Sábados atrás estacioné en uno de los parqueos que están en la Ave. 30 de Mayo de esta ciudad. Se trata de una serie de explanadas dispuestas a lo largo de toda la avenida donde algunos tienen incluso puestos de comida rápida. Al llegar había espacio suficiente para aparcar, diría que estaba a la mitad de su capacidad. No había más iluminación de la que venía de las bombillas de los autos.
Apenas quince minutos y ya todo estaba atestado de automóviles. Las luces de algunos encendían iluminando la boca del lobo. Poco antes de que el parqueo se llenara, una camión pequeño de la policía entró a toda velocidad, rodeó el parqueo y se retiró con la misma prisa con la que llegó. Por momentos, desde cualquier dirección se observaba una imagen blanquecina que no era más que humo, imagino que de esos cigarrillos electrónicos que están de moda, o de alguna hookah.
No hay excusa para que un espacio tan concurrido esté absolutamente a oscuras. En vez de pensar qué pudiera pasar en sitios como este, mejor me dije ¿qué podría no ocurrir? Todo lo que observada era mucha juventud, música urbana bastante alta, alcohol, cigarrillos y tan poco espacio que, al decidir irme, acudí a más de una maniobra de avanza y reversa para salir de esa especie de laberinto.
Escenas similares se repiten en distintos puntos de la ciudad. Las tiendas de venta de licores están por doquier, y su principal atractivo, además de ofrecer mejores precios en relación con los supermercados y almacenes, consiste en que muchos de sus clientes pueden consumir lo que han comprado en las cercanías del establecimiento. La diferencia puede estar en el día de la semana y la hora, la ubicación y la clandestinidad que la falta de luz pueda ofrecer, como ocurre en estos espacios de la 30 de Mayo.
La Alcaldía del Distrito debe poner atención urgente a esto, en combinación con la Policía Nacional. Es muy hipócrita habilitar hermosos espacios, iluminados y debidamente vigilados en una parte del malecón de la Ave. George Washington, si un poco más allá, en el mismo trayecto, otros están echados a su suerte, favoreciendo la ocurrencia de cualquier situación de riesgo para quienes los visitan. Vale mencionar que este tramo del malecón fue remozado no hace tantos años, por lo que la falta de bombillas da cuenta de nuestra cultura de descuido de lo público.
Luego de irme pensé: ¿Para esto es que muchos anhelan la llegada del viernes o el sábado? ¿Para estar en un ambiente oscuro, con gran ruido, donde la mayoría de personas no se conoce entre ellos y están consumiendo alcohol? Me parece la combinación perfecta para cualquier mal entendido o problema. ¡Cuánto alcohol consume nuestra juventud!, como si fuera requisito imprescindible para pasarla bien. Pena.
Mientras tanto, en lo que nuestra sociedad decide tomar el rumbo que ha perdido, el ayuntamiento le debe una visita a toda la Ave. 30 de Mayo y la reinstalación del alumbrado. De su lado, la Policía Nacional debe asignar patrullas al lugar, algo más que un camión entrando y saliendo a alta velocidad como si su intención fuera la de intimidar, ¿o lo es?