Las elecciones ya pasaron, hace un mes. Pero aún tenemos quejas y reclamos, siempre los hemos tenido, en eso no hemos madurado y seguimos desconfiando de todo. Y soy de los que entiende que nos hacen falta procesos bien administrados para que la gente tenga fe y confianza a pesar de sus intereses. Ya son muchas las elecciones que tenemos, o sea, debemos avanzar más rápidamente por una mejor democracia.
Pues bien, de lo que no nos queda duda es de que Danilo Medina ganó con el 62% de los electores, predicción que se repetía una y otra vez por todas las encuestas que tuvieran rigor científico, lo que sería muy cuesta arriba venir a desconocerlo con argumentos muy lejanos de la realidad, aun con los fallos de una buena parte de los equipos electrónicos implementados en este proceso.
Nos queda una gran tarea por delante, porque a pesar de que el presidente Medina ya tiene 4 años en el gobierno haciendo lo que nunca se ha hecho, aún quedan muchas cosas por hacer y otras por deshacer, que no podemos seguir justificando frente a la población, que aún mantiene sus esperanza en que el PLD pueda resolverlas.
Lo más evidente en estas elecciones, y principalmente en las internas de los partidos, es que el individualismo nos ganó al pensamiento colectivo. En mi opinión primó más en todos los candidatos sus posiciones y deseos particulares que los de sus organizaciones. Y evidentemente, ante un universo tan grande de circunstancias sin coincidencias como pueden tener las acciones de la colectividad política nacional, lo que aportaron fueron las maledicencias que llevaron las confrontaciones hasta las agresiones físicas y de allí a las muertes que lamentamos.
Es muy cuesta arriba, y tal vez imposible, que los partidos puedan volver a escoger a sus candidatos con las mismas reglas actuales. No tenemos líderes con la fortaleza suficiente para aplacar las pasiones y las luchas de intereses de sus militantes, por lo que es urgente, es necesario para que la democracia no colapse que se tomen medidas urgentes para garantizar que puedan haber próximas elecciones en nuestra vapuleada sociedad, elecciones con equidad, para todos los candidatos y partidos.
Hasta ahora, al PLD -que tiene mejor estructura- le convenían las circunstancias, pero ya perdió el control de sus aspirantes, los cuales no responden ni siquiera a su grupo y tendencia interna, sino a sus deseos particulares, que no son los de la sociedad ni los de su partido, sin que ello devenga en consecuencias en su posiciones y liderazgo.
El propio partido ganador debe abocarse a una renovación de su estrategia y sobre todo de sus direcciones y en particular de todo el liderazgo medio que se ha convertido en retranca para el ascenso de nuevos valores en la dirección política.