1. Los movimientos sociales, políticos, económicos y culturales llamados comunismo (fundado en el siglo XIX por Marx y Engels y llevado a la toma del poder en 1917 por Lenin), el fascismo fundado y teorizado por Mussolini entre 1914 y 1919 en Milán (Fasci italiani di combattimento) y llevado al poder por Mussolini en 1922)); y, el nazismo o nacional-socialismo teorizado y fundado por Hitler en Mi lucha y la toma de la Cancillería alemana en 1933 son revoluciones izquierdista la primera y ultraderechistas las dos últimas, típicamente pequeño-burguesas que han triunfado porque la gran burguesía de los países en donde se llevaron a acabo fue incapaz de generar un Estado de bienestar y felicidad en beneficio de las clases trabajadoras, la propia pequeña burguesía y sus diferentes capas y sus intelectuales ancilares sin medios de producción, todos los cuales reaccionaron violenta y revolucionariamente al desastre de la Primera Guerra Mundial que hundió a los países europeos en la miseria extrema.
DDA§ 2. Lo mismo sucedió con la proliferación de países socialistas en el Este de Europa luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial en 1945, aunque en los Estados Unidos la política de Franklin Roosevelt, luego de la quiebra de la Bolsa de Valores y la crisis financiera que le siguió a escala mundial se resolvió con la inversión masiva de capitales en obras de infraestructura generadora de empleos y del lento proceso de restablecimiento del consumo hacia 1940 y que culmina con el Estado de bienestar en los años 50 glorificado por Hollywood. En cambio, los atisbos de movimientos socialistas o comunistas, fascistas o nazistas serán duramente reprimidos por los Estados Unidos en su nuevo papel de gendarme internacional con misión de certificar dónde existe democracia representativa, la libertad de prensa y empresa. En ese rol, a partir de la política del buen vecino de Roosevelt. Los Estados Unidos pasará, hipócritamente, por alto ante la proliferación de dictaduras derechistas en buena parte de América Latina y castigará, o verá con ojeriza, a regímenes populistas y peronistas y propiciará golpes de Estado incluso en países de democracia representativa, pero que actúan con cierta independencia frente a los dictados de Washington.
3. La explicación, multifactorial siempre, del surgimiento de los regímenes socialistas, comunistas, fascistas o nazistas radica, prima facie, en el horror a la proletarización de la pequeña burguesía poseedora o no de medios de producción adonde la conducían las crisis económicas convertidas en crisis políticas de los modelos de acumulación capitalista en su fase imperialista, fase que conduce a este modelo económico a la extracción absoluta de la plusvalía, a las guerras por la conquista de mercados y la sobreproducción de mercancías que no encuentran consumidores de en su propio país ni en el extranjero.
4. La característica principal de los modelos de sociedad revolucionaria izquierdista o de derechas, ya sean socialistas, comunistas, fascistas o nacional-socialistas es que, para reproducirse indefinidamente en el poder, les es absolutamente imprescindible la creación de un partido único, germen fatal de la disolución de esos tipos de regímenes en razón de que la necesidad de control absolutos de los sujetos y de la economía planificada solo es posible mantenerla por poco tiempo. La vida sin libertad de prensa, de pensamiento, de crítica; sin libertad sindical y sin reconocimiento de los derechos humanos es sencillamente intolerable. Todo lo cual produce un congelamiento de la alteridad, específica de los sujetos, y su resultado final es la imposición de la uniformidad y homogeneidad de una sociedad-cultura oficial en la que no existen la distinción, lo múltiple y lo contradictorio. Y junto al partido único, la razón política de estos tipos de Estados, se añade en el caso de los regímenes socialistas o comunistas, la planificación de la economía, planificación que termina, según el postulado tanto de Leopold von Mises como de Frederick Hayek en un desastre al no existir la ley de la oferta y la demanda en ese tipo de economía y las autoridades pierden el control del proceso de producción y son incapaces de saber hacia dónde van destinadas las mercancías.
5. Un Estado policial y un gulag con sus campos de concentración son el fruto estéril de estos sistemas totalitarios uniformizadores de la vida y están condenados irremisiblemente a su derrumbe por la ley heracliteana del cambio perpetuo. Pero cuando toman el poder, comienzan por controlar los estómagos de la gente y construir un sistema de propaganda ideológica que fanatiza a los militantes del nuevo partido, algo fácil de lograr si se les recuerda continuamente el horror de proletarizarse si se vuelve al régimen político anterior y luego, la construcción de una burocracia y un sistema de espionaje muy eficaces, disuasorios de toda disidencia interna, puesto que implican la muerte y la tortura para los que se descarrilan del sistema.
6. El neoliberalismo y su sistema de cultura light impuestos a escala planetaria luego del derrumbe de los países socialistas y comunistas del Este de Europa, ha jugado un papel similar al de las potencias imperialistas luego del fin de los dos guerras mundiales del siglo pasado, porque ha creado un mundo unipolar que ha impuesto la unidad-totalidad-verdad de su sistema como la última ratio de Occidente con lo cual ha congelado y esterilizado la vida y ha pervertido la democracia, la libertad y los derechos humanos al imponer una visión totalitaria del mundo con su ideología materialista del consumo, el hedonismo, la relatividad y la permisividad de los valores democráticos y plurales. Y sin proponérselo, el neoliberalismo o globalización con su cultura light ha incentivado, al igual que el derrumbe de la economía europea en 1918, el surgimiento de regímenes totalmente negadores de la libertad como son los gobiernos populistas y ultranacionalistas que han proliferado a escala planetaria luego de la caída del muro de Berlín. Incluso ya no hay vergüenza, a pesar de la memoria histórica de los juicios de Núremberg, en que estos partidos ultraderechistas reivindiquen públicamente el fascismo o el nazismo y sean vistos con cierta tolerancia por los partidos que gobiernan el sistema en Europa y los Estados Unidos y con esta tolerancia envían un recordatorio a las clases sociales de aquellos países: Nada de vuelta al socialismo o al comunismo y ante cualquier intento en ese sentido, tenemos ahí a los fascistas y nazis para detener esa amenaza.
