pensado que mientras Needleman miraba la demolición de un edificio en su hora de almuerzo, sería golpeado ligeramente en la cabeza por una bola de demolición? El golpe causó un shock masivo, y Needleman expiró con una ancha sonrisa. Sus últimas, enigmáticas palabras fueron, 'No gracias, ya yo poseo un pingüino'".

"Recordando a Needleman", Woody Allen.

"No sólo la eternidad existe, sino que a ella se llega en un ascensor". Flann O’Brien. Y en "Deconstructing Harry" Allen usa un ascensor para bajar al infierno.

"La inmortalidad es más fácil de encontrar en Dublín que una habitación de precio razonable". Flann O’Brien.
"No solamente Dios no existe, sino que trata de conseguir un plomero en el fin de semana". Woody Allen.

He encontrado otras muchas coincidencias entre estos dos genios, así que decidí ir y preguntarle a Woody Allen si había plagiado, no, copiado a Flann O’Brien. Asistí a todas las actividades aquí en Nueva York donde se anunciaba su presencia, para desde donde me permitieran vocearle "MR WOODY DID YOU COPY FLANN O’BRIEN?", y ver su reacción. Por fin lo agarré la otra noche en un Stand Up de Mort Sahl. Me acerqué a su asiento, sigilosamente, y le jalé, suavemente, la oreja derecha mientras le musitaba "Mr Woody did you copy Flann O’Brien?"

No sé lo que me contestó, un desaprensivo me dio un yaguazo en la nuca y desperté en una ambulancia hacia el Beth Israel Medical Center. Mis primeras, exotéricas palabras al paramédico fueron, 'Mingo, ya yo te mandé lo dociento dólare'.