Sobre el título de este artículo el refranero popular suele decir “con candela y pulla hasta el diablo huye”, pero la versión real es como lo he dicho en este título pues la expresión proviene de un cuento que no voy a narrar por motivos de espacios.

Hace referencia a lo que sucede cuando el hostigamiento ha sido reiterativo sobre un determinado hecho o realidad y lo traigo a colación a raíz de los diferentes hechos violentos que se presentaron en menos de 72 horas en esta semana pasada.

Cada cierto tiempo suceden algunos brotes de violencia social como el que observamos, y la razón de esta violencia hay que buscarla en el pasado, no solo en el presente. Trataré de hacer un breve recorrido que nos ayude a clarificarnos.

En las décadas comprendidas entre los sesentas y los ochentas se ejercía una especie de violencia que algunos analistas consideraron como “positiva” pues la misma respondía a la lucha por ideales en pleno contexto de la guerra fría. La lucha por los ideales y reivindicaciones sociales eran tan frecuentes que no importaba el número de muertos, sino las causas por las que se perdía la vida siempre consideradas justas.

La década de los noventas representó el arranque de una violencia diferente. Nos empezó a llegar el cine de Hollywood encarnado en las figuras de   Sylvester Stallone y Arnold Schwarzenegger, películas sumamente violentas.

Aparte de este tipo de cine la música jugó un papel fundamental sobretodo los corridos mexicanos de Antonio Aguilar con letras tan sangrientas como “el día en que la mataron Rosita estaba de suerte, de tres tiros que le dieron nomás uno era de muerte”, “que bonito son los hombres que se matan frente a frente, cada uno con su pistola defendiendo sus derechos”. Aparte de la música y el cine el punto álgido nos llegó con una revista semanal llamada Sucesos donde el recurso de la sangre y la narración de hechos violentos eran la línea editorial.

Quizás muchos no lo recuerden pero el 1995 tuvo que ser declarado como el año de la no violencia en el país e iniciarse una campaña de radio y televisión procurando que la sociedad bajara los niveles de agresividad.

Ya entrada la década del dos mil dos fenómenos se iban a mezclar con un mensaje de violencia: la posición amarillista de la prensa y el reggaetón. En relación a lo primero la prensa asumiría una línea totalmente sensacionalista, mostrar imágenes sangrientas, cuerpos violentados, mientras más sangre mucho mejor buscando el famoso rating.

En el caso del género del reggaetón la violencia sería tanto subliminal como directa. Por ejemplo la simulación del sonido de armas de fuego no se queda en una simple ambientación sonora pues se llega incluso a realizar explícitos llamados a usarla, a matar. Así lo evidencia la reiteración del estribillo de uno de los temas de mayor impacto del género de Héctor el Bambino:

“Sácala, dale, úsala, no le tengas miedo, si es cuestión de morir primero que se mueran ellos. Sácala (mano arriba) dale, úsala (sin miedo) no le tengas miedo (duro) si es cuestión de morir primero que se mueran ellos.

Sé que estos elementos por sí solos no pueden señalarse como los culpables de la violencia, pues la misma es la suma de muchas dimensiones, tanto psicológicas como sociales, pero de esto hablaré en la segunda parte de este artículo.