32. Analicé primeramente el cuento “Camino real” que da título al libro del mismo nombre porque es el programa de escritura de Juan Bosch basado en la teoría moral de la literatura de Eugenio María de Hostos como inseparable de la crítica al darwinismo social de José Ramón López y sus secuaces, reproductores de la ideología deprimida acerca del campesino dominicano y que el lector encontrará aplicada desde este primer libro de Bosch publicado en 1933 hasta los demás volúmenes de narrativa que se encuentran en las Obras completas en 40 tomos editadas por Guillermo Piña Contreras (Santo Domingo: Comisión Permanente de Efemérides Patrias, 2009/2012). La edición que uso en estas crónicas es la de los tomos I y II de las Obras completas que dirigió Pedro Vergés y que vieron la luz en 1989 (Santo Domingo: Corripio). Si tuviera que referirme a los tomos de narrativa de la edición de Piña Contreras o a la edición de Cuentos más que completos (México: Alfaguara, 2001), lo precisaré en su momento.

33. El trabajo más completo y exhaustivo, hasta ahora, acerca del análisis de la narrativa de Juan Bosch, tal como lo prescribe el método estilístico dualista usado por el autor, es la tesis doctoral de Pedro Vergés[1] presentada en la Universidad Autónoma de Madrid en 2003. Supe del valor de esta tesis por boca de Vergés, a quien visité en Berlín en 2007 cuando era embajador de nuestro país en Alemania. Me expuso cabalmente el contenido de su trabajo y por la descripción que me hizo le propuse encargarme de editarla a mi regreso a Santo Domingo. Pero todo quedó en proyecto, pues me dijo que pensaba publicarla en una reconocida editorial española. Diez años después de aquella conversación, cuando inicié la publicación de estas crónicas aleccionado por la tesis de David Álvarez Martín, recordé la tesis doctoral de Vergés. Hice todos los buceos habido y por haber para obtener una copia de ese trabajo. Pero por fin, mi amigo y poeta Jorge Urrutia, después de hacer todo lo posible por conseguir una copia en la Autónoma de Madrid, un buen día recordó que fue jurado de dicha tesis y me envió su copia personal. Por eso estoy hablando ahora de la sobresaliente tesis de Vergés, la que citaré a lo largo de estas crónicas sobre el concepto de justicia social en Juan Bosch y la crítica al darwinismo social de López y sus epígonos, labor que emprendí cuando se planteó un trabajo sobre ese tema, que la tesis de Álvarez Martín no contempló, quizá por ser el límite de su trabajo el concepto de la democracia en la obra política de Juan Bosch.

34. Vergés cita a la mayoría de los autores que, desde diferentes ángulos metodológicos, han abordado los cuentos y novelas de Juan Bosch (Seymour Menton, Enrique Anderson Imbert, Rolando Carmenate Marrero, Claude Couffon, León David, Josefina de la Cruz, Danilo de los Santos y Carlos Fernández Rocha, Pura Emeteria Rondón, José Enrique García, Cándido Gerón, Francisco Guillermo Gutiérrez, Joëlle Huellebrock, Héctor Incháustegui Cabral, Carmen Lugo de Filippi, Andrés L. Mateo, María del Carmen Prosdocimi de Rivera, Sonia Rivera, Pedro Ureña Rib, Eva Valcárcel, Diógenes Valdez, Marcio Veloz Maggiolo y el propio Pedro Vergés. Sin embargo, quien consulte la tesis de Vergés puede incluso encontrar en la bibliografía citada a los que no le han incluido en antologías e historias literarias, exclusión que Silvio Torres Saillant criticó en los años 80: José Miguel Oviedo, Roberto González Echavarría y Enrique Pupo Walker, Carlos J. Alfonso, Emir Rodríguez Monegal y César Fernández Moreno, Rudolf Grossman, G. Balbuena Briones, Luis Alberto Sánchez y otros que sería prolijo enumerar en este breve espacio, pero que figuran en la bibliografía citada.

