Hace sólo algunos años comenzamos a ver cómo actrices y mujeres con fama, de países desarrollados, se decidían por concebir a través de procedimientos no naturales.

Lo que esto significaba es que muchas otras mujeres lo estaban haciendo también, sólo que por la exposición pública de estas, salía la información más allá de su intimidad familiar.

Comenzamos a tener información acerca de los bancos de esperma, costos de la onza de este preciado fluido humano, de los procedimientos que comenzaron a desarrollarse, así  como las leyes que estos países comenzaron a crear frente a esta nueva situación social.

Era una realidad que la percibíamos muy alejada de las circunstancias de nuestro país y nuestras familias. De hecho es un tema tabú en nuestra cultura y esa es la razón por la que me atreví a abordarlo y lo intentaré hacer alejada de juicios y sin involucrar mi propio sistema de creencias al respecto.

Sólo describiré una situación que estoy comenzando a recibir en la consulta y que amplío en el análisis conectando con otros hechos y costumbres que ocurren en nuestro medio y que pudieran sumarse a los factores de índole individual de cada caso, para provocar estos cambios.

Se trata de mujeres solteras que deciden concebir, tener y criar a sus hijos solas.  Cuando reviso los casos encuentro características comunes en estas mujeres:

-Son profesionales, independientes económicamente, de clase media y media alta.

-Son mujeres entre 30 y 42 años que han intentado muchas veces tener  relaciones estables con hombres y que luego de un tiempo terminan.

-Son mujeres inteligentes, que provienen de familias que les han permitido desarrollar el juicio crítico y la autonomía.

-Así mismo, son mujeres que validan la maternidad y desean tener una familia.

Al profundizar en sus razones, lo cual frente a una decisión tan importante como esta es necesario, encontramos esos temas tan comunes en las relaciones entre los hombres y las mujeres.

Esos temas que están tan sostenidos por la cultura machista y que poco a poco han ido deteriorando las relaciones heterosexuales, las relaciones entre los padres y las madres con sus hijos y la posibilidad de ejercer una paternidad responsable. Todo esto, aunque no lo miremos afecta a las familias y ha venido transformando las características de la familia nuclear de hace algunos años.

Hurgando en sus narrativas y en la búsqueda de características comunes encuentro más:
-Son mujeres que no están dispuestas a hacerse de la vista gorda frente a la infidelidad masculina, pues tienen la conciencia del riesgo para su salud y conciben relaciones basadas en la equidad.

-Son mujeres que no están dispuestas a ser las madres de sus parejas y a cargar con sus temas emocionales pendientes los cuales no les permiten avanzar, pero ellos tampoco están dispuestos a trabajarlos y superarlos.

-Son mujeres que tienen la posibilidad de asumir la responsabilidad económica que representan los hijos y no están dispuestas a andar detrás de él para que pague una manutención o les dedique tiempo, luego de haber terminado el vínculo conyugal.

-Son mujeres que no han naturalizado la violencia, la identifican y no están dispuestas a soportarla por razones como los hijos, el tener una pareja o el factor económico.

Como vemos, estos no son temas individuales sino sociales que todos y todas hemos ido construyendo, sosteniendo y respondiendo a ellos. Esta es sólo la respuesta que un grupo de mujeres con determinadas características, en una sociedad que de manera forzosa y con más tiempo que otras culturas, se  va abriendo a la diversidad y a la aceptación de nuevas formas de vida y de ser familia.

Por supuesto es una alternativa que nos abre a otros temas sociales, económicos y familiares que en la medida en que se vallan presentando los afrontaremos con las herramientas que, producto de las mismas circunstancias sociales, podamos ir desarrollando.                                                      solangealvarado@yahoo.com

@solangealvara2