7. Esta tolerancia, que es una amenaza controlada por los gobiernos de las siete grandes potencias imperiales, es la que ha permitido el resurgimiento, con fuerza desmesurada, de partidos como los nazistas en Austria, donde su líder ganó unas elecciones, pero los servicios de seguridad le eliminaron y simularon, posiblemente, un accidente automovilístico.
- Asimismo, el surgimiento en Francia de la Agrupación Nacional de Marina Le Pen, que enfrentó en las últimas elecciones a Emmanuel Macron y hubo necesidad, al igual que para derrotar a su padre, Jean-Marie, del concurso de socialistas y comunistas que, ante lo inevitable, optaron votar por Jacques Chirac. Ante la misma imposibilidad de las potencias imperiales de crear un Estado de bienestar, algo imposible de lograr con el neoliberalismo o la globalización de mercancías a escala planetaria, este movimiento nazifascita se expande a velocidad vertiginosa por el globo terráqueo. En Alemania el partido neonazi tiene al salto de la pulga a Ángela Merkel, en Hungría, en Holanda, en la península escandinava, en algunas de las antiguas repúblicas soviéticas, en Turquía, en Myanmar, en Brasil con Bolsonaro y en los Estados Unidos con Donald Trump la ultraderecha nazi-fascista es una amenaza; en fin, por Italia con el gobierno de Conte y Salvini, en Grecia y últimamente, en España con Vox, que de 8 diputados en las Cortes pasó a 55 en las últimas elecciones parlamentarias y amenaza, con el descalabro del corrupto Partido Popular y de Ciudadanos, tragarse a la militancia de ambos partidos y convertirse en la segunda fuerza política gracias a la inacción del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), incapaz de crear un mínimo Estado de bienestar para su pueblo y si la situación sigue como va, con un PSOE que gobierna gracias a un voto de más en el Parlamento, es posible que en las próximas elecciones Vox le dé una sorpresa a España.
- Todo dependerá de la inteligencia de Santi Abascal, si es que no se desinfla, o lo desinflan, en el camino. Pero él, al igual que Marina Le Pen, posee madera de líder de una pequeña burguesía que tiene horror a la proletarización. No sé si a la hora de la verdad, es decir, de una amenaza real de que el nazifranquismo se alce con el poder en España, no sucedería lo mismo que en Francia con Chirac, donde socialistas y comunistas votaron por el líder gaullista para que Jean-Marie Le Pen no ganara. ¿Se unirían PP, PSOE y Ciudadanos, y hasta los etarras y los independentistas catalanes, para que Santi Abascal no llegue a primer ministro? Sin sentido de la historia, la reciente historia electoral española apunta a ese camino.
- 8 El problema de los líderes pequeño-burgueses de los partidos nazi-fascistas es que tienen cortedad de visión, contrario a los pequeños burgueses de los partidos comunistas, quienes, cuando toman el poder, hay que matarles o armarles otra revolución para desalojarles del poder. En política, ningún movimiento, de la orientación ideológica que sea, debe condenarse, elogiarse o guardar silencio, sino que, como práctica social de sujetos, lo menos que merece es ser analizado y situado en sus efectos políticos e ideológicos antidemocráticos y plurales.
Otro problema de los fascistas y los nazis cuando llegan al poder es que se alían a una fracción de la burguesía para explotar tanto a la pequeña burguesía como a las clases trabajadoras y campesinas y se alían a las iglesias, de las que dicen abominar, contrariamente a los comunistas que prescinden totalmente de la religión y de las iglesias, salvo que no sea para instrumentalizarlas y colocarlas a su servicio, pero, pequeños burgueses al fin, terminan transándose y adorando, en secreto, a San Basilio o a la Virgen del Cobre, cuando no a la santería y otras prácticas animistas. No hay nada peor que el miedo a la muerte y la condenación eterna en el infierno después del paso al inframundo o la otra vida. La inoculación religiosa en el seno del hogar reditúa sus dividendos en la edad provecta.
La prueba es Voltaire y los millones de ateos arrepentidos que, a última hora, en lecho de muerte, deciden confesarse con un cura. Prueba de que para ellos la mejor religión no es la que postula que Dios es el inconsciente, según Lacan. Por eso hay que desconfiar de aquellos que dicen ser ateos. En el inconsciente, son teístas que no creen en lo radicalmente arbitrario del signo y de la historia.
¿Y nuestro país qué pinta ante el desastre del sistema de partidos políticos plagado por la hipercorrupción? De seguir algún camino, sería el del populismo caudillista bien aclimatado ya en América Latina y más afín con la cultura clientelista y patrimonialista de la época de Concho Primo y del postrujillismo. Una dictadura tipo Trujillo o socialista como la de Cuba es descartable por el momento. Y un gobierno ultraderechista tipo europeo necesita un ejercicio de cultura política y de conciencia nacional que serían impensables en nuestro medio social, porque el clientelismo y el patrimonialismo que priman en la sociedad dominicana desde 1844 no permiten ese salto.