35. ¿De qué se duele Vergés en su tesis doctoral? Después de haber citado la lista de los nombres más señeros que han analizado los cuentos y novelas de Juan Bosch y de haber afirmado que colmará esa “laguna” con su método estilístico que divide en «… dos conjuntos narrativos y una sola estrategia» la obra narrativa de Juan Bosch (Tesisdoct, 19). Luego de exponer la doble motivación que le condujo a realizar su tesis doctoral, el autor se lamenta de que: «..los críticos que se habían ocupado de Bosch no hubiesen reparado en un aspecto que a mí me parecía tan importante» (Ibíd., XIII) y que radica en que tales académicos no se percataron de que la narrativa de Bosch descansaba en su rebeldía contra la desvalorización del campesinado dominicano por algunos de los asistentes a la tertulia de su padre en el parque de la Vega y que se expresa en “Camino real” y su correlato literario “La mujer”. Vergés requinta su duelo y afirma que, a lo largo de su carrera de cuentista y novelista, Bosch se decidirá, en esa «pugna estilística entre(esos) dos cuentos (…) no por el modelo de ‘La mujer’, sino por el que propone ‘Camino real’ (Ibíd., XIV-XV). Y se interroga Vergés, por qué elige Bosch este camino de “Camino real”. Él mismo aporta la respuesta: «En dicho relato Bosch hace un recuento fiel y pormenorizado de los motivos causantes de la rebeldía de carácter ético y de la actitud intelectual que, como he indicado, utilizaba para explicar el origen de su narrativa.» (Ibíd., XV). Esta rebeldía se reproducirá en toda su obra ensayística, donde explica la falta de conciencia política, de conciencia nacional y de conciencia de clase del pueblo dominicano como obstáculo a la construcción de un Estado nacional. Los críticos y académicos en entredicho por Vergés son en orden de aparición: Bruno Rosario Candelier, Margarita Fernández de Olmos, Eugenio García Cuevas, Manuel Augusto Osssers Cabrera, José Alcántara Almánzar, Doris Sommer, Silvio Torres Saillant, Daisy Cocco de Filippis, Guillermo Piña Contreras y Diógenes Céspedes.

36. No sé qué dirán los críticos y académicos sobre este reparo de Vergés, pero yo, desde que analicé “La mancha indeleble” como el mejor entre todos los cuento de Bosch (“La mancha indeleble: valor poético y modernidad de la narrativa latinoamericana” (Cuadernos de Poética 19 (1989: 9) dije, por tenerlo bien claro: «Si medimos el valor de una obra por la orientación del sentido contra las ideología de época, entonces no tienen el mismo valor jerárquico ‘La mancha indeleble’, que lo orienta en contra de una estructura que está en el sistema social: la concepción práctica del partido único, y ‘La Nochebuena de Encarnación Mendoza’, que lo orienta en contra de una ideología medieval del honor, independientemente de que a él lo asesina una estructura superior, el Ejército, simbolizada por el sargento Rey. Del mismo modo que en ‘El indio Manuel Sicuri se mezcla ese mismo honor, al cual poco le importa, para su salvaguarda, la justicia del código moral del honor, aparte de la acción del personaje como reproductor de las creencias religiosas de su época.»[2]

Con el tiempo no hice otra cosa que ratificar y aumentar esta convicción de que en los cuentos de tema campesino de Bosch los personajes principales y secundarios reproducen y acatan ese código moral del honor cuyo epítome es el libro de las Siete Partidas de Alfonso el Sabio, leyes que se derivan del Derecho Romano, para no ir a la India, Mesopotamia, el código de Hammurabi, el de Manú Israel, Grecia, Roma, la cultura visigoda e islámica. Ese código moral de los campesinos cibaeños tiene su funcionamiento en la koiné de la narrativa boschiana, y también funciona a la perfección en el Este y las demás regiones del país y produce una narrativa maniquea de lucha entre el bien y el mal a causa de la introducción de la teoría moral de la literatura de Hostos, lo que producirá a la vez en Bosch y en quienes practican este tipo de escritura, un plural parsimonioso, según el término feliz de Roland Barthes, aplicado en S/Z de Balzac para obras que no rebasan la contradicción indefinida del sentido, según adelanté en “Los cuentos dominicanos más sobresalientes del siglo XX (Historia y sociedad en la República Dominicana del siglo veinte. Santo Domingo: El Siglo, 2000, 277-78). Más aún, en 2011 volví sobre el mismo problema del código del honor, el cual, asumido dogmáticamente por los personajes de los cuentos de Bosch en el sentido de que una afrenta al honor se paga con la muerte, es decir, se lava con sangre, y los padres son responsables de las acciones de los hijos (ley del Talión) y no se ejecuta cuando se trata de un imperativo  categórico, o mandato superior, como dice Vergés. Es pertinente citar esta pauta de conducta del campesino dominicano en general y del cibaeño en particular a fin de percatarse que ese comportamiento moral de nuestro campesinado le viene dado por el código alfonsí de las Siete Partidas[3]. Por esa razón, los personajes de los cuentos de Bosch, y los de la vida real, obran de igual modo:

Que toda mugier que fuere desposada por palabras de presente con ome, que sea de edat de catorce annos compridos, e ella de doce acabados, e ficiere adulterio, si los el Esposo fallare en uno, que los pueda matar por ello si quisiere a ambos a dos, así que non pueda matar el uno, e dejar al otro, pudiéndolos matar a entrambos.

