Los comunistas también están en la larga lista de personas, ideologías o costumbres a las que Jerry Seinfeld dedicó capítulos de esa genial serie de televisión.  Elaine y Jerry se dividen en un capítulo la atención; ella con su nuevo novio que no se ha dado cuenta es comunista y él con el dilema de enfrentar a un compañero de escuela que siempre ha sostenido le ganó una carrera por salir antes del disparo.

George es que advierte a Elaine sobre la posibilidad de que su novio es rojo.  Le sorprendió ver en su apartamento un ejemplar de Daily Worker, el periódico del Partido Comunista de Estados Unidos, uno similar al Hablan Los Comunistas en República dominicana con el cual compartieron historias de subsidio en rublos.  Elaine explica que pertenecía a Ned, intelectual que lee de todo, y responde que sí a la pregunta de George si lo nota que usa ropa sencilla y verde olivo.

Armada con esta información lo enfrenta de forma simpática con la bienvenida al finalizar la jornada de trabajo “otro día, otro…dólar” y referencias a lo bueno que es tener “dinero, dinero, dinero”.  El novio confiesa que lo es en ese momento y más adelante nos enteramos de que su padre era izquierdista y estuvo en la lista negra, el evento de la represión a los comunistas en ese país y del que Hollywood ha hecho más películas que las dedicadas a los cientos diez millones de civiles masacrados por camaradas en todo el mundo.

Este es un capítulo a pocos años del desplome de la URSS en que los comunistas se pensaba eran aves raras esperando su extinción. Por eso Elaine presenta al novio a sus amigas como una pieza de museo o una curiosidad, cuando lo convenció de comprarle camisas más finas para que luzca como un bolchevique exitoso.  Pero Ned Isakoff, que se ruborizó cuando Elaine le dijo que se parecía a Trotsky, no se ha rendido a difundir esa ideología del odio, la envidia y el rencor que cree es la solución a los problemas del mundo. Ve a Kramer vestido de Santa Claus como tierra fértil para sembrar animosidad al patrón que lo explota con salarios bajos y no le conseguirá ni un antialérgico cuando la picazón del disfraz de barba blanca se lo esté comiendo en enero.

La máxima absurda de “exigir según la habilidad y dar según la necesidad”, en que fue certera la crítica de los clásicos con respecto a “¿quién va a sacar la basura?”, convierte a Kramer en un Santa Comunista; y es denunciado como tal por un niño al que quiere convencer de que no compre juguetes baratos de Taiwán porque usan mano de obra infantil.  Es despedido en el acto en esta escena que, lamentablemente, no representa hoy un discernimiento posible en niños que están siendo manipulados por la misma ideología totalitaria de los comunistas disfrazada en la persecución de otras causas.

La caída de la Unión Soviética no fue seguida de una revolución que redujera el papel del Estado en las economías mixtas donde la empresa privada y competencia en mercados libres eran importantes. Este episodio de Seinfeld se escribió con esa ilusión de ver desaparecer los métodos, extremos o no, de tener enormes burocracias en funciones de empresario, regulador, monopolista, planificador, educador y benefactor.  La esperanza todavía es que, a diferencia de lo que sucede en ese capítulo, todavía se puede evitar que con su ventaja lleguen a la meta y pase a ser literal lo de “finca de peloteros” explica a George un dictador caribeño.