Si no existe conciencia del pueblo por su cultura en el plano nacional se debe -y mucho- a la indiferencia de la generalidad de los partidos políticos, principalmente los de izquierda. 

Ciertos partidos de izquierda (por no decir todos) hacen lo que hacen con la cultura los partidos de la derecha: ven la cultura como algo opcional y en cierta forma se valen de puestos de trabajo para obsequiarlo a alguien con o sin motivo, pero como un elemento donde el o los agraciados y agraciadas cumplirán un horario de trabajo "haciendo cultura", y uno se pregunta: ¿Cuál cultura? 

Y eso se debe a que el quehacer cultural es ligado a la incapacidad de la dirección de izquierda dominicana de hacer de la cultura un agente regulador de la vida colectiva. 

(Puede que esto sea consecuencia del empobrecimiento de valores. Pero en todo caso responde a ideología de derecha quiérase o no.) 

Hace un tiempo el cineasta norteamericano Francis Ford Coppola (El Padrino, Apocalipsis Now, La Conversación) dijo que Hollywood había aplicado un "lavado de cerebro" con el cine que hacen para USA y el mundo. Demás está decir que los resultados entre nosotros han sido devastadores al punto de crear un imaginario colectivo que solo aprueba esa narrativa de la lógica consumista pero además rechaza cualquier forma de pensar y reflexión a partir del cine, o de cualquier hecho cultural. 

De ahí que nuestra izquierda no sabe cómo reaccionar para refrendar  una cultura capaz de tornar la sociedad agente en primer lugar. 

Acotamos que esa izquierda está anestesiada por una cultura homogenizada por el mercado, regulada por una interpretación interesada solamente en producción, incompatible con la ética, es la cultura que alguien llamó como la "cultura de fuegos artificiales". 

El quehacer cultural dominicano orbita en todos los ámbitos de la vida nacional. Por tanto, es evidente que la sociedad dominicana no está captando momentos decisivos que son los que permiten darle un sentido e impulso geométrico de evolución. 

Los intervalos ideológicos híbridos dominan. 

Mi sentir es que debemos brindar espacio a materiales humanos que produzcan materia prima intelectual que valorice procesos de nuestro mundo interno, algo que aproxime a la sociedad a momentos de evolución.   

Necesitamos un quehacer cultural que haga factible determinadas condiciones que lleven al individuo a pensar en el presente que vive. 

La izquierda dominicana  debe hacerse presente accionando una posición contraria a la perversa que orbita. Debe regirse por una conducta que la aleje de la ignorancia y de los intereses perversos que tratan al individuo y su cosmos de modo residual. 

He palpado la gran ingenuidad de sectores de izquierda, cuando se asocian a espontaneidad popular sin observar la riqueza de nuestra cultura e idear formas idóneas, transparentes y autogestoras para encauzarlas.  

El quehacer cultural dominicano es un fracaso de arriba abajo. Pero es un fracaso de la selva neoliberal que la gestiona. Es decir, la producción capitalista de la cultura trajo lucro con la homogenización de conciencias y ese logro, ese éxito es justamente el fracaso de la sociedad toda. 

En la periferia del capitalismo central se siente más la falta de valorización de la vida, o mejor debería decir la banalización de la vida. 

Lo irónico de todo esto es que la posición de izquierda nada en un mar de hibrida ideología cultural que no tiene madre. 

Lo absurdo es que desperdiciamos momentos históricos como el que vivimos para gestionar la cultura como tal, como lo que es: un factor revelador de nuestros sentimientos. 

La izquierda dominicana responsable debe buscar ese nivel de reflexión para entender que la cultura solo se realiza en su plenitud cuando está al servicio de la humanidad.