La mugier que fiziesse el adulterio, maguer le fuese provada en juyzio, debe ser castigada, e ferida publicamengte con açotes: e demás desto, debe perder la dote, e las arras que fueron dadas por razón del casamiento, e deven ser del marido. Pero si el marido la quiere perdonar después desto, puédelo fazer hasta dos años. E si la perdonase el yerro puédela sacar del Monaterio, e tornarla a su casa.

37. ¿Por qué algunos personajes de los cuentos de Bosch no cumplen con el primer mandato del código de honor de las Siete Partidas y deciden, en cambio, perdonar a la mujer adúltera, tal como lo ejemplifica el análisis de Vergés en “El cuchillo” y “La desgracia”? En cambio, quienes encarnan el código del honor, sí ejecutan a sus ofensores: casos típicos de Encarnación Mendoza que mata por una afrenta al cabo Pomares, del Ejército; Cundito Frías a Genén por la bofetada en “Cundito”; Tato a Gengo por una trampa posible en el juego de dados en “La sangre”; el hijo de Mendo ejecuta a Cecilio Gatón en “La pulpería” al pretender el amor de la hermana del muerto; Yeyo mata al abusador de Vicente Rosa en “Todo un hombre”; y los casos de ejecuciones de alzados revolucionarios o de partidarios del gobierno en “El cobarde”, “Revolución” y “Sombras”. Pero me parece que, en el segundo conjunto narrativo, “La Nochebuena de Encarnación Mendoza simboliza el inicio del fin del código moral del honor del campesinado, sobre todo cibaeño, ante la consolidación del proceso de industrialización capitalista de la dictadura trujillista y el enclave azucarero norteamericano de La Romana, donde el régimen tiene un control absoluto del monopolio de la violencia. No es casual que este cuento fuera escrito en La Habana en 1949 en la revista Bohemia y que su escenario sea un batey del Central Romana. El autor estaba lejos del alcance del brazo ejecutor de la dictadura trujillista.

En “La desgracia”, Nicasio, el padre de la hija adúltera, reemplaza a Manuel, el marido ausente, en el cumplimiento del mandato superior. Lo mismo ocurre en otros cuentos del mismo jaez. Pero también se explica porque en la sociedad de campesinos libres del Cibao del siglo  XIX y principio del XX, donde ocurren las acciones de los cuentos de Bosch, excepto en “La Nochebuena de Encarnación Mendoza” y “Luis Pie”, que se sitúan en los cañaverales del Este y no son cuentos de adulterio, sino de cumplimiento del código del honor en el primero y de darwinismo social el segundo, se está produciendo una interiorización por parte de los campesinos de un tránsito de relaciones de producción precapitalistas a otro de relaciones capitalistas donde el individuo no puede hacerse justicia con sus propias manos (ley del Talión). Y no puede hacerlo, porque el Estado nacional burgués naciente es el único que tiene el monopolio de la violencia y obviar este hecho comporta el castigo condigno de los códigos penales y criminales en oposición al derecho natural, código del honor inconsciente invocado por los personajes campesinos que se saltan el régimen de consecuencias del Estado nacional donde todos son iguales ante la ley.

