En Roma se imponía la “Damnatio Memoriae” a los enemigos del Estado. Un término de raíz latina que significa “condena de la memoria”. Práctica consistente en sancionar tras su muerte, el recuerdo de un enemigo de pueblo, fuera emperador, general o simple senador. Cuando los legisladores romanos la decretaban, se procedía a eliminar todo cuanto recordara al condenado: imágenes, batallas ganadas, estatuas, bibliotecas, puentes y vías. Se prohibía también el uso de su nombre en público. Exactamente, esa censura le corresponde al general Pedro Santana, el traidor.
Quizás habría que en un tiempo, cambiarle el nombre de la avenida “Las Carreras” por Bulevar del Carnaval de Santiago. Tampoco, por sancionar a este seibano renegado, hay que denostar esta batalla y los dominicanos caídos. Ahí se sacrificaron cientos de conciudadanos para defender en 1849, la naciente República Dominicana. Pero llama la atención que no haya, ni en Baní, ni en El Seibo, dos provincias atadas a Pedro Santana, vías como la hay aquí, con esta denominación.
Me precisa Edwin Espinal, el historiador de Santiago, que debe recordarse que el nombre de Las Carreras fue dado por el ayuntamiento mediante resolución del 8 de julio de 1907, hace más de 120 años, a propuesta del entonces regidor Ramón Emilio Peralta, primer director de la Banda Municipal de Música, para perpetuar el recuerdo de uno de los lugares donde el ejército dominicano, salió victorioso en la guerra de independencia, como parte de una redenominación del noménclator urbano de entonces, con el interés de recordar héroes, fechas y lugares de las guerras de Independencia y Restauración.
Para el III Plan Estratégico Santiago 2020-2030, urbanísticamente las nomenclaturas de las vías de Santiago, estarán organizadas por el Ayuntamiento, desde el norte en el sentido de las agujas del reloj. Se impone una denominación alfanumérica coherente con los sistemas de información y distribución de productos que permita organizar las vías primarias, secundarias y terciarias. Igualmente, asignar un número análogo a cada una de las edificaciones incluidas en ellas.
Ese es el concepto moderno, pero en el ínterin, debemos corregir entuertos históricos y proyectar la marca Santiago vinculada a la cultura. Sabemos que la avenida Las Carreras pretende honrar el nombre del lugar donde en Baní aconteció la batalla en la que Pedro Santana “el impío”, derrotó al general haitiano Faustin Soulouque. Santana, consumado traidor a la Patria en innúmeras ocasiones, apresó y colocó grillos para exilar a Juan Pablo Duarte y a otros. Ordenó asimismo, el fusilamiento de Francisco del Rosario Sánchez, María Trinidad Sánchez y cientos de patriotas.
Anexó la naciente República Dominicana a España el 18 de marzo de 1861, eliminando nuestra nacionalidad. Ocupó el cargo de Gobernador español con el rango de Capitán General. Como premio a su lealtad, la reina Isabel II de España le concedió el título de Marqués de “Las Carreras”. Nada que recuerde a éste renegado, puede ser colocado a conciencia en la capital de la Restauración de la República, Santiago de los Caballeros.
Nada que honre a este sátrapa, tirano y hatero sureño puede ser nombrado en Santiago. Nuestra marca territorial es producción, agroindustria y corazón cultural de la República. Nunca debiera disponerse alguna escultura, equipamiento o vialidad que haga recordar un déspota, delincuente y mancillador del honor de la Patria. Menos aun, la avenida de acceso al polígono urbano principal de la metrópolis más metrópolis de la República Dominicana.
En especial, ahora que el Ayuntamiento aporta esplendor, colorido, paisajismo, recupera fachadas, asea y ordenamiento desde la conexión de la autopista Duarte hasta la avenida Hermanas Mirabal.
Esta vialidad debiera denominarse “Bulevar del Carnaval de Santiago”. Donde debemos disponer esculturas, grandes fotografías, descripciones y otras artes visuales sobre las comparsas y lechones joyeros, pepineros, de Pueblo Nuevo y de otros barrios. En su momento, debemos reconsiderar el nombre de “Las Carreras”, la avenida que cursa de Este a Oeste transitando por sitios emblemáticos de honran la Patria, como el Parque Imbert, donde se libraron los combates del 30 de marzo y otros sitios históricos y culturales decisivos, como el Hotel Matum, el Monumento a los Héroes de la Restauración, el Gran Teatro del Cibao y el Centro de convenciones y cultura dominicana, UTESA.
Es en este Bulevar del Carnaval donde la Agenda de Cultura para el Desarrollo del Ayuntamiento y Santiago debe seguir consolidando el Carnaval. Fortaleciéndolo de forma institucional como industria creativa. Tomando iniciativas como las implantadas en Barranquilla, Buenos Aires, Cartagena de Indias, Rio de Janeiro, Medellín, San Sebastián y Barcelona.
El Paseo del Carnaval de Santiago es la vía primaria para en su conexión con el Gran Teatro y el Monumento, permite que la Corporación Carnavalesca de Santiago (CORCASAN) haga su trabajo. Para que se expanda este espacio institucional donde participan activamente Medios Unidos del Cibao (MUCI), Ayuntamiento, Gobernación, Oficina Senatorial, Ministerio de Cultura, Ministerio de Turismo, Grupos Carnavalescos, Casa de Arte y el Consejo para el Desarrollo Estratégico de Santiago (CDES).
La identidad cultural y atractividad turística del carnaval de Santiago debe aprovecharse más. Un patrimonio histórico inmaterial descrito como la fiesta popular que genera un espectáculo donde se manifiesta el arte escénico del pueblo. Esta celebración ha pasado por procesos de sincretismo que resultan en manifestaciones distintivas en las provincias. Santiago tiene personajes más genuinos que todas las provincias de la isla.
En Santiago, la celebración gira entorno al personaje central del lechón. Hay que aclarar que los lechones de Santiago, no son los diablos cojuelos de Santo Domingo, ni de las provincias del sur de la isla. El lechón santiaguero con su careta, disfraz, rabo, espejitos, pitos y fuetes está vinculado al matadero de reses. Esa misma esencia pero con diversos orígenes, tienen otros personajes propios del Carnaval de Santiago, tales como “Roba La Gallina”, el Oso, la Muerte en Yipe, hombres disfrazados de mujeres, los Tiznaos y otros más.
Debemos desarrollar una nomenclatura urbana coherente con la seguridad, la emergencia y el acceso, pero también para generar una discusión de cambiarle el nombre a la avenida Las Carreras, por Bulevar o Paseo del Carnaval de Santiago.