La historia conceptual del cine adquiere su valor en un contexto teórico y genético donde una trayectoria integradora y experimental cobra diversos ritmos en tiempo, espacio y secesión. Todo lo cual invita a reflexionar en torno al léxico histórico desde la historia conceptual y crítica del cine.

Como muy bien podemos observar en las nuevas historias del cine, la conceptualización moviliza un modo productivo determinante al momento de constituir y estudiar un archivo histórico del cine donde todo dato, narrativa o meta adquiere un valor funcional, significante y estético.

Podemos observar en los análisis de Robert Stan, David Bordwell y Kristin Tompson, entre muchos otros, la práctica de un conceptografía interdisciplinaria y transdisciplinaria que tiende a dar cuenta de una productividad fílmica conformada en tiempo, espacio y recepción. Esta conformación es importante en la medida en que la misma discurre en la historia reconocida como sistema, proceso e interpretación de mundos culturales.

En efecto, la historia conceptual del cine ligada a una productividad vinculante y a una interpretación de formas en movimiento, facilita un conocimiento interno y externo de las imágenes en el proceso de audiovisión.

El hecho mismo de que la historia crítica y conceptual del cine admita una concepción multidisciplinaria e indicadora de los diferentes cuerpos temáticos, explicativos y teóricos, implica y sugiere un tipo de desarrollo de los diversos modos de leer la historia crítica de las imágenes en movimiento, en contexto y sociedad.

El concepto vinculante o vinculado produce los efectos de una institución compleja como lo es el cine, ligado también a un concepto ideológico de experiencia, interpretación, comprensión y producción de cine. De tal manera que el uso conceptual crea una función y transvaloración de lo que es la práctica cinematográfica misma y lo que hace que el producto mismo se convierta en una mercancía y significado para la sociedad de consumo de imágenes audiovisuales.

Todo lo anterior dará lugar a que en el caso de la historia crítica de cine se haga observable una intención y una extensión de la experiencia cinematográfica. (Véase en este sentido Walter Benjamin: Escritos sobre cine, Ed. Abada, Madrid, 2017). Los elementos que facilitan la comprensión del concepto en cine y en los nuevos medios digitales servirán para llevar a cabo las realizaciones marcadas por el campo de la experiencia cinematográfica, toda vez que lo que adquiere valor en la historia del cine es el producto fílmico en el contexto histórico, la memoria audiovisual, el campo de producción de la imagen cinematográfica y la estructura de pensamiento legible en el cine.

Conceptualizar desde la historia del cine implica entender la práctica terminológica, lingüística, teórica e historiográfica fijada en el oficio y conocimiento del cine; en el acto de comunicar mediante el concepto histórico o la elección caracterizadora de la creación fílmica se promueve un tipo de comprensión y de interpretación justificadas en el acto y ámbito creativo del cine.

El cine conceptualiza también a partir de una instrucción discursiva de la imagen en movimiento y de la imagen audiovisual; lo que quiere decir que existen también niveles de conceptualización para procesar o reprocesar un orden real elegido y que puede ser acentuado, recogido y particularizado por la cámara-ojo. Esta experiencia tiene sus antecedentes en el Kino-glaz de Tziga Vertov, donde asistimos por la mismo a una figuración o imagen en movimiento.

Así las cosas, conceptualizar desde la cámara filmadora, desde la grabación sonora, desde las locaciones, actuaciones, montaje, dirección y otros elementos constitutivos del cine, conduce a lo que modernamente se ha entendido como vocabulario técnico del cine. Pero también, se comprende el concepto amplio de concepción autorial y creadora que implica la construcción de un mundo social “guionizado”, tal y como ocurre en películas como El resplandor, Naranja mecánica, Nacidos para matar y 2001, Odisea del espacio, películas de Stanley Kubrick que conducen a una filosofía del cine y a una travesía narrativa sustentada en una nueva ficción, nuevas tramas, búsquedas de nuevos espacios, otros tiempos enunciativos y un tejido escriturario que conduce a una determinada finalidad ideológica.

En tal sentido, contextualizar la historia de los productos cinematográficos y de las productividades fílmicas motiva un “pensamiento del cine” activo como memoria sensorial, perceptual, estética, narrativa y visional; todo lo cual convierte al cine en una mediación figural, mental, posfigural. Lo que indica una trayectoria procuradora y conceptualizadora de modos imaginarios a partir de películas como por ejemplo 8 ½ de Fellini, El Satiricón; Teorema,  de Pier Paolo Pasolini; La noche de Antonioni, Último tango en París, de Bernardo Bertolucci, Gritos y susurros de Ingmar Bergman y otras donde se construyen mundos perceptivos y sensoriales que enfrentan al espectador y desarrollan modos de ver y conceptualizar desde la imagen en movimiento.

La estructura de la conceptualización basada en la puesta en escena cinematográfica, asimila los hitos de la trama y los nudos argumentales como unificación de aspectos, momentos y estructuras de orden y escritura  ubicadas en el proyecto, la dirección, el rodaje, montaje y divulgación.