Esta maraña judicial es la que no entiende el indio Manuel Sicuri cuando toma la justicia con su propia mano y mata a hachazos al cholo Jacinto Muñiz, quien ha intentado violar a María Sisa, la mujer de Sicuri, y ha robado en una iglesia un objeto sagrado de la Virgen. Sicuri compara este hecho con la muerte a hachazos de un puma que amenazaba matar a su padre y la justicia de los hombres no le condenó por eso y a él si le condenó por el ajusticiamiento del cholo Jacinto Muñiz y ahora se encontraba en una cárcel de la Paz cumpliendo su violación al código penal de los hombres. Él no entendía eso cuando escenifica teatralmente la muerte del puma por parte de su padre para diversión de los demás presos dela cárcel boliviana. Bosch, en sus cuentos del Cibao que tratan del tema del código del honor y los que tratan también del darwinismo social, describe a los campesinos de ficción tal cual son en la realidad, y Vergés se duele de que los críticos y analistas no hayamos entendido esto y nos quedemos analizando los cuentos como debían ser aquellos campesinos. Creo que al analizar las acciones de los personajes campesinos de la narrativa de Bosch como cumplidores dogmáticos del código del honor y obedientes al imperativo superior de respeto a la vida y, además, ejecutor, junto con el narrador, de la crítica y la lucha contra la ideología del darwinismo social de José Ramón López y sus secuaces, he tenido en cuenta los dos señalamientos críticos de Vergés. ¿O me equivoco?

38. Incluso, en el caso paradigmático de la “La mujer” que Vergés ve como en pugna con “Camino real”, la protagonista del cuento no hace otra cosa que castigar al intruso que me mete en pleito de marido y mujer sin saber que el personaje femenino asume plenamente el código del honor en virtud del cual, incluso sin existir caso de adulterio, su marido tiene el derecho de matarla o azotarla si ha infringido el código de la obediencia ciega al marido, como lo establece San Pablo y lo consigna día a día el Islam, cuyo código del honor autoriza al hombre a matar, lapidar o azotar, mejor si en público, a la esposa que no le obedezca ciegamente y en este aspecto la ideología moral del Corán es idéntica a la de la Inquisición en Occidente: política de la violencia sagrada en aquel mundo de relaciones precapitalistas que finiquitó en la primera mitad del siglo XIX, pero que se mantiene intacto en un mundo capitalista de gran desarrollo tecnológico, pero de escaso humanismo, mundo en el que conviven los países musulmanes montados, sin embargo, en creencias ideológicas precapitalistas.

39. ¿Por qué matan y perdonan los personajes campesinos de los dos conjuntos de la narrativa de Bosch? Por qué matan, está claro: ejecutan los mandatos del código de honor. Por qué perdonan, está menos claro. Y perdonan a las víctimas que les han afrentado no solo por lo que dice Vergés, sino que agrego que, al asumirse como monarcas, tienen, a pesar del “No matarás” bíblico, el derecho de matar o perdonar que le da el derecho divino ante el que los reyes son responsables porque ejercen la justicia en la tierra en nombre de Dios. Pero también perdonan por aquella máxima filosófica que dice que “el que evita no es cobarde”, las que les dota de sabiduría, según Vergés y, por lo tanto, quedan a salvo la valentía, el honor y con la virtud de la bondad que el narrador desea que el lector perciba a estos campesinos. O sea, que si la madre adúltera es perdonada por el protagonista del cuento no es por el “dato falso” de que se quedará huérfano el niño que llora en “El cuchillo”. Mientras que en “La desgracia”, el viejo Nicasio transmite el código del honor a los nietos que se lleva a su rancho luego de haber matado moralmente a su hija adúltera al reemplazar a Manuel, su yerno, en momento en que está fuera de su casa. El viejo Nicasio se responsabiliza del honor de su yerno ausente.

[1] La obra narrativa de Juan Bosch. Tesis doctoral presentada por Pedro Luciano Vergés Cimán. Dirigida por don Francisco Caudet, catedrático de literatura española, Facultad de Filosofía y Letras, Departamento de Filología Española. [Madrid]: noviembre de 2003, 486p. Es un fastidio para quien busque esta tesis doctoral en Internet, porque la Autónoma Autónoma de Madrid, por reglamento interno, no tiene en su sitio web las tesis doctorales publicadas desde 2003 hacia atrás y la obra de Vergés solo puede ser consultada in situ. Abrevio, de ahora en adelante, esta obra de Vergés así Tesisdoct seguido del número de la página.

[2] Ver también la misma argumentación más ampliada en Estudios lingüísticos, literarios, culturales y semióticos, Santo Domingo: UNAPEC, 2011, 364-67. Y en la introducción al tomo II de Cuentos. Santo Domingo: Colec. Banreservas-Sociedad Dominicana de Bibliófilos, 2008, 17-33 y 366-69.

[3] En Antonio Gil Ambrona: Historia de la violencia contra las mujeres. Misoginia y conflicto matrimonial en España. (Partida VII; título XVII, ley III). Madrid: Cátedra, 2008, 108 